Capítulo 17.

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Lola dejó su abrigo sobre el espaldar de la silla y retiró los guantes de sus manos, pues dentro de ese restaurante, no hacía tanto frío como afuera. En algunos minutos, el conocido de Anthony llegaría para encontrarse con ella.
Posteriormente habían hablado. Ella y Anthony. Él había solicitado su compañía de nuevo, pero Victoria le explicó que ella no se encontraba disponible. Ante la preocupación que, según Victoria, había mostrado el sujeto, Lola decidió llamarle y contarle lo que estaba ocurriendo con Jim. Desde entonces los dos siguieron en contacto.
De eso hacían cuatro meses, y Lola sintió que ya tenían la suficiente confianza como para pedirle un favor.
Era por eso que allí se citaba con el amigo de Anthony. El Sr. Burton era un investigador privado. Cuando Lola le dijo a Anthony que necesitaba uno, el mayor enmudeció, sin pista alguna de para qué o por qué Lola necesitaría uno, pero tampoco le preguntó al respecto, pues no vio en ella intención de contárselo. Simplemente le dio la información del mejor investigador que él conocía en todo de New York.

- ¿Señorita Grant? - Preguntó un sujeto alto y de cabello canoso.
- Sí, ¿Es usted Burton? - El caballero frente a ella asintió.
- ¿Puedo? - Dijo haciendo ademán de tomar asiento, pero esperando por el permiso de la chica.
- Eh, sí, sí... - Respondió Lola. Tenía prisa y muchas ansias por explicarle al sujeto qué era lo que ella quería.
- Entonces, la escucho, Srta. Grant, ¿Cómo la puedo ayudar?
- Estoy buscando a mi madre. Mire, no será fácil encontrarla... Ni siquiera la recuerdo, solo sé que cuando me dejó, vino aquí y que solía hacer imitaciones de Marilyn Monroe... Por eso le dicen Marilyn, pero su nombre es Jane... - Tomó una pausa para rebuscar entre su bolso una fotocopia de la única foto que tenía de su madre.- Tenía 21 años en esa foto.
El investigador la observó por unos segundos y luego volvió a ver a Lola, como si le acaba de contar un chiste muy malo.
- Niña, debes estar bromeando... Ni siquiera sabes si sigue viva, si aun vive aquí, solo tienes un capricho y...
El sujeto fue silenciado de pronto por el montón de agua que Lola había arrojado hacia él.
- ¡Yo no soy una niña! Y a usted no le debe importar si es mi maldito capricho, solo haga lo que quiero porque para eso le voy a pagar, ¿Me entendió? - Amenazante empuñó lo que más cerca tuvo, un tenedor, hacia él. El investigador levantó sus manos y tomó muy lentamente el objeto para dejarlo nuevamente sobre la mesa. Algunos de los comensales que estaban en el lugar los observaban extrañados, incluso un camarero intentó acercarse, pero el señor Burton le detuvo con un gesto.
- Vaya, señorita Grant... Es usted muy... Salvaje, pero no sé ofenda. Me agrada. De acuerdo, aceptaré este trabajo, pero solo por ser recomendada por el señor Anthony...
- No me interesa porqué razón lo vaya a hacer, solo hágalo y no me busque hasta que no tenga una respuesta con usted. - La morena se levantó bruscamente de la mesa, tomó su abrigo y arrojó un sobre con algunos datos, a las manos de Burton.
Salió del restauran haciendo resonar sus tacones contra el suelo de madera, hasta llegar al asfalto de las aceras neoyorquinas. Una vez en la calle, respiró el helado aire para aclarar su mente y dejar salir algo del enojo que le hizo agarrar la actitud del investigador.
Empezó a caminar, perdiéndose entre la multitud de personas que iban de un lado hacia otro a esa hora. Ella iría al apartamento de Victoria. Allí se estaba alojando desde hacía unos días, cuando dejó su hogar por la difícil situación que vivía con Jim.
Desde aquella pelea en el Coney Island, cuando a Jim le hirieron, la vida de Lola se había desmoronado. Cada día tenía que ver al chico que amaba acostumbrarse a cada mínima cosa que en otros tiempos eran parte de su cotidianidad. Estar con Jim se sentía demasiado incómodo, no sólo para ella sino también para él y para sus amigos. Era como dos ex novios que se encontraban de nuevo y tenían que vivir juntos. Jim entendía que él era el novio de Lola, pero aunque creía en ello, no podía sentirlo, y Lola podía ver el esfuerzo que ponía en tratar de recuperar aquel afecto, que todos decían, él solía tener hacia Lola, pero también podía ver que fracasaba en cada intento. Así pues, prefirió darle un espacio al muchacho y un respiro a sus amigos, mudándose a la casa de su jefa y sus compañeras. Aunque pareciese una decisión sencilla, no lo había sido. Lola lloraba cada noche desde que Jim perdió la memoria y rogaba porque la recuperará pronto, pero nunca obtenía respuesta. Y aunque verlo era difícil, no verlo, era peor. Muy a pesar del dolor que pudiera causarle su decisión, Lola se mantenía firme. Sin darse cuenta, ya estaba frente al enorme edificio en donde vivían Victoria y sus compañera, el harén, como también era conocido el lugar. El portero la recibió con una sonrisa y le abrió la puerta, no sin antes echar una ojeada al cuerpo de la morena, pero ella ya estaba acostumbrada a que hicieran eso, así que no le dio importancia. Subió en el elevador hasta la oficina de Victoria para notificarle que ya había llegado, pues la pelirroja había solicitado su presencia para esa tarde. Ella y dos de sus compañeras, Alyson y Bell, habían sido pedidas para una fiesta ese día.

Lolita. {Lana Del Rey}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora