"¡Mamasita!"

915 52 2
                                    

Capitulo veintisiete

Ésa noche mi padre insistió para contarle, pero no hice nada de éso, me había dicho que no era realmente madura para confiar en el, pero sí para hacer algunas cosas en específicas, me molesté aún más de lo normal y aquéllo había terminado en discusiones. Cómo creía él qué habia tenido relaciones y por éso no quería contarle, me encerre en mi habitación y no salí hasta hoy.

Había escuchado un cerrar de puertas muy bajó, miré en todas las direcciones de mi habitación y vi a un par chico qué salían de mi baño, uno de ellos cerraba la puerta de mi habitación y el otro traía entré sus mano una rosa azul, eran Sebastián Arango y Daniel, los miré confundida y luego de un momento les sonreí.
-¡Mamasita!- dijo Daniel en un tono muy bromista.

-¡Patiño!- comenté acercandome a ellos con una ceja arqueada- ¡Arango! ¿Qué hacen aqui?-

Ellos se miraron mutuamente y sonrieron, me pareció algo extraño e inquietante y sólo sonreí tímidamente para seguirles la corriente.

-Tenga, no sé sí son las azules que le gustan pero lo que cuenta es la intención- Sebastián me entregó la rosa, lo cual era muy bonita, me encantaba aquellos detalles mínimos y chiquitos era una cosa que me fascinaba.

-¡Gracias!-Dije algo dudosa y lo miré con el ceño fruncido -¿A que se debe esto?-

el sólo rió y me abrazo, arrastrandome al baño juntó con Daniel, me opuse pero ellos siguieron insistiendo que entrará, Daniel me pidió qué bajará por la ventana lo cuál me pareció completamente una locura le tengo miedo a las alturas y era algo que no quería hacer, tramaban algo y enserio no tenia intenciones de saberlo.

-¡No!- me queje- le tengo miedo a las alturas- susurre.

-¿Como hiciste con el avión?- Sebastián aún me tenia tomado del brazo, y se detuvo un segundo a mirarme con el ceño fruncido.

-me dormí-

-Yo no se como vas hacer vos, usted tiene qué ir, bajas o bajas-

Daniel me había besado la mejilla y me empujó un poco hacía la ventana, grité y me sostuve de la pared, las carcajadas de Sebastián y Daniel eran realmente contagiosas pero mis nervios no dejaban reírme, vi el suelo lo cuál me dio un mareo impresionante y me aleje hacía la puerta.

-¿Naguevona, Te pica er' joyo?- le grité, Sebastián río aún más de lo normal le eché una mirada ascesina, pero el estaba echó lágrimas tumbado en el suelo.

-¿Te pica Er' joyo?- repitió Daniel entré risas, cerré los ojos y reí un poco calmada, aquéllo lo habia dicho sin pensarlo, sólo lo miré ruborizada y sonreí tímidamente - Se le salió lo venezolana-

-Yo no voy a bajar por ahí-

-No de éso me di cuenta-

-Me iba a ir de pico, de jeta... Tu me lo pides amablemente...-

-igual, usted me dice qué no-

-Pero era mucho mejor que un empujón-

-¿Sabes que? Los esperó abajo-

Salí de mi habitación algo agitada, no entendía porqué bajar por la ventana cuando podía usar la puerta, tomé mi bolso que estaba en la perchera y salí al jardín, allí vi a Sebastián aún bajando, le estaba gritando a Daniel qué se le había quedado enganchado un extremo del pantalon a un tubo de la ventana, estaba muerta de la risa, su tono de voz era algo sería y en el modo en la que lo decía era gracioso.

-Oiga no se burle, ¿que no ve qué me puedo caer?- me decia un tanto asustado, la risa de Daniel era un tanto burlona, aún así eso me causó más risa, las mejillas me ardían y estaba apuntó de llorar, Daniel intentaba ayudarlo pero cada vez qué intentaba extenderle la mano, la cara de Daniel le causaba gracia.

-No es qué no puedo- dijo entré carcajadas.

-Pero hazle un pequeño rasguño al pantalón, Sebastián- sugerí, el me miro con el ceño fruncido, sus manos estaban muy sujetas a las rendijas de la ventana y no pude evitar soltar una carcajada al verlo tan asustado.

-Esta loca, son carísimos- gritó, éste habia sonado un tanto desafinado y Daniel río más de lo normal.

-Si bajo, lo empujó y ahí si qué se queda sin pantalón- Daniel acentuó más su acento lo cual me pareció adorable.

-Yo intento baj..... ¡aaahhh!-

Sebastián se habia caído, al principio me quedé mirándolo tendido en suelo, mientras Daniel lo veía desde mi baño entré carcajadas, cuando lo escuché quejarse corrí hacía dónde estaba, intenté levantarlo y este no podía se quejaba incluso se le salieron algunas lágrimas, me asusté y llamé a Daniel, el ya habia bajado y me ayudó a levantarlo, cuando Sebastián estalló en carcajadas, Daniel y yo nos miramos confundidos y lo soltamos.

-¡Vos sos un guevon!- lo golpeó Daniel.

-¡Marico!- le dije con el ceño fruncido, el soli reía más de lo normal y caminaba con dificultad.

-sólo son rasguños, no es nada grave- dijo guiñando un ojo.

-se te rompió el pantalón- dije entré risas.

-!Hijueputa!- se revisó el pantalón y Daniel y yo estallamos en risa.



¿Y Quien eres tu? | Sebastián Villalobos (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora