Capítulo 4

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La puerta volvió a temblar bajo los fuertes golpes que propinaban detrás de ella, Lola se soltó del agarre del Sr. Dawson aprovechando la distracción, pero nuevamente se abalanzó sobre ella. Lola empezó a gritar y a forcejear con el sujeto. - ¡Quítate de encima! - Decía entre llantos. - ¡AYUDENME! ¡ALGUIEN! - Gritó tan fuerte como pudo, pero sus gritos fueron ahogados por el sonido de la puerta al reventar, dejando entrar a Jim como un huracán, arrasando con todo a su paso, haciéndose camino hasta donde se encontraba Lola, aprisionada por un semi desnudo y ebrio profesor Dawson. Jim lo sujetó por el brazo y lo apartó de ella en un segundo, lo llevó hasta la pared más cercana para arrinconarlo, y sin ninguna contemplación, empezó a encajar golpes en su rostro y abdomen, sin descanso, maldiciendo y gritándole de cuantas cosas se le ocurrían. - ¡MALDITO ENFERMO! - Repetía una y otra vez, jurando que lo mataría si lo volvía a ver cerca a Lola, que pagaría por lo que le hizo. No podía ni pensar bien en lo que hacía, todo su ser estaba sumido en el odio y el enojo. Todo el enojo que se había guardado desde que escuchó la conversación de Lola y Carmen en el baño del Old Paul's. El profesor estaba bañado en sangre y casi no podía mantenerse en pie. Jim lo dejó caer a sus pies, pero el tipo no se daba por vencido. Intentó arrastrarse hasta Lola, que se resguardaba tras el sofá.

- Esa... Esa pequeña zorra... me debe... me debe algo. ¡Es mía! -Dijo con la voz entrecortada por el dolor y la sangre. -

- ¡No vuelvas a acercarte, a mirar, a hablarle, ni siquiera pensar en ella! ¡¿ME ESCUCHASTE?! ¡ALEJATE DE LOLA! -Gritó Jim, como si fuese un grito de batalla sentenciando el final de un débil batallón enfrentándose a un enorme ejército. Le propinó una última patada en el estómago al ensangrentado hombre, y escupió junto a él.

El enojo de Jim asustaba a Lola, hasta ese entonces no había proferido sonido alguno. Se dejó llevar por Jim hasta la salida de la casa, pero no se atrevía a mirarlo. Temía que pudiera repercutir contra ella y golpearla igual o peor que como hizo con su maestro. Cuando llegaron a la motocicleta, el muchacho se giró hacia ella, pero Lola retrocedió de inmediato, temerosa.

- Hey... hey, todo está bien, Lolita... - Susurró en un tono bajo y conciliador, extendiendo lentamente su mano hacia la chica. - No te va a pasar nada, estoy aquí, contigo. - Lola tomó su mano, él la estrechó con delicadeza y apegó a la chica contra su pecho. Lola se dejó llevar por el llanto, dejo salir todo su miedo y enojo entre gritos y sollozos que eran amortiguados por la camiseta de Jim.

- ¿Por qué no me lo dijiste, Lolita? - Quiso saber, Jim, mientras le pasaba una soda en lata. Habían llegado hasta el restaurante del padre de Jim y estaban hablando en la oficina de gerencia, así nadie podría molestarlos. Lola se aferraba a la lata de soda y a un cojín, con la mirada perdida en algún punto lejano en la pared. No había pronunciado palabra alguna desde que su llanto había cesado. Eran tantas cosas que le habían golpeado esa noche, no solo la situación que se le había presentado con su profesor, sino los muchos años de malas decisiones, de mala suerte, de hacer todo a los golpes, de hacer todo mal, de todo a medias. Esa noche, allí en el suelo, bañada en lágrimas de odio, todos sus resentimientos salieron a flote.

- ¿Cómo fue que lo supiste?- Musitó la chica después de algún tiempo, sin dejar de mirar hacia el vacío.

- Bueno, yo te escuché hablar con Carmen en el bar, intenté hacerte quedar conmigo, pero sabía que terminarías yendo a su casa, así que vine por ti, quería llegar a tiempo, pero debía averiguar donde vivía aquel animal. Lola, ¿Te diste cuenta de lo que pudo haber pasado? Debiste haberme contado lo que pasaba, tal vez yo... - ¿TÚ QUÉ? TÚ NADA, JIM, TÚ NADA. - Interrumpió abruptamente, Lola, levantándose del asiento y alejándose de él. -Tú no debiste hacer nada por mí, no lo merezco, no merezco nada, nada me lo gano, todo lo consigo seduciendo a los hombres, Dawson tiene razón, soy un cualquiera... Deberías salir con alguien más, Jim, una verdadera mujer. Porque yo no puedo tenerte, ni a ti ni a nadie, y yo no le pertenezco a nadie, le pertenezco a todo el mundo, nunca tuve nada, Jim, y siempre lo he querido todo, lo he deseado con un fuego abrazador, tanto que me consume, tanto que me aterra hasta el punto de que incluso casi no puedo hablarlo, porque ¿hasta dónde estoy dispuesta a llegar para conseguirlo? Me obsesiona la libertad, la verdadera libertad, y no sé a cuántos voy a lastimar en mi búsqueda de ella, y no quiero que nada me detenga. - Jim solo observaba a la muchacha mientras hablaba, no podía estar más fascinado por la manera en la que hablaba, era como un ferviente feligrés escuchando a su líder, parecía que le acaban de revelar los secretos del universo, y sin importar lo que Lola le dijera, sus sentimientos y opinión no cambiaban.
- ¿Crees que no sé todo lo que dicen de ti? ¿Crees que no sé por qué estas conmigo? No me importa, Lola, yo quiero darte todo, lo que quieras, solo quédate conmigo, no me alejes de ti, por favor.

Lolita. {Lana Del Rey}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora