Capítulo 11.

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La tarjeta de Victoria reposaba sobre la mesa de desayuno de la habitación de Damen y Carmen. Lola y su amiga miraban al pequeño cartón con un número de teléfono grabado en el, como si fuese el objeto que revelaría los mayores secretos de la vida. Ambas se debatían sobre si llamar o no a Victoria. Ya habían planteado la posibilidad de que a los chicos no les gustara la idea.
- Bueno, pero ellos no nos habían contado de su trabajo, además solo queremos más información. - Argumentó Lola.
- Pues sí, tienes razón, amiga. ¡Ay llamemos! Nada perdemos, además, si no nos gusta, pues no aceptamos y ya. ¡Anda, vamos! - Carmen había tomado la tarjeta y se había puesto en pie. Lola dudó un segundo, pero terminó cediendo.
Victoria las había citado en un edificio del centro de Brooklyn. Estaba en vecindario muy pintoresco, lleno de graffitis por todas partes y prácticamente se podía respirar música por todas partes. Las dos amigas llegaron al lugar y tocaron el timbre. Una muchacha joven como ellas, igual de guapa, con una melena rubia y rizada y grandes ojos azules, les abrió.
- Hola, ¿Ustedes son las invitadas de Victoria? - Preguntó con amabilidad. Las muchachas asintieron y la otra rubia las dejó pasar. - Adelante, ella está en su estudio. - La chica las guió hacia el lugar y llamó a la puerta antes de entrar. La voz de Victoria se escuchó desde adentro, invitándolas a entrar.
- Gracias, Bell, puedes retirarte. - Le dijo a la muchacha y está obedeció. Victoria se acercó a Lola y Carmen y las saludó con dos besos a cada una.
- Me alegró mucho que vinieran, chicas. Me sorprendieron gratamente.
- Bueno, al principio no estábamos seguras, pero, nos picó la curiosidad. - Confesó Lola. Victoria sonrió.
- Bueno, ¿Y qué quieren saber?
- Absolutamente todo. - Dijo Carmen.- Desde el sueldo más mínimo hasta el más alto, los clientes, las reglas, lo que hay que hacer... - Victoria la detuvo levantando sus manos frente a ella y riendo.
- Calma, Carmen. Les contaré todo lo que quieran saber, pero de a poco. Deben tener en cuenta, mis niñas, que este es un negocio exclusivo y hay que ser cautelosos con la información. ¿Entendido? - Ambas dijeron que sí al unísono. - Bien, entonces, demos un recorrido por la casa.- Las tres se levantaron y dejaron la oficina de la mujer, pasando al pasillo principal, por el que habían entrado.

- Nuestra "sociedad", si así le quieren llamar, lleva años existiendo. Desde mucho antes de que yo me uniera. Empecé un poco más joven que ustedes, a los 17. Muchas empiezan aún más niñas, pero desde hace algunos años trabajamos solo con mayores de edad. Ya saben, problemas legales y eso. Yo hago las conexiones con los clientes. Llevo a las chicas a eventos importantes donde sé que habrá gente con dinero. Cada chica elije con quien irse, ninguna es forzada a nada, y como les dije antes, depende de cada quien lo que harán con ellos. Claro, que ninguno de ellos pagará mucho por sólo una cena, tengan eso en cuenta.
Aquí viven algunas de las chicas, no todas. Desde aquí controlamos todo el negocio. Podrán conocer a algunas que son de mi entera confianza, vengan conmigo. - Victoria las llevó hacia una especie de terraza en la azotea donde habían otras chicas. Parecía la mansión de Playboy. Todas eran extremadamente lindas. Victoria las presentó.
- Chicas, quiero que conozcan a Lola y Carmen. Posiblemente se nos unan. - Las mujeres las miraron y saludaron con cortesía cada una. - Ellas son, Laura, Allison, Bell, ya la conocieron, y Jess. - Dijo mientras señalaba a cada una de las chicas. Luego las llevó de nuevo a la oficina. Lola estaba cada vez más tentada en aceptar, le parecía el lugar perfecto para ella. Estar allí, rodeada de chicas como ella, recibiendo la atención de todos, recibiendo sus regalos solo por tener un poco de ella. Claro que le gustaba la idea y estaba segura de que a Carmen también.
- Victoria. Debemos primero hablarlo con los chicos, debemos saber que piensan ellos, pero en verdad, por lo menos a mí, me encanta la idea. - Admitió Lola, y Victoria podía ver en sus ojos el anhelo de ser parte de ese lugar, de tener lo que sus chicas tenían.
- Descuida, Lolita. Tómense su tiempo y ya saben donde conseguirme. -
Lola y Carmen salieron del edificio más pensativas de lo que entraron. ¿Qué iban a hacer si Damen y Jim no aceptaban? Porque una cosa era vender drogas y otra era prostituirse. A ellas no les parecía tan mala idea si fuesen ellos quienes debieran hacerlo. El resto del camino de vuelta al hotel la pasaron haciendo chistes sobre ellos vendiéndose en una esquina.

Lolita. {Lana Del Rey}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora