· 9/38. Débil

43 3 0
                                    

Era de noche, las 10 aproximadamente, aunque aquel barrio tenía una vida nocturna muy ajetreada y parecía pleno día. No valía mucho la pena regresar a Hogwarts y considerando que su apartamento estaba cerca, Severus decidió caminar esa fría noche, con las manos en los bolsillos y la cabeza escondida en el cuello de su abrigo, estaba demasiado sumido en pensamientos que él consideraba descabellados, pero no podía evitar sonreír al pensar aquello.

Por primera vez en su vida no se cuidaba la espalda, ya no era un espía, aunque esa costumbre de seguir atento a cualquier evento extraño seguían con él y tal vez nunca se iría.

Pero esa noche no, esa noche pensaba en spaghetti y refresco de lata, en Nueva York y en Bélgica, en una escuela de magia llamada Parsons que no conocía, y se encontraba a si mismo extraño, recordando con lujo de detalle esa conversación.

Tan distante y tan metido en sus pensamientos, que no notó como era seguido. En Hogwarts no corría peligro, pero en Londres sí, con tantos mortífagos sueltos por ahí, Lucius Malfoy y otros estaban ya en Azkaban, Narcissa fue sorprendentemente absuelta, aunque el Ministerio no despegaba ojo de ella y su hijo Draco; Bellatrix y Rodolphus Lestrange así como Fenrir Greyback, por otro lado, seguían sueltos y eran bastante peligrosos.

A Severus no le importaban los motífagos esa noche, ni nada en realidad. Sentía una libertad que hace mucho no sentía, simplemente por caminar un par de cuadras.

Pronto ya no estaba en la zona nocturna de Londres e ingresó a un barrio muy tranquilo, callado y obscuro, cerca de su apartamento.

Había un par de chacos con agua estancada en las calles, Severus los evitaba, pero alguien más no lo hizo provocando un chapoteo, lo que hizo que el profesor de Pociones se pusiera alerta, tomó la varita que conservaba en el bolsillo de su pantalón y detuvo su marcha.

Se giró lentamente, alguien lo estaba siguiendo y se sintió estúpido por no darse cuenta antes, por estar pensando en cosas que de un tiempo para acá habían estado invadiendo su cabeza. Y temió, no por su enemigo, él era capaz de enfrentarlo, sino por lo débil que se estaba convirtiendo, los tiempos de paz y una niña insolente no eran una combinación que le sentara bien.

Abrió bien lo ojos, atento a cualquier movimiento, escuchó algo con debilidad,. Eran pasos y eran originados por más de una persona. Sacó la varita de su bolsillo y señaló el punto donde estaba seguro se escondía el acosador.

-Muéstrate –ordenó.

De una esquina salió el joven Draco Malfoy, tenía una expresión perturbadora, angustiado y triste.

-Profesor, soy yo... –dijo tembloroso, aunque quiso aparentar seguridad.

-¿Qué haces aquí Draco? –preguntó Severus bajando un poco la guardia y caminando hacía su ex alumno.

El joven rubio se quedó inmóvil, sin saber qué hacer o qué responder. Del mismo lugar de donde surgió Draco apareció Narcissa, una presencia que intrigó aun más a Severus.

-Narcissa... ¿qué hacen aquí? –por alguna razón, Severus en lugar de bajar la guardia por completo se volvió a poner a la defensiva.

-Caminábamos –mintió la mujer y fue obvio; Severus lo notó, arqueó una ceja y sonrió con ironía como era su costumbre-. Supongo... –prosiguió la mujer que se veía más delgada y pálida, ojerosa y descuida, tomó a su hijo, que ya era mucho más alto que ella, por los hombros –que ahora tienes una vida muy normal... –hizo una pausa prolongada, Severus clavó su mirada en la madre y su hijo –después de lo que hiciste... se llevaron a Lucius para siempre –eso era un reproche.

Severus se quedó meditabundo pero atento, aun apuntando con su varita. Su posición en la guerra era difícil, dejando de lado quiénes eran los buenos y quiénes eran los malos, él inevitablemente quedaría como un traidor ante un bando. La decisión que tomó no fue a la ligera, Dumbledore le dio una segunda oportunidad, cosa que Voldemort jamás habría hecho; unirse definitivamente a Dumbledore, a la larga, significó armar junto con el viejo un elaborado plan en donde él era un asesino y en donde el director era su víctima, cosa que le acarreó la desconfianza eterna por parte de otros miembros de la Orden del Fénix pese a las explicaciones posteriores del propio Albus, quedó como un traidor ante los mortífagos y quedó como un sospechoso ante los miembros de la Orden.

Un Moment Pour Toujour creado por Sufjan TweedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora