Capítulo 14.

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- ¿Es él? ¿Así se llama? - Preguntó Jim.
- Sí, él fue mi... Cliente, supongo. - Respondió Lola, intentando no darle mucha importancia y acercándose hasta donde estaba Jim.
- ¿Lorraine? ¿No te dice Lola?
- No, prefiero que no. Lola es más para mis amigos, ¿No crees?
- ¿Qué pasó exactamente, Lola? - Jim se giró hacia ella, para poder ver su rostro. Su mandíbula estaba tensa y poco a poco sus puños se iban cerrando. Lola apartó su mirada y se entretuvo jugando con sus manos. No había pasado nada malo, nada que pudiera dañar su relación, pero le molestaba la desconfianza, que aquello demostraba, sentía Jim.
- Bueno, Victoria me llamó en la tarde del sábado. Me dijo que en dos horas debía irme, fui hasta el apartamento de ella, allí me recogió un auto, recibí un regalo, un vestido muy lindo, y me llevó hasta Manhattan, me dejó en un hotel enorme, allí me arreglé para salir a cenar, luego llego Anthony Lockhart, hablamos durante la cena y regresamos.
- ¿Y durmieron... Juntos?
- No, Jim. Tenía mi habitación aparte. Escucha, no hubo sexo. Nunca me lo propuso ni lo insinuó. Él dejó claro que solo quería mi compañía para varios eventos. - Lola ya sonaba exasperada, y con mucha razón. No sentía la necesidad de contarle a Jim todo lo que hacía durante sus días. No veía el porqué debía darle explicaciones. Jim notó el tono de su voz enojado, y se disculpó.
- Perdón Lolita, es que... ¡Agh! No quiero que otras personas te presumen como si fueras de su propiedad. Tú eres mía, Lola. Mía. No te presto a nadie.
- Jim, suenas como un niño. Es mi trabajo, no seas así. Sabes que siempre seré tuya, pero no como un objeto de exhibición, soy tuya como alma, como cuerpo. Y de ellos, solo por momentos, solo en apariencia, en engaño. Te amo a ti, Jim, ¿puedes entender eso? - Jim tomó las manos de Lola y las llevó a sus propias mejillas, sintiendo el calor que emanaba de estas, y acercando sus rostros cada vez más, hasta poder juntar sus labios, sin besarse.
- Sí, lo entiendo. También te amo, y sabes que me tienes por siempre, Lolita. - Susurró junto a sus labios, besándolos al concluir la frase.
- ¿Volverás a verlo?
- Puede ser, puede que sea otra persona... No lo sé. Esta noche hay una fiesta en un club privado, todas iremos. ¿Por qué no vienen? Podrían vender mucho. - Comentó la morena, jugueteando con el cabello rubio y ondulado de Jim.
Jim y Damen habían ido extendiendo el territorio de ventas de las drogas de Ray, su jefe. Así que Jim no pensó que él, o Kevin, su jefe inmediato, les pusiera problema alguno por vender en otro lado.
- Le diré a Kevin que le comente eso a Ray. Tal vez esté de acuerdo. ¿Victoria no dice nada si van con sus novios?
- Mientras los clientes no lo sepan... - Respondió Lola con una sonrisa maliciosa de las suyas. Jim volvió a besarla, y un segundo después, la puerta de la habitación se abría de par en par, tras la patada de Damen.
El muchacho venía cargado de bolsas negras y cajas, y luciendo una sonrisa. Dejó todo aquello sobre el suelo y tomó asiento junto a Lola. Besó la mejilla de la morena y chocó sus puños con su amigo.
- Pensé que no volverías, Lolita. - Dijo divertido. Lola solo sonrió por educación, pues aun cuando lo miraba, recordaba los moretones de su amiga.
- ¿Qué es eso? - Inquirió agarrando una de las bolsas.
- ¿Mercancía? - Dijo Jim. Damien asintió.
- Kevin Collins la acaba de traer, aquí hay para todo el mes, y no vas a adivinar qué hay en las cajas.
Jim se apresuró a ver dentro de ellas, y Lola lo imitó. En ellas habían varias armas de fuego y una cantidad grande de municiones. Lola sacó algunas y las sostuvo en sus manos maravillada con los artefactos.
- Wow... Están asombrosas, ¿Son suyas? ¿Las saben usar? ¡Jim, enséñame a disparar!
- Hey, hey, hey, morenita, calma. Matarás a alguien. - Damen apartó las armas de Lola, quien hacia un puchero a su novio para recuperar una. Él la complació.
- Ten, pero no agarres el gatillo. ¿Están cargadas? - Preguntó Jim.
- Claro que no, solo quería molestarla.
Jim, Damen y Lola examinaron cada una de ellas, contaron las cajas de municiones qué habían allí, e hicieron un rápido inventario. Habían, en su mayoría, armas pequeñas de defensa personal, UPM 45, MP7, algunos revólveres, M9, and automáticas, semiautomáticas y cosas así que los chicos mencionaban, pero Lola no entendía. También habían dos grandes escopetas, esas las dejaron a un lado, según para proteger las habitaciones.
- Ray dijo que nosotros debíamos responder por ellas, y que debíamos ser prudentes al usarlas... Tú sabes, los policías siempre están jodiéndonos y esos del otro lado.
- ¿Quienes? - Quiso saber Lola, empacando la última caja de cartuchos de vuelta a la caja más grande.
- Oh, nadie, los policías y... Eh, vecinos que siempre se están quejando. - Explicó Jim de rapidez, y para su fortuna, Lola no notó su nerviosismo al hablar. - Bueno, ya está todo guardado. ¿Dónde está Car, Damen?
- Sigue dormida, ya sabes como es.
La muchacha se encogió de hombros y se levantó del sofá dejándolos hablar a los dos, mientras ella preparaba algo de comida rápida en la pequeña estufa que tenían en cada habitación. No veía la hora de salir de aquel lugar y poder vivir en una casa de verdad, sin arriendos ni vecinos molestos o gerentes fastidiosos.

Lolita. {Lana Del Rey}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora