Díez

56 11 0
                                    

Querida Nadia:

Sentí mi alma abandonar mi cuerpo cuando te vi entrar hoy a clase. Fue una semana sin saber de ti y fue la más horrible.

Ver tu semblante ensombrecido y tus ojos apagados, no se compara con lo que sentí esa semana, no se le asemeja en nada.

Estabas distraída todas las horas de clase, perdida en tu mundo, con la vista fija en el infinito, tú cuerpo estaba allí pero no tu mente y eso acrecentó más la preocupación si es posible. ¿Qué te han hecho princesa? ¿Por qué tu brillo se extingue? ¿Por qué se está opacando? ¿Qué han hecho para que dejes de sonreír?

En el receso te busqué y cuando al fin te encontré tu rostro estaba surcado por el dolor y bañado en lágrimas.

Eso me partió el corazón, me acerque a ti sin vacilar esta vez. Trataste de limpiar tu rostro con rapidez pero solo lograbas hacerte daño, que el llanto aumentara y los sollozos no cesaran, las detuve.

Susurre un ¨Tranquila¨, te atraje hacia mí y te abrace. Sentí tus lagrimas empapar mi camiseta y tus manos empuñarla con fuerza, sentí tú pequeño cuerpo sacudirse por el llanto que desgarraba tu garganta. Verte así lastimaba mi corazón.

Solo te apretaba contra mí y pasaba mi mano por tu espalda de forma consoladora, ¿Sería hipócrita de mi parte decir que el que me dejaras sostenerte tan vulnerable, y abrazarte me hizo feliz? Pero ese pensamiento fue opacado por el recuerdo del sueño que tuve de ti llorando y al bajar la mirada hasta tu cuello pude ver lo que tratabas de esconder bajo el suéter de cuello alto. Más marcas, más cicatrices en tu piel y puede que en tu alma sean aún peores. Me rompió por completo aquello pero más que eso fue el incentivo que necesitaba para decidirme definitivamente.

Att: Blake

Lo que escribí para ti en mi Cuaderno [AEL#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora