Escena 12. El asesinato de Andrés.

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Nemessis Onion

—Andrés, soy yo, estoy bien —sonaba la voz de Mar al otro lado de la línea.

—¡¿Mar, Dios mío, eres tú?! ¿Seguro estás bien? ¿Sabes dónde estás? No puedo permitir que te pase nada. —Andrés seguía creyendo que Mar estaba secuestrada, que el plan de Brigitte había dado resultado—. Perdóname todo es culpa mía, pásame a De Martino o a quien esté contigo, me entregaré, te sacaré de esta.

—No Andrés, que estoy bien, que he escapado.

—¡¡¡¿Quéééé?!!!

—Lo que escuchas, fue Fernando, mi amigo Fernando, tú lo conoces, fue él quien me ayudó a escapar y... —casi con un temblor en su voz— ahora estoy con él... Pero te lo contaré luego, ahora tienes que huir porque ellos te buscarán y aléjate de la francesa. Andrés, aléjate de ella o nos matarán a ambos.

Andrés un poco más relajado y pensativo giró su vista hacia Brigitte finalizando la llamada con la frase:

—Sí, eso haré.

Sus brazos bajaron lentamente mientras observaba a Brigitte lleno de dudas; y esta, en cambio, lo veía fijamente, ahora con una mirada diferente, un tanto más decidida pero aun así, con resignación en sus ojos.

—¿Era ella, cierto? —preguntó Brigitte. Andrés no hizo nada más que guardar silencio—. Sí, era ella, lo noto en tu mirada. Andrés, ¿te ibas a entregar por ella? Dime, ¿la amas de esa manera?

—Yo... —tartamudeó— ella es mi amiga, ha estado siempre conmigo y no podía permitir que muriese por mi culpa.

Brigitte lo observó fijamente, y sin decirlo, notó que Andrés no respondió a su pregunta, él no dijo si amaba o no a Mar.

Los ojos de Brigitte se llenaron de lágrimas, casi hasta llorar, casi... Su mente se aclaró y toda la tormenta de dudas ahora parecía despejarse en una idea fría y clara, los sentimientos de Brigitte se agolparon en su pecho, mil y una emociones queriendo salir al mismo tiempo pero que quedaron ahogados en su garganta causando esa sensación de asfixia que nunca antes había sentido.

Inhaló profundo para tomar fuerzas y decir aquellas palabras que no quería decir:

—Si tanto la quieres, deberías hacerlo, deberías dar la vida por ella.

—Pero Brigitte...

—¡No Andrés! —lo detuvo en seco—. ¡No!...

Brigitte se dio la vuelta y salió con lágrimas en los ojos, tomó su móvil e hizo la llamada más difícil de su vida:

—Mario, él está conmigo, hazlo ahora, ven por él.

—Llegaré enseguida —contestó la voz grave.

En menos de un minuto llegaron los dos matones, encontraron a Andrés de rodillas y lamentándose, todo el contenido de aquella caja se encontraba tirado por el suelo, muy mal momento para él, y por su estado, no fue difícil someterlo, todo en aquel momento se oscureció para Andrés.

En otro sector de la ciudad dentro de una pequeña y oscura bodega, un balde de agua fría regresó a la consciencia a Andrés quien se encontraba atado a una silla.

—Descubridlo, quiero verlo —se alzó, prepotente, la voz de De Martino.

Mario arrancó la capucha que cubría a Andrés de un tirón mostrando el rostro de un hombre confundido, cegado por la luz y sobre todo, derrotado.

—¿Muchacho, qué demonios voy a hacer contigo? —reclamó De Martino—.Tú no eres mi hijo, tú eres un error, eres el producto indeseable de mi relación con una prostituta que quiso chantajearme contigo para quedarse con mi dinero, pero eso no pasó y tú tampoco lo harás; ah, y encima de eso, ¿quieres quitarme a mi esposa, cierto? Pobre inútil, eso ni lo sueñes, ella es mi mayor trofeo... ¡Mario! ¡Andrija!

El peligro de amarWhere stories live. Discover now