Un Moment Pour Toujour creado por Sufjan Tweedy

22/38. Correspondencia de Nueva York

Su habitación estaba intacta, al igual que su oficina, la verdad es que Severus no esperaba otra cosa, antes de dejar aquel par de habitaciones las llenó de hechizos para que nadie se acercara si quiera, la razón real por la cual había decidido ir a Hogwarts era para hablar con Dumbledore, no tenía planeado regresar al colegio hasta después de las fiestas, pero es que necesitaba hablar con alguien y no tenía a nadie más.

Tras tomar un par de cosas, desaparecerlas y hacerlas aparecer en su apartamento en Londres, Severus decidió no darle más vueltas al asunto e ir a buscar a Dumbledore.

Caminó por los pasillos de Hogwarts, vacíos y callados y deseó que así se mantuvieran siempre, la mayoría de los alumnos dejaban el colegio por esas fechas, rumbo a la salida, pudo ver a la última de los Weasleys arrastrando una vieja valija, con tanto se había olvidado que todavía tenía que lidiar con una de esas pesadillas pelirrojas que cursaba el último año. En el Gran Comedor, Dumbledore se encontraba con Hagrid y McGonagall despidiendo a los chicos que dejaban el colegio por unos días. Suspiró y caminó hacía ellos.

-Severus –dijo el director –pensé que no te vería hasta el próximo año –sonrió.

-A mi también me alegra verte –dijo el otro, pero no estaba ahí para medirse con Dumbledore en sarcasmos –necesito hablar contigo –dijo quedo, para que los otros no lo escucharan.

-Claro, adelante... –el viejo mago cabeceó, aunque sabía muy bien que Severus se refería a "hablar a solas", sólo lo hacía por diversión.

-Aquí no –el profesor de Pociones apretó los dientes, ese viejo llegaba a ser exasperante cuando se lo proponía.

El mago más viejo soltó una carcajada y tomó por el hombro a su interlocutor, ambos se dirigieron a la oficina del director.

Fawkes era un recién nacido una vez más, Dumbledore se acercó a él para alimentarlo mientras Severus se sentaba en torno al escritorio.

-¿Qué es tan importante que te hizo interrumpir tus merecidas vacaciones? –preguntó Albus Dumbledore aun concentrado en su fénix, Severus no sabía que tanto de aquello llevaba carga irónica, pero no tenía ganas de averiguarlo.

-Necesito... –carraspeó un poco –es decir... –que difícil resultaba comenzar, Albus terminó de alimentar a su mascota y volteó a ver a su pupilo sonriendo.

-Sólo dilo –dijo despreocupadamente, era obvio que ya sabía todo o al menos lo intuía.

-Yo... tú sabes, no soy una persona impulsiva –comenzó el mago de negro –pero me he dejado llevar por un impulso por primera vez...

-Con la señorita Svevo... –completó Dumbledore mientras se sentaba frente a Severus, quien abrió los ojos sorprendido. –Me alegro, de hecho creo que te tuvo mucha paciencia –hablaba como si fuese tan normal –así que vale mucho la pena, una mujer que te tenga paciencia es una santa –lanzó una risotada y el otro estaba sin palabras. –Deja a un lado tus tontos temores –entonces el semblante cambió, ahora hablaba con seriedad –la mereces, has pasado por mucho, por fin la vida te recompensa –finalmente dijo, el consejo por el que iba Severus pero que no tuvo tiempo de pedir si quiera ahí estaba, bueno... esa naturaleza intuitiva y sabia de Dumbledore le facilitaba mucho las cosas al otro, le evitó la pena de "abrirse".

-Gracias –dijo Severus cuando su mentor terminó su discurso.

-Supongo que pasarás Navidad con ella –el viejo mago dijo casi como afirmación.

-Aun no lo sé –el otro confesó.

-Sí que lo harás –Dumbledore reafirmó –una lechuza con un mensaje llegó hace un par de horas mientras revisabas tu habitación –sonrió y sacó un pergamino –"Hola Albus, sé que debe estar contigo..." –comenzó a leer –"espero que ya te hayas enterado, dile que hoy lo espero para que nos preparemos para mañana que es Navidad, saludos, felices fiestas, atentamente: Audrey" –terminó de leer, a Severus regresaron esas ganas de darse de topes en la pared, esta vez las habilidades de intuición de Albus no lo había hecho deducir nada, había sido la pésima sincronización de tiempo entre él y Audrey la que le había dejado en claro todo al viejo.