Goodbye

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************** NARRA SAM *************

"Din" Las puertas del ascensor se abrieron para dejerme salir. Estaba tan cansada después del día que había tenido, que cogí el ascensor. Busqué las llaves de casa en mi bolbso.

-Maldito bolso. Nunca encuentro las llaves dentro de esta mierda.- Dije en voz alta.- Aquí están.- Metí la llave en la cerradura.

-¡Sam! ¿A qué no sabes qué he hecho hoy?- Vino nicky corriendo.

-Hola, preciosa. Cuéntame.

-¡He grabado una maqueta! ¿Te lo puedes creer?- Me dijo entusiasmada, agitando el disco en el aire.

-¡Vaya, eso es genial! No sabía que cantaras.

-Sí, bueno... no lo sabe nadie. Excepto Mamá y Liam, claro.- Me sonrió.

-Pues déjame decirte que estoy desando escucharlo.- Dije y Nicky se levantó y puso el CD en el equipo de música. Unas notas tocadas con la guitarra empezaron a sonar. Justo después la voz de una chica inundó la habitación.- Wow, Nicky. ¿Esa eres tú?- Ella asintió.- ¡Cantas genial! ¿Por qué no me lo habías dicho antes?- Ella se encogió de hombros, mientras una sonrisilla tímida se dibujaba en su rostro.

-Pues porque le da vergüenza, porque no cree que sea tan buena, como, de hecho, es.- Dijo detrás de mi Liam.- Hola, preciosa.- Me derretí.

-Hola.- Se agachó y unió nuestros labios. Estaba de buen humor. Parecía que mi tactica de dejarle un poco de espacio había funcionado después de todo.

-Ohhhhh ¡Sois lo más mono del mundo!- Dijo Nicky.

Abrí los ojos para encontrarme que esa media sonrisa que tanto me gustaba y esos ojos verdes por los que vendería mi alma. Liam me sonreía, pícaro, como si guardase un secreto. Un secreto que parecía hacerle feliz. Me preguntaba qué era aquello que le tenía de tan buen humor, no podía ser solo que no le fuera a dar la brasa con lo del boxeo.

-Hola, Sam.- Me saludó Rebecca.- Cielo, nosotras nos vamos.- Se dirigió a Liam.

-¡Jo!- Se quejó Nicky.

-Vamos.- Le insistió.

Nicky sacó su CD del aparato y despidiéndose de nosotros con un abrazo.

-Buenas noches, chicos.- Se despidió Rebecca.- Os quiero mucho.- Salieron las dos por la puerta.

Hubo un momento de silencio mientras Liam desaparecía por la puerta de la cocina.

Me quité la chaqueta y la dejé junto con el bolso en el perchero. Me quité los zapatos, los pies me estaban matando. Y me encantaba andar descalza por la moqueta.

Me acerqué a la cocina. Me quedé observándolo desde el marco de la puerta. El se giró al notar mi presencia.

-¿Qué?- Me preguntó con esa media sonrisa.

-No, nada. Solo te miraba.

-Ya veo que me mirabas.- Volvió a lo que estaba haciendo.

Yo me acerqué a la encimera donde él estaba cortando unas verduras y me senté encima.

-Ten cuidado, no te vayas a cortar. Tienes el cuchillo al lado del culo.- Me dijo riendo.

Acercó su mano lentamente y quitó el cuchillo, sin siquiera rozarme, con mucho cuidado para no cortarme.

-¿Siempre vas a actuar como el protector de todo el mundo?- Le pregunté.

-El tuyo, siempre.

-Sabes que no me puedes proteger de todo, ¿verdad?

-Pero puedo intentarlo, ¿no?- Me sonrió.

Verle sonreir hacía que me derritiera. Parecía que todo volvía a estar como antes y eso me hacía feliz.

-¿Por qué sonries, Princesa?

-Porque ahora mismo soy feliz. Creo que no necesito nada más.- Ahora yo sonreía como una boba.

-¿Sabes? Creo que yo también soy feliz ahora mismo, apesar de todas las cosas. En este momento, soy feliz.- Estaba tan contento que le brillaban los ojos.

No lo pude evitar y lo besé. El puso su mano al final de mi espalda, mientras yo ponía las mías en su nuca. Liam sonrió a mitad del beso, lo que hizo que yo sonriera también, y que quisiera besarlo con más ganas aún.

-Si te pasase algo me moriria, ¿lo sabes? Por eso soy tan pesada.- Le dije cuando dejamos de besarnos.

-No me va a pasar nada, Princesa. Te lo juro.- Me dijo mirándome a los ojos.

Sentí la necesidad de abrazarlo, y así lo hice. Lo rodeé con mis brazos y me apoyé en su pecho.

-Más te vale.- Le dije.

Liam se rió. El sonido de su risa hizo eco en su pecho. Era el sonido más bonito que había escuchado en toda mi vida. 

-Te quiero.- Le dije.

-Yo también te quiero.- Me dijo y me dio un beso en la frente.- Mucho.

Decidimos saltarnos la cena e irnos directamente al sofá. Pusimos una película, pero ni siquiera la vimos. Nos perdimos en besos y caricias, y perdimos la noción del tiempo. Cuando nos dimos cuenta, la película ya había acabado y los créditos estaban en la pantalla. Nos dio igual que se hubiera acabado la pelicula, nos quedamos abrazados en el sofá. Liam me acariciaba el brazo y yo me iba durmiendo poco a poco.

*********** NARRA REBECCA ***********

Nicky estaba ya en la cama. Había tenido un día lleno de emociones y estaba agotada. Mi adorada hija había grabado su primera canción, y no era porque yo era su madre, pero Nicky tenía la voz de un ángel. Todos los que estaban en el estudio aplaudieron cuando terminó de cantar. No me había sentido tan orgullosa de ella en mi vida. Mi hijita podía brillar por sí misma, ya no me necesitaba. Se había convertido en una mujer delante de mis ojos.

Por otro lado, estaba mi hijo, Liam. Quien me había hecho la mujer más feliz del mundo al pedirme que fuera con él a comprar el anillo de compromiso con el que le iba a pedir matrimonio al amor de su vida.

Mis hijos ya eran personas adultas, a su corta edad. Por lo menos no me perdería verlos madurar. 

Solo podía pensar en que solo me quedaba un día con ellos y que no iba a poder pasarlo junto a ellos porque tenía que preparar todas las cosas para irme y dejarlos a su suerte. Estaba segura de que a pesar de estar solos, las cosas les iban a ir bien, siempre y cuando estuviesen juntos. Creo que sí había hecho un buen trabajo criándolos, después de todo, parecía que eran buenas personas, con principios y que sobre todo, sabían qué era lo realmente importante en esta vida. No pude evitar que una lágrima cayera por mi mejilla derecha al asomarme a la habitación de Nicky y verla dormida en su cama. 

Ya era toda una mujercita. Y se parecía tanto a mi. Con ella se quedaría un pedacito de mi. Estaba segura de que algún día sería una mujer preciosa, que se comería el mundo subida a un buen par de tacones. Esperaba que la conversación que tuvimos el otro día le hubiera llegado, porque era lo único que le podía dejar. 

Cerré la puerta de su habitación y me fui a la mía. Cerré mi puerta para no hacer ruido. Saqué la maleta de debajo de la cama. Recordaba el día en que llegamos a Washington, todo un mundo nuevo de posibilidades se abría ante nuestros ojos. Pensé que sería la última vez que tendría que preocuparme de vigilar quién me seguía. "Hoy empieza nuestra nueva vida" Recoradaba haberle dicho eso a Nicky cuando llegamos a la casa.

¿Cómo meter toda una vida en un par de maletas sin que nadie se diese cuenta? Ese era mi mayor problema. Empecé a vaciar los cajones y a meter cosas en la maleta. Debía tener cuidado de no hacer ruido y de no dejar la habitación demasiado vacía, para que Nicky no sospechase al día siguiente. Miré el reloj y vi que eran las 3:30. Se  me había hecho muy tarde, así que guarde la maleta debajo de la cama de nuevo y me acosté.

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