6/38. Gripa

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Era una mañana de lunes como cualquier otra, pero no para Severus Snape, a pesar de que sabía que tenía que levantarse, salir de su habitación en las mazmorras e impartir sus clases diarias, se sentía atado a la cama, la culpa la tenía una terrible gripa que, seguramente, era un resultado tardío de haber caminar bajo la lluvia sin su abrigo. Se sentía pésimo, con el cuerpo cortado, la garganta irritada y la nariz constipada, lo único que deseaba era descansar.

Sobre una silla en su cuarto estaba el abrigo que había regresado a sus manos y que de haber portado ese sábado de lluvia lo hubiera protegido de aquella enfermedad. Boca abajo sobre su cama volteó la cabeza para ver aquella prenda...

-Esa niña... –dijo, trataba de buscar un culpable para su mal.

Se levantó sin ganas de hacerlo, seguía somnoliento y seguramente así iba a estar todo el día. Ingresó al Gran Comedor como de costumbre, con ese intempestivo hábito de mirar altivamente a medio mundo, sí, se sentía mal pero no podía demostrar ningún tipo de debilidad, mucho menos frente a sus alumnos.

Se sentó a la derecha de Dumbledore, acto seguido, Remus tomó su lugar al lado del propio Severus.

-Buenos días –saludó el hombre lobo. Severus iba a contestar, forzado como cada mañana, pero su voz se notaría afectada y sólo cabeceó.

-Buenos días –contestó el viejo director mirando a su profesor de Defensa Contra las Artes Obscuras, posteriormente miró a su profesor de Pociones: -pero Severus, deberías atenderte ese resfriado... –dijo con una ligera sonrisa.

Por supuesto, no se podía engañar a Albus Dumbledore, Severus torció la boca, entre sonrisa y expresión de desagrado –lo tomaré en cuenta –su voz era más ronca de lo normal, apagada y muy queda.

-Tu amiga es muy simpática –continuó el director, Severus abrió los ojos en señal de sorpresa –y una mujer muy bella –aseguró el hombre de cabello plateado con aire divertido, el mago de cabello negro no podía creerlo, el viejo se estaba divirtiendo con esa situación.- ¿Dime, dónde la conociste? –Albus seguía cuestionando.

Severus se quedó callado y mirando al director, que no dejaba de sonreír, -en la boda de Remus y Nymphadora –contestó con la verdad pero con un volumen de voz casi inaudible, miró de soslayo a Remus, no quería seguir explicando cosas al respecto, pero el sujeto de cabello color arena se encontraba en medio de una conversación con la Profesora Sprout. Después de eso, se propuso no seguir hablando sobre el tema, lo ponía incómodo, pero, después de todo¿por qué hablar sobre Audrey lo ponía incómodo?, el director pareció comprender, y aun notablemente encantado, no siguió haciendo preguntas.

Ese día fue extraño para la mayoría de los alumnos, Snape, el estricto profesor de Pociones puso a leer a los estudiantes la mayor parte del tiempo, en silencio mientras él masajeaba sus sienes ante el terrible dolor de cabeza que lo atacó tras el desayuno, no sabía a ciencia cierta si por el resfriado o por la conversación con el director, quitó pocos puntos, lo cual alegró mucho a lo estudiantes, sobre todo de Gryffindor, en un par de clases incluso se le olvidó dejar tarea.

Cuando por fin terminó sus labores, creyó que sería bueno tomarse un par de pociones y estaría como nuevo para el día siguiente. Caminando escaleras abajo rumbo a las mazmorras volvió a evocar a aquella persona que creía responsable por su mal.

-Esa niña... –volvió a decir con los dientes apretados.

No tenía ninguna poción preparada para un caso como el que se estaba presentando, no tenía ni ganas ni fuerzas para preparar una, pero sabía que no podía continuar en aquel estado. Conocía los ingredientes de memoria para una poción tan sencilla como esa, pero entre sus anaqueles no pudo encontrar un par de ingredientes.

Un Moment Pour Toujour creado por Sufjan TweedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora