Capítulo 2: Cuando lo conocí.

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Me quedo mirándole cómo duerme, cómo su pecho se levanta cada vez que respira. Es tan guapo que nunca me he cansando de mirarlo, he intentado memorizar cada gesto, mirada, sonrisa de las que se ha encargado de dedicarme.

— Ya deja de mirarme — habla de repente.

Di un respingo y me acomodo en la cama.

— No te estaba mirando — miento.

Me mira con una sonrisa traviesa, él sabe que intento engañarlo; nos conocemos tan bien que resultaba imposible hacerlo.

Él se acomoda a mi lado.

— Hueles horrible — me cubro la nariz — Necesitas un baño y un lavado de dientes, urgente.

— Estoy sufriendo — toca su corazón — ¿Por qué a las mujeres se les permite parecer cualquier cosa cuando se les rompen el corazón? Exijo igualdad de género.

— Porque somos tan tontas que nos echamos a morir por idiotas.

— Lily — toca mi cara para girarla hacia su dirección — ¿Así sentiste cuando te rompí el corazón?

Mi corazón se acelera y mis ojos comienzan a escocer.

— Mi dolor era diferente al tuyo — analizo sus ojos azules.

— ¿Cómo? — quiso saber.

— No te voy a negar que dolía demasiado, pero lo que más sentía era miedo — tomo aire — no quería perderte y cada día que pasaba te sentía un paso más lejos de mí.

Él toma mi mano.

— ¿Algún día me perdonaras? — sus ojos expresan tristeza.

— Supongo — me encojo de hombros.

Pasa uno de sus brazos por mi hombro para acercar mi cuerpo al de él.

— Te prometo que no volveré a romper tu corazón — besa mi frente.

Me quedo ahí, pegada a su pecho y escuchando los latidos de su corazón.

Si tan solo supiera que estar cerca de él es todo para mí, son muchas cosas las que quisiera decirle pero muero en el intento, seria tan tonta si le gritara mi amor cuando él esta sufriendo por alguien que no merece ni siquiera la más mínima lágrima.

Aun recuerdo el día en que lo conocí, entre tanta gente tuve que fijarme en él, en su sonrisa divertida y su mirada sincera, nunca imaginé que después de un par de palabras, Matías se robaría mi corazón.

Él estaba sentado con una botella de cerveza esperando quizás que cosa, o solo quería estar solo, pero me dio igual si eso era lo quería o no, solamente no pude evitar acércame a él para hablarle.

— ¿Me das? — pregunté.

Él me miró sin entender mucho, yo también lo quedaría mirando raro si se acercará de pronto.

Apunté a la botella.

— ¿No te importa que haya puesto mi boca ahí? — preguntó, mientras me la entregaba.

— No — la tomé y bebí un gran sorbo de ella — ¿Cómo te llamas? — quise saber.

— Matías — sonrió — ¿y tú?

— Lily — también le sonreí — ¿Qué haces aquí sentado mientras todos se divierten?

— Estaba esperando una señal para levantarme a disfrutar — me guiñó un ojo.

— No eres mi tipo, Matías — bromeé.

— Tú tampoco eres mi tipo — rió — Pero quiero bailar contigo para luego acercarme a esa chica — apuntó a una rubia.

Idiota, dije en mi mente. Por un momento pensé que yo era su señal para disfrutar.

— ¿Me ayudas? — me miró con esos ojos suplicantes.

Enarqué una ceja.

— ¿No te puedes valer de tus propios esfuerzos?

Negó con la cabeza.

— Esta bien — dije de mala gana — Solo porque me ha gustado el chico que esta con ella — mentí para que no notará la decepción en mis ojos.

Nos acercamos disimuladamente a la pareja que llamó nuestra atención, teníamos que hacer sin querer el cambió, pero para mi sorpresa el momento nunca llego, bailamos hasta que la música se detuvo, él nunca se fue con la rubia y yo nunca me fui con su acompañante.

Cuando todo acabó, me tomó de la mano y caminamos hasta su auto para llevarme directo a casa.

— Aquí es — le dije cuando llegamos.

Nos quedamos callados por unos segundos.

— Esta es la parte en la que tienes que decir si me quiero ir a la cama contigo — comentó seriamente.

Reí.

— Lamento decepcionarte pero me gusta dormir sola — dije divertida.

— Mañana te sentirás una tonta al darte cuenta que has perdido una oportunidad como esta — sonrió.

— Créeme que no — desabroché mi cinturón de seguridad — Gracias por traerme.

— De nada — se acercó para besarme, pero lo paré en seco — ¿Qué? — preguntó sorprendido.

— No quiero jugar a este juego — dije con cordura.

No es que no quisiera besarlo, en verdad me moría de ganas por hacerlo, pero no quería parecer una chica fácil.

— Nos vemos — me baje del auto para caminar hasta la puerta de mi casa.

— ¡Olvídame! — gritó para luego ponerle marcha a su auto y desaparecer de mi vista.

Entré a casa y lancé lasllaves a la mesa, me acomodé en el sillón y pensé en él ¿Cómo es posible quecon apenas verle pude sentir que él seria mi único escape? Algo había en él queme decía que las cosas iban a cambiar, y en realidad eso sucedió, las cosascambiaron, mi vida cambió y todo fue gracias a él, que siempre ha disfrutado aconcho todos los días de su vida. 

Quiero verte más © | PA#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora