El Principio Del Fin.

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********** NARRA SAM *******

Estábamos tumbados en el ring, sin decir nada, solo sintiéndonos el uno al otro. Tenía una mala sensación y me daba miedo soltarlo y que volviera a irse.

-¿Chicos? ¿Estáis ahí?- Escuché que Pat y Taylor nos estaban buscando.

-Sí, estamos aquí.- Contesté poniéndome de pie.- ¿Vamos?- Le ofrecí a Liam mi mano. Él la tomó y se puso de pie.

Después de que lo chicos se disculparan como unas trescientas mil veces con Liam por haber abierto la boca y de que Liam les dijera otras trescientas mil veces que no pasaba nada, que todo estaba bien, nos fuimos a casa. Fue un viaje en coche de lo más incómodo. Nadie hablaba y la tensión se podía cortar con un cuchillo. Todos teníamos en la cabeza lo mismo y ninguno sabía disimularlo.

Llegamos a casa y Linda nos abrió la puerta. Rebecca salió corriendo a los brazos de Liam en cuanto lo vio aparecer por la puerta.

-No vuelvas a darme un susto así, ¿entendido?- Le regaño.- No sabes el mal rato que nos has hecho pasar.

-Lo siento, Mamá. Yo... de verdad que lo siento mucho.- Le dijo Liam sin dejarla ir.

No la miraba a la cara, creo que le daba miedo ver su reacción a la noticia. Pero Rebecca hizo que la mirara a los ojos.

-Escúchame, cariño. Toda va a estar bien, ¿de acuerdo? Esta vez todo va a ser diferente. Estamos en una ciudad nueva y yo ya no soy la misma. Soy más fuerte. Y juntos podremos salir adelante de nuevo, ¿entendido? Así que nada de malas caras ni de miedos. Aquí todo va a estar bien. Yo me voy a encargar de eso, ¿queda claro?- Rebecca había crecido mucho como persona y se había hecho mucho más fuerte con el tiempo, había aprendido a canalizar todo el miedo y el odio, y convertirlos en fuerza para poder seguir adelante.- Y ahora come algo, llevas todo el día fuera. Y quítate esa ropa, estás hecho una sopa. Dios, lo estás poniendo todo perdido.- Le regañó.

-Sí, Mamá.- Es lo único que dijo Liam después de lo que le dijo. Se fue por el pasillo a la habitación.

-¿Cómo lo encontraste, Sam? ¿Qué estaba haciendo? ¿Dónde ha estado todo el día?- Me preguntaba Rebecca. 

-Estaba en el gimnasio donde va a boxear. Estaba descargándose con un saco. Dejé que se desquitara con el saco antes de hablar con él. No sé dónde habrá pasado el día, solo sé que está empapado, por lo que tiene que haber estado bajo la lluvia. Pero creo que algo le ronda la cabeza, algo que no me quiere decir. Sabe que no me puede mentir, por eso no me dice nada. Estoy muy preocupada, Rebecca, mucho. Yo... nunca lo he visto así.- Le confesé.

-Lo sé, cariño.- Me dijo y me abrazó.- Ahora tenemos que ser fuertes, por él. No podemos dejar que se hunda, ni que vuelva todo ese odio que sentía por su padre. Yo pensé que ya lo había superado, pero veo que no. La noticia a removido toda la porquería que tenía guardada dentro y mucho me temo que tienes razón. Algo le anda rondando la cabeza, y me temo que no es bueno. Por eso, tú.- Me dijo mirándome a los ojos.- Tú tienes que estar ahí para él, tienes que apoyarlo, Sam. Te necesita más que nunca.- Tenía los ojos llorosos.. Yo confío en ti, sé que lo harás entrar en razón.

Rebecca ponía demasiada fé en mi, yo no sabía si sería capaz de hacer que se olvidase del tema o que por lo menos no se obsesionara. Solo me quedaba apoyarlo. Y eso es lo que iba a hacer. Empezando por hacerlo algo de comer. Sabía que no era la mejor cocinera, pero algo podría hacer, ¿no?

********* NARRA LIAM **********

Mamá me mandó a cambiarme. Siempre actuaba igual, cuando las cosas se ponían feas, le salía la vena mandona. ¿Que todo iba a estar bien? No se lo creía ni ella. Por muy fuerte que quisiera parecer, yo sabía perfectamente que sus ojos no me mentirían, y después de mirarla fíjamente, sabía que estaba muerta de miedo. "Todo va a estar bien" Ts. Me metí en la ducha para limpiarme el agua de lluvia y el sudor. Dejé correr el agua caliente mientras pensaba en un plan, un plan de emergencia. ¿Qué podía hacer si ese hijo de puta se presentaba aquí con intención de llevarse a Mamá? Lo mataría. Eso arreglaría el problema de una vez y para siempre. Pero... ¿cómo? Yo no tenía ninguna psitola ni nada de eso. Y.. ¿sería capaza de hacerlo? Era verdad que ese hombre era el mayor hijo de puta que había concido, pero ¿sería capaz de matarlo si tuviera la oportunidad? La idea de quitarle la vida a un persona no me gustaba, pero si era lo que tenía que hacer para mantener a mi famila a salvo, lo haría. No me cabía duda. Necesitaba prepararme. Necesitaba conseguir un arma de protección.  ¿Cómo podía conseguirla? Quizás Taylor conciese a alguien que me la puedise vender... Taylor estaba metido en muchas cosas raras, y aunque yo le había dicho miles de veces que saliese de esa mierda, ahora me venía bien. Qué irónico.

Salí de la ducha y me miré en el espejo. Tenía un aspecto terrible. Estaba lleno de moratones por los entrenamientos de la semana, tenía unas ojeras horribles. Hacía tiempo que no me paraba a mirarme en el espejo, tanto que casi no me reconcía. ¿En qué me había convertido? Veía a aquel chico con expresión iracunda, triste, decepcionada y dolorida que me miraba a los ojos y pensaba que ese no podía ser yo. Es gracioso como tu felicidad, tu vida, se pueden ir a la mierda en cuestión de segundos. Sonreí amargamente al recordar lo feliz que estaba esta mañana... Antes de recibir esa puta llamada. Todo era absolutamente perfecto en ese momento. Tenía a mis amigos todos juntos, mi familia estaba bien y tenía al amor de mi vida junto a mi. Ahora parecía que todo mi castillo se venía abajo. Tiré todo lo que tenía en el lavabo por la frustración que sentí. El mismo muchacho de mirada iracundo me seguía mirando. ¿De verdad ese era yo? No me podía engañar a mi mismo. Si pudiera iría ahora mismo a matarlo. Estaba muy cabreado, mucho. Tanto que... dios. ¿es que no iba a poder ser feliz nunca? 

-Liam, mi amor. Te he hecho la cena.- Dijo una voz familiar al otro lado de la puerta.- No me ha salido muy bien, pero... al menos la he hecho con cariño.- Oir su voz me hacía bien. Ella era el Yin de mi Yan.- ¿Liam? ¿Amor? ¿Estás bien?

-Sí, Princesa. Ahora mismo salgo.- Me miré por última vez en el espejo para intentar recomponerme, no podía dejar que ella me viese así. Ya habia tenido bastante con el espectáculo que había dado en el gimnasio. Me agaché a recojer todo lo del suelo y lo coloqué en su sitio.

Anduve por el pasillo mientras me ponía una sudadera. Llegué a la cocina y solo estaba Sam. 

-¿Y los demás?- Le pregunté cuando me senté en una silla.

-Tu madre se ha ido a casa, porque Nicky estaba sola y ya era muy tarde. Pat y Taylor se fueron con Courtney y Mel. Y Matt y Linda están durmiendo.- Me contestó poniendo un plato delante de mi.

-¿Qué es?- Le dije examinando el plato.

-Es un intento de pasta a la carbonara.- Me dijo escondiendo la cara.- Me ha salido muy mal. Soy un desastre.

Cogí un poco para probar, no tenía muy buena pinta, pero seguro que sabía bien. No me equivocaba, estaba bueno. -Está muy bueno, Princesa.

-No me mientas. Sé que está horrible. No te lo comas. Dame, lo tiraré.- Me dijo intentando quitarme el plato.

-¡Eh! No, déjalo. Te digo que está bueno.

-¿De verdad? Si está malo no te lo tienes que comer, eh.

-Te digo que está bueno. ¿No me crees?- Le insistí.

Ella negó con la cabeza y se echó a reir. Solo ella podía sacarme una sonrisa en un momento como este. Me reí con ella. Mientras seguía comiendo y veía como me miraba con cara de pánico cada ver que introducía el tenedor en mi boca. Poco a poco me comí el plato entero. La verdad es que estaba muerto de hambre.

-No me puedo creer que te hayas comido esa basura.- Me dijo a carcajadas.

-Estaba bueno, pesada.- Le dije tirándole la servilleta.

-Trae, deja que lo limpie.- Me dijo al coger el plato.

Me dio la espalda para ponerse a fregar el plato. Me levanté de la silla y la abracé por la espalda. Sentía su sonrisa en mi mejilla cuando me dio un beso. Si alguien podía sacarme del humor en el que estaba era ella. Esta mujer tenía poderes sobre mi. 

-Vamos a la cama.- Me dijo quitándose los guantes de latex y cerrando el grifo.- Es tarde y seguro que estás cansado.- Me dio la mano y me llevó por el pasillo hasta la que ahora era nuestra habitación.

Se tiró en la cama y se metió debajo de las sábanas, tapándose hasta la cara, como una niña pequeña. Hice lo mismo que ella. Me metí en la cama y la acerqué a mi. Haciendo que su espalda se pegase a mi torso. La agarré por la cintura y me acurruqué junto a ella.

-Te quiero, pequeña.

-Te adoro, Liam. Nos vemos mañana.- Me dijo dándome un corto beso antes de volver a su posición y cerrar los ojos. Yo también cerré los míos.

¿Me quieres? Demuéstralo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora