30. El Príncipe

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nota : el gif no tiene nada que ver pero me pareció adecuado 

 Al llegar a la sala común de Gryffindor, Ginny comenzó a escribir nuevamente a su amiga, a su novio y a su hermano; sabía que era lo que estaba pasando y sabía que Audrey Svevo últimamente era muy cercana al trío, que la apreciaban, así que en menos de 5 minutos ya despedía a su lechuza que iba con el mensaje.

Dumbledore, Remus y Severus estaban ya en la oficina del director, el profesor de Pociones sentía que perdía tiempo con tantas explicaciones, que debía estar buscándola ahora mismo. Luego se preguntaba, absorto, quién y por qué¿mortífgos?, creía que ya no eran un problema, entonces quién... quién le arrebataba así a esa chica.

-Dora me lo comunicó –decía Lupin –la contactaron del Ministerio, porque saben de su amistad, pero fue hasta ese momento en que ella también se enteró.

-Severus, no nos apresuremos –Dumbledore sabía lo que pensaba el sujeto de negro –el Ministerio dice que probablemente desapareció ayer en la noche –Severus fue a decir algo, pero no pudo –después de que dejaras su apartamento –aclaró el viejo mago.

-Su casa fue encontrada un poco desordenada, lo que indica que de hecho la secuestraron (por no pensar algo peor) y trató de oponer resistencia –Remus complementó pero no dejó hablar al otro –sabemos que es una bruja hábil, así que probablemente fue sorprendida.

¿De qué le servía todo aquello a Severus?, de nada... ¡de nada!, perdía tiempo mientras escuchaba hablar a los otros dos, estaba impaciente, sentía las manos adormecidas y el cuello dolorido.

-Reuniremos a la Orden –entonces Dumbledore anunció.

-No –con contundencia Severus finalmente abría la boca –lo haré solo –parecía que acababa de tomar esa determinación.

-Pero Severus, es más fácil que... -Dumbledore dijo, tratándolo de convencer aunque sabía que era inútil.

-Dije que lo haré solo... necesito hacer esto solo –se puso de pie, olvidando que su estómago le recordaba que era la hora de la comida y salió.

Estaba a punto de atardecer en Londres, el cielo era rojo y dorado, el invierno una estación moribunda y las calles, como de costumbre, mares de gente. Severus caminaba con paso apresurado, su abrigo de viaje ondeaba similar a una túnica y portaba la bufanda de Slytherin que Audrey le había regalado. Fue directo al apartamento de Audrey, debía haber alguna pista, lo que fuera.

-Alohamora –Severus escuchó un susurro mientras subía las escaleras, se apresuró, alguien estaba intentado entrar al apartamento.

-¿Qué...? –el mago vestido de negro no pudo finalizar la frase, Dumbledore estaba abriendo la puerta, lo miró y le sonrió ligeramente. Ambos entraron al apartamento, donde el desorden era mínimo, aunque si se notaba que algunos hechizos habían sido lanzados y fallado.

-Antes de que reclames algo –puntualizó Dumbledore –quiero decirte que sólo te he ahorrado entrar al apartamento –y miró al otro mago a los ojos –si quieres hacer esto solo, adelante... pero recuerda que pedir ayuda no es de cobardes o débiles –dijo.

-Claro –Severus cabeceó y apartó su mirada del viejo mago, un par de ojos azules tras unas gafas, como Audrey, el único par de ojos que parecía comprenderlo, como Audrey.

El mago más joven atravesó la sala de estar hasta la cocina, Dumbledore lo siguió, se sorprendió al ver a Severus agachado dejándose lamer un dedo por un gato, nunca había mostrado interés por los animales, ni cuando era estudiante.

-Bien Monday... ojalá pudieras hablar y decirme que pasó –Severus le hablaba al animal, estaba seguro que era Monday, porque sus ojos verdes tenían un toque amarillento.

Un Moment Pour Toujour creado por Sufjan TweedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora