New York.
- Se nos está acabando el dinero. - Dijo Jim. La expresión de todos en la habitación era seria. Llevaban tan solo un mes en New York y no habían podido conseguir empleos, y ahora, se quedaban sin dinero. Desde su llegada a la ciudad de Brooklyn, en New York, todo se les había complicado. La familia que Damen tenía allí, se habían mudado a New Jersey varias semanas antes de su llegada. Al menos pudieron conseguir un hotel donde hospedarse. No era el mejor que podían pagar, pero estaba bien lo que tenían por tan barato precio. Jim y Damen habían hecho algunos trabajos de mantenimiento para el encargado del hotel, Lola y Carmen buscaron en cada cafetería o bar que encontraron, un trabajo, pero salían siempre sin suerte. En ese punto, ya estaban frustrados. Volvían a sentirse como cuando no lograban conseguir el dinero para viajar. La sensación era igual. El ambiente pesado, las discusiones entre todos, el estrés, los malos pensamientos y también, las mismas ideas vagas para solucionar el problema.
Todos miraban a Jim, pero el rubio no despegaba sus oscuros ojos cafés de la mesa en la que estaba el último fajo de billetes que les quedaba. Él era consciente de que todos esperaban que dijera algo, que se le ocurriera algún plan, pero Jim no tenía idea de que hacer.
Damen soltó un bufido y dejó caer su cabeza entre sus manos. Carmen quiso agarrar su hombro, pero él se la sacó de encima bruscamente y se levantó de un salto para salir de la habitación, y ella fue tras de él. Lola y Jim intercambiaron una confundida mirada, pero sin ánimos de discutir sobre sus amigos, se acercaron el uno al otro y se abrazaron. Jim acariciaba la espalda de Lola y jugaba con sus rizos como acostumbraba.
- ¿Qué vamos a hacer, Jim? - Dijo ella, apoyada en el pecho del italiano, escuchando su corazón y sintiendo su pecho subir y bajar con su respiración.
- Ay, mi Lolita... - Dijo suspirando. - No te preocupes, te daré todo lo que quieras, no importa lo que deba hacer.
- Pero si ya te tengo a ti. Eres todo lo que quiero. - Replicó la morena, provocando que una sonrisa se dibujara en el rostro de su novio.
- Bueno, pero una linda casa, un carro lujoso, hermosos vestidos y muchos diamantes no están de más, ¿o sí? - Dijo él, bromeando.
Lola río por lo bajo y abrazó su cintura aún más.
- Eso estaría muy bien, no lo niego.
- Entonces lo vamos a conseguir. - Concluyó el rubio. Jim ya tenía claro lo que debía hacer. La verdad era que días atrás, él y Damen, habían recibido una propuesta de trabajo algo inusual. Se hallaban los dos en un bar cercano al hotel en donde se alojaban, bebiendo luego de una tarde buscando trabajo para ellos. Los dos discutían su suerte y lo mucho que necesitaban trabajar. Kevin Collins, un sujeto de algunos 40 años, estaba sentado detrás de ellos, sin querer, escuchando la conversación. El tono desesperado de Jim al hablar cautivó su atención. Kevin Collins les escuchaba sin querer. El desespero en la voz de Jim le hizo interesarse más. Luego de acercarse a ellos, les propuso a los dos hacer parte de su trabajo, aunque no les dijo mucho de que se trataba, pero sí les mencionó que no era un trabajo legal y que tendrían que ensuciar sus manos y hasta arriesgar sus vidas.
A Jim no le llamó mucho la atención eso último, tampoco a Damen, pero era la única oferta que tenían. Esa noche, los dos volvieron al hotel, pero ninguno de los dos dijo palabra alguna. Ambos pensaban silenciosamente en los beneficios y perjuicios que aquello podía traer. Pactaron no decirle nada a las chicas hasta no decidir algo, sin embargo, Kevin había dejado la oferta abierta y les había citado nuevamente en el mismo local, un poco más temprano, para darles más detalle.
- Esto es grande y serio. No es ningún juego, si aceptan entrar deben estar comprometidos. - Había dicho a ambos. - El jefe es pesado, no le gustan los holgazanes. -
El jefe de Kevin Collins era un tal Ray. Kevin nunca mencionó su apellido y siempre le llamaba por su simple nombre u apodo. Ray. Los dos jóvenes ya tenían claro que el negocio al que Ray se dedicaba no era nada legítimo ni seguro, pero querían saber qué era.
- Tráfico de drogas. Es eso. Ray está buscando a alguien que cubra está zona de la ciudad y creo que ustedes son buenos. - Dijo la segunda vez que se vieron. Ninguno de los dos dio respuesta final alguna, pero tampoco rechazaron la oferta de inmediato. Le hicieron saber a Kevin que debían conversarlo antes y pensarlo muy bien, y que luego le darían a conocer su decisión.
- No me busquen, yo los encontraré algún día y ya me dirán. - Fue lo que les dijo. El sujeto siempre mantenía un bajo perfil, en lo que cabía, pues siempre estaba repartiendo bebidas y regalando grandes propinas.
Jim notó eso, notó que Kevin Collins vestía muy bien y siempre cargaba con mucho efectivo. Así que esa tarde, luego de saber que se estaban quedando sin fondos, tomó la decisión.
- Ahora vuelvo, Lola, voy a hablar con Damen. - Se disculpó con la morena, besó su frente y se levantó de la mesa.
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Lolita. {Lana Del Rey}
FanfictionUna novela inspirada por las maravillosas canciones de Lana del Rey.