27. ¡Mortífago!

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NOTA :enserio enserio perdonen 

Esa noche, Severus se dedicó a mirar el techo de su habitación, hacía mucho frío y ya había comenzado a nevar. Reflexionaba sobre eso a lo que podía llamarse "su nueva vida", desde que conoció a Audrey todo había cambiado, empezando por el hecho de que alguien, a parte de Albus, comenzó a sentir interés por él, por cómo estaba, si estaba bien, Audrey siempre se mostró fascinada por él, no comprendía muy bien por qué, menos conociendo a su ex novio, un chico guapo, joven, exitoso. La maldita bufanda que ahora atesoraba era la más grande muestra de ese interés de la chica¿cómo alguien tan dulce como ella se había fijado en alguien tan amargo como él?; por eso precisamente le fue inevitable también enamorarse, porque tenía esa extraña capacidad de hacerlo sonreír, de comprenderlo, de aceptarlo incluso, no le pedía cambiar, porque era precisamente su personalidad tan definida lo atractivo en él, Audrey amaba a Severus porque era misterioso, peligroso, porque no hay mérito alguno en amar a alguien idéntico a uno mismo, amaba a un sujeto diametralmente opuesto a ella, y eso le encantaba, le encantaba Severus y le encantaba amarlo. El profesor lo sabía, él se sentía del mismo modo; pero tenía aun montones de asuntos personales que resolver. Iba a llegar el momento de contarle su vida a la chica, y eso le aterrorizaba, nunca a nadie, bajo ninguna circunstancia le había contado sobre su infancia y adolescencia, pero a pesar de su ignorancia en temas de relaciones románticas, sabía, porque el sentido común así se lo dictaba, que la sinceridad era básica.

Era un ángel, esa chica era un ángel que finalmente le había hecho entender que él no era un mortífago, incluso rió con debilidad al recordar como, tiempo después de la guerra, él seguía creyéndoselo. Tenía una estúpida marca ¿y qué?

No tardaría en amanecer cuando Severus finalmente cayó dormido.

Sentía que a penas había cerrado los ojos cuando alguien había invadido su cama, abrió los ojos de golpe, era la mañana del 31 de diciembre, el cielo ya era azul aunque se notaba que todo afuera estaba cubierto de nieve. Luego volteó a su lado, Audrey estaba de rodillas sobre el colchó con una expresión digna de una niña de 5 años, lo contemplaba sonriente.

-Buenos días –ella dijo dando un pequeño brinco sobre el colchón, él aun trataba de despertar bien cuando sintió el cálido beso de la chica sobre su mejilla.

-Buenos días –él respondió y continuó el beso, esta vez en la boca.

Así estuvieron durante un rato, aunque mantuvieron la puerta entreabierta, sino su padre pegaría el grito en el cielo. Más tarde Audrey jaló a Severus a la cocina para presenciar todos los preparativos de la cena, los dos hombres Svevo no estaban, así que Severus se sentía infinitamente más relajado.

Llegada la hora de celebrar el año nuevo todos estaban sentados en torno a una mesa, Severus sentía incomodidad absurda, deseaba salir corriendo. El jefe de la familia Svevo hizo el brindis, celebró que los tres integrantes de esa familia estuvieran juntos después de tanto.

-Su madre –dijo Dominique Svevo dirigiéndose a sus hijos, Severus que ese era el momento íntimo familiar que temía tanto-. Está feliz de vernos reunidos nuevamente...

Después de eso, el señor Svevo siguió evocando a su difunta esposa. A Severus le dolía cada vez que enfatizaba el origen muggle de Nicole Gassire-Svevo, madre de Audrey y Alec. Porque esos chicos eran mestizos, como él, y porque durante mucho tiempo él trató de eliminar a toda esa gente no mágica y a los "sangre sucia".

Terminado ese momento familiar, Dominique y su primogénito se unieron para decir algo.

-Severus... -dijo Alec sonriendo, el aludido esperaba lo peor –bienvenido a la familia –concluyó el chico.

Un Moment Pour Toujour creado por Sufjan TweedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora