Capítulo 15

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Los segundos entre la pregunta de Lola y la respuesta del doctor, se les hicieron eternos. El hombre seguía mirando con el ceño fruncido sus anotaciones hasta que al fin pronunció algo.

- Está mal. La operación fue exitosa, pero el paciente sigue débil, está en UCI (Unidad de cuidados intensivos) para mantenerlo bajo observación.
- Pero, ¿Se va a poner bien? ¿Verdad? - La voz de Damen se quebró al final de la oración.
- Eso esperamos todos, pero... Yo no puedo prometerles nada, chicos, lo siento... - Respondió soltando un suspiro para luego retirarse. - Permiso. - Dijo, y se fue.
Lola lloraba en silencio, no sollozaba, sus lágrimas solo caían por su rostro con rapidez, pero no profirió sonido alguno. Carmen aun la abrazaba y acariciaba su cabello mientras apretaba la mano de Damen.
- Iré a preguntar cuando podremos verlo... - Dijo Victoria, pero en ese mismo instante las puertas del quirófano se abrieron de par en par, dando paso a la camilla en la que llevaban a Jim, lleno de tubos por todas partes, con un aspecto terrible y con algunas manchas de sangre aun. Fue aquella escena la qué hizo enloquecer a Lola. Verlo así rompió su alma en mil pedazos, pudo sentir su corazón caer a un vacío, se sintió desesperanzada y corrió hacia él, llorando desesperada sobre su brazo, parecía sin vida, tan pálido, a pesar de que el médico le había dicho que había sobrevivido la operación, Lola sentía el dolor en el pecho advirtiéndole que no lo volvería a ver, por lo que peleó y pataleó con todo el que intentó alejarla de él. Quería estar con él, quería quedarse con él porque en cualquier momento se le podía ir y dejarla siempre sola y eso le aterraba. Con Jim, era como si el cielo tuviese lugar en la tierra, pero en esos momentos, todo su mundo, el paraíso en el que vivía con su chico, se tornaba oscuro. Oscuro y tenebroso, con la muerte acechando, esperando un descuido para arrebatarle de sus brazos al amor de su vida.
- ¡Déjenme con él, por favor! ¡No se lo lleven! ¡No se lo lleven! - Suplicaba.
Damen la tomó en sus brazos para detenerla. Sus brazos empujaban su cuerpo lejos del de su amigo. Sentía su corazón rasgarse cuando su mano ya no sentía la de Jim.
- ¡Lola, calma, por favor! ¡Cálmate! - Pedía Carmen en llanto. Un llanto producido por la imagen de su amiga en sufrimiento, porque ella no podría imaginarse en esa situación con Damen al borde de la muerte, porque ella no quería ver a su amiga sufrir y porque Jim era su amigo también.
- Solo lo llevarán a otra habitación, luego podrás verlo, cariño, debes calmarte. - La voz de Victoria empezaba a temblar y sus ojos estaban humedecidos ya.
- Cálmate, Lola... - Volvía a susurrar la rubia, rodeando a su mejor amiga con sus brazos.

En cuestión de minutos, Lola cayó en el sueño. Estaba muy cansada por la noche y ya eran pasada las tres. Se durmió llorando en los brazos de Carmen. Damen ayudó a pasarlas a ella y a Carmen qué también se había dormido, a una de las camillas de una habitación vacía. Victoria se había ido media hora antes, así que Damen no tardó mucho en dejarse llevar por el cansancio y sus ojos de a poco iban cediendo. Aún no hablaba con su jefe, pero era lo que menos le importaba en ese momento. Sus pensamientos estaban en la sala contigua en la que su amigo yacía, debatiéndose entre la vida y la muerte. Damen fue siempre un chico social, hacía conocidos en cualquier lado al qué iba, pero a pocos podía considerar amigos, y solo a uno "mejor amigo". Jim le demostró su lealtad y Damen a cambio le dio la suya, tal vez no era el mejor chico del mundo, ni el mejor novio, pero sin duda, el mejor amigo para Jim.
Jim, por otro lado, nunca acostumbró a tener muchos amigos, su vida antes de Lola, estaba detrás de las cocinas del restaurante de su padre o bajo el casco de su moto. Siempre tuvo chicas detrás de él por su notable atractivo, y muchos lame botas que querían ser sus amigos porque les parecía cool qué arriesgara su vida en la moto cuando competía. Pero solo en Damen pudo encontrar al cómplice perfecto, al compañero que estaba dispuesto a seguir en cualquier locura, y así lo había hecho desde entonces. Ambos se embarcaron en el mismo barco, navegado por sus locas novias, sin titubear, porque sabían que nadie mejor que ellos había para cuidarlas.
Así que no era extraño que Damen llorara en su sueño mientras dormía en la incómoda silla del pasillo, pues hasta allí lo seguía el temor de perderlo. Sin poder soportarlo más, despertó sudando, a pesar del frío, y con lágrimas en su rostro. Las secó rápidamente, no podía dejar que nadie lo viera en tal estado, pero por más que secara las qué ya tenía, nuevas volvían a bajar por sus mejillas, y es que el dolor no lo podía secar como a sus lágrimas, el dolor seguía allí, apuñalando su corazón. Quiso escabullirse hasta su habitación, pero una enfermera estaba dentro, pudo ver su borrosa silueta caminando en la habitación a través del cristal de la puerta. Esperó varios minutos hasta que al fin salió, él pretendió estar dormido cuando pasó frente suyo, y luego de cerciorarse de que no regresaría, caminó de puntillas hasta la habitación del italiano. Entró con miedo. No quería tropezar nada o desconectar algo por accidente. Solo quería verlo, así que desde el umbral de la puerta, ya cerrada, lo observó dormir. Sin duda, una imagen desgarradora, el ver a su amigo tan vulnerable. Damen atrapó una lágrima qué trataba de caer, antes de que rodara por su mejilla.
- Sé fuerte, Viejo. - Susurró para Jim, sin acercarse mucho, solo lo suficiente como para que él lo escuchara aun en su estado. - La cuidaré mientras vuelves. - Dijo con solemnidad, pues era un juramento que le hacía a su amigo. Posó su mano sobre el brazo de Jim, y se retiró de la habitación. Quería intentar descansar un poco, y a pesar de la incomodidad de la silla, el cansancio le hizo rendirse rápidamente.

Lolita. {Lana Del Rey}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora