Capítulo 9.

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La noche cayó sobre el Valle de San Agustín aún más fría y nublada que la mañana. Los cuatro protagonista del robo estaban reunidos en el apartamento de las chicas.
- ¿Está claro el plan? - Preguntó Jim por última vez. Todos asintieron con firmeza y se pusieron en pie. Ya era hora. Lo la debía irse a su trabajo, Jim la llevaría. Antes de marcharse le dio un fuerte abrazo a su mejor amiga y otro a Damen. Todos estaban tan asustados como ella, pero los chicos lo disimulaban mejor.
Jim condujo rápido, como si el viento se fuese a llevar todos sus nervios, pero lamentablemente no era así. Como siempre se despidieron en el estacionamiento.
- Te amo, Lolita. Estaremos bien.
- Nos vemos en unas horas, Jim. Te amo también.
Y se marchó a su trabajo.

Era increíble para Lola como el tiempo volaba justo cuando más lento quería que pasara. Nada podía retrasar el momento que llegaba. Desde su puesto podía observar al vigilante caminar de un lado a otro. Al parecer justo ese día no tenía ganas de dormir en el trabajo. También miró la única cámara de seguridad que había dentro del local e intentó parecer relajada. Caminó hasta la sala para empleados y tomó agua de nuevo. Miró su reloj y se sorprendió al ver la hora. Ya era la 1am. Justo entonces escuchó el motor de un automóvil. Caminó hasta el mostrador y pudo ver a través de las puertas de vidrio del supermercado como el vigilante era sorprendido por dos encapuchados y encañonado por uno de ellos, lo amarraron y colocaron una mordaza en su boca. Lola no encontraba como respirar, estaba congelada en su puesto agarrándose fuertemente del mostrador. Uno de los encapuchados caminó hasta ella y apuntó a su cabeza con una pistola.
- ¡Vacía la caja! - Gritó. Lola temblaba, pero hizo todo lo posible por guardar todo el dinero en la maleta que sostenía el sujeto frente a ella. Sus ojos se iban del dinero al arma y al vigilante custodiado por el otro atracador, tirado en el suelo.
Terminó de guardar todo el dinero y dio varios pasos hacia atrás.
- ¡Sal de allí! ¡Ven acá, tú te vienes con nosotros! - El sujeto no dejaba de apuntarle, la morena salió de detrás del mostrador con paso torpe, una vez allí, él tipo hizo una llave con su brazo y pegó la pistola junto a la cien de la chica. El otro encapuchado agarró el maletín y dejó al vigilante en el suelo. Salieron de la tienda a volandas y metieron a Lola en el carro. Aún sin quitarse las capuchas, Jim y Damen condujeron hasta el escondite que este último y Carmen habían encontrado. Allí esperaba ella por el maletín.
Cuando estuvieron seguros de estar lejos y de que no los seguían, se quitaron las máscaras. Damien conducía, Jim iba junto a Lola. En cuanto ella vio su rostro se lanzó hacia él.
- Tenía mucho miedo. - Musitó temblando, en parte por frío y en parte por toda la adrenalina.
- Tranquila, ya pasó lo peor. - Aseguró Jim, abrazándola con fuerza, aunque en el fondo rogaba porque sus palabras fuesen ciertas y ya estuviesen a salvo.
Damen empezó a bajar la velocidad del auto y cruzó por una callejuela desconocida para Lola, ya no sabía por dónde estaban, pero al parecer Damen iba muy seguro. Dio unos cuantos giros más y al final llegaron a lo que parecía, de lejos y en la oscuridad, una bodega. Damen y Jim bajaron del auto, tomaron la bolsa y entonces pudo ver una pequeña puerta abrirse detrás de ellos. Allí estaba Carmen, esperando. Los tres se perdieron de la vista de la morena, y a los pocos segundos volvió Damen.
- Lola, baja del auto y entra rápido, allí están Jim y Car. Debes irte con ellos, yo tengo que desaparecer éste auto.
- ¿Vas a estar bien? - Preguntó preocupada la chica. Su amigo asintió y entró al auto, le guiñó un ojo como despedida y arrancó. Lola se apresuró a entrar a la bodega. Solo estaba iluminada por dos focos que desprendían una luz débil, pero le permitían ver a su novio y su mejor amiga esperando por ella junto al auto de la rubia.
- Pronto, Lola. - Urgió Jim. Los tres subieron al auto y justo entonces Lola pudo ver que se encontraban en un garaje y no una bodega.
Las dos chicas se sentaron en la parte trasera del auto abrazadas.
- Estaba tan preocupada por ustedes, la espera fue horrible. - Musitó Carmen.
- Lo sé, demasiada adrenalina para una sola noche. Estoy asustada, ¿Y si nos atrapan? ¿Y si dejamos pasar algo?
- Lola, basta. No digas eso, todo estará bien. - Jim extendió su brazo hasta alcanzar la mano de la morena y la entrelazo con la suya unos segundos.
- Ok, lo siento. ¿Qué pasó con el dinero? ¿Dónde lo escondieron? - Preguntó. -
- Damen y yo encontramos ese lugar. Es una de las bodegas de la vieja cantera, él levantó una lámina del suelo y lo metimos bajo tierra. Nadie lo encontrará allí. - Explicó su amiga, acariciando su brazo para calmarla, aunque ella lucía igual de nerviosa y angustiada.
- ¿Y a dónde fue Damen? ¿Cómo hará con el auto? -
- Lo llevará al cañón, hay que incendiarlo y que no queden rastros, igual es un auto robado. Varios kilómetros antes está mi motocicleta, volverá en ella. - Respondió Jim sin dejar de ver el camino. - Relájate, ahora viene tu parte, mi Lola. Debes ir con la policía.
Así era. Venía la peor parte para Lola. Lo que más temía era delatarse a sí misma y a sus amigos. No podía fallar en eso.
El italiano frenó junto a la acera de una calle no muy lejana del supermercado que acababan de asaltar. Antes de que Lola saliera, su amiga le dio un fuerte y cálido abrazo.
- Siento mucho esto, amiga, pero es necesario. - Y dicho esto, levantó su puño y lo encajó en el rostro de su mejor amiga, rompiendo su pómulo y causándole un gran dolor. Lola chilló y se llevó las manos a su rostro, ahora ensangrentado. Aunque sus lágrimas difícilmente la dejaban ver, pudo captar el brillo de los anillos que su amiga llevaba en la mano que agitaba en el aire. A ella también le había dolido.
- Lo siento, lo siento, lo siento. Te juro que lo compensaré. Lo juro. - Repetía Carmen sintiéndose fatal. Jim no quiso siquiera ver el rostro de Lola, le costaba verla así, por eso se negó a golpearla él.
Los dos bajaron del auto, él la rodeó con sus brazos brevemente y depositó un beso en su coronilla.
- Ya falta poco, mi amor. Nos iremos de aquí. - Susurró despacio en su oído y besó sus labios dulcemente antes de dejarla ir.

Lolita. {Lana Del Rey}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora