II

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Al día siguiente me encuentro, oficialmente, libre para hacer decisiones. Me dispuse a buscar al demonio (previamente convertido en gato) para, aparte de hacer mi primera petición, preguntarle cosas un poco más personales para entrar en confianza.
Cuando busqué en todos los lugares posibles en donde se escondería, me percaté de que me estaba siguiendo silenciosamente detrás de mí, y cuando le dije que quería hacer mi primera petición, instantáneamente se transformó en una copia mía: alto, cabello negro, tez lechosa, y no me sorprendió el notar que traía el mismo pijama que yo, una pijama de rallas con pantuflas de abuelo.
-¿cuál será tu primera petición?- me sorprendí al escuchar que cuando dijo eso, era mi voz, pero con un tono de muerto viviente. Era como escucharme hablar después de vida.
-Primero quiero saber más sobre quien me va a hacer sufrir. ¿Cuál es tu nombre?
En el momento que pregunté eso, se notó en su cara una mueca de disgusto, una mueca que no era propia de mí.
-Yo soy Bifimglich, soy del planeta mejor conocido como "Muerte", en una galaxia muy distante de este ridículo planeta.- dijo esto con un tono teatral y de superioridad, con el cual me reí, pero al parecer no le gustó, ya que pasó algo que no me esperaba del todo.- Quiero que sepas un aspecto sobre mi carácter tan peculiar. Cuando me enojo con alguien, puedo hacerlo sufrir de manera sobrenatural, por eso mi planeta se encuentra en guerra todo el tiempo; cuando se enojan, se torturan mutuamente, así hasta el fin de los tiempos.
>> Mi planeta es un planeta guerrero, como te podrás imaginar.  Por eso viajé miles de años luz hasta este patético lugar llamada "Tierra", con una especie que se hace llamar "Vida inteligente"; ¡Ustedes no son más que una hormiga bajo mi zapato! ¿Y ahora viene un mono a reírse de mí? No lo permitiré.
Bifimglich sacó de su bolsillo una pluma a la cual no podría dar sentido lógico alguno, ya que con esta pluma, trazó varias líneas y varias curvas en el aire, y cuando terminó de dibujar una espada, esta comenzó a llenarse de color, comenzó a tener peso, y justo antes de que esta se callera, la recogió con furia y la apuntó hacia mí.
-Te daré una oportunidad Scott- Habló Bifimglich-te dejaré disculparte, pero quedas advertido. No solo te voy a hacer sufrir después de pedir tus deseos ¡no!, sino que también lo haré cuando me sienta ofendido. Suerte con eso.
Me preocupa el pensar en cómo me torturará la siguiente vez, de hecho, me preocupa que es lo que podría tomar como ofensa este despiadado ser, el (al igual que toda su especie) es muy voluble con respecto a todo, y eso me provoca un nudo en mi garganta.
-lo lamento. ¿Me dejarías formular mi petición?- el solo asintió con malicia al terminar de decirlo- Me gustaría que me dieras tu pluma. Esa, con la cual casi me matas.
Miró su pluma, y me la entregó como si nada, como si fuera la cosa con menos valor que ha visto en toda su vida. Cuando la sostuve en mis manos estuve a punto de hacer mi primer dibujo, cuando Bifimglich me interrumpió.
-Como esto es una petición muy simple- dijo- solo te causaré una migraña, pero esta va  a durar 20 horas porque esa pluma tenía un poco de valor sentimental, así que vete acostumbrando.
Asentí y se fue, pero cuando dejó la habitación, sentí un dolor horrible proveniente de mi cabeza. Ya he sufrido varias migrañas en mi vida, obviamente, pero esta, por mucho, es la peor que he tenido en mi vida, y lo primero que hice, fue ir a la cocina a prepararme un té de frutos rojos. Sé que esto no lo va a mejorar, pero siento cómo me calma  el sabor del té con un poco de leche. Típico de los ingleses.
Al terminar el té, procedí a realizar un dibujo. Me sentía como un niño pequeño en la víspera de navidad con un juguete nuevo. Lo primero que hice fue muy codicioso de mi parte, ya que comencé a hacer un billete de $1000. No soy un dibujante profesional, pero no me podía quejar de mis dotes.
Este dibujo se desprendió de la hoja, y este dibujo ¡en realidad se había transformado en un billete de verdad! Al parecer este bolígrafo extraterrestre me ayudará con muchas cosas.
Lo que hice en las últimas 20 horas fue hacer varios billetes más, ropa, e incluso traté de hacer otra pluma como la que me intercambió Bifimglich, y transcurridas las horas me fui a dormir, no sin antes ver como Bifimglich se volvió a transformar en gato, y se volvió a acostar en mi cama. Esto se volverá una rutina.
En la pesadilla de esta noche, me encuentro en un lugar que recuerdo, de cuando yo apenas cumplí mis 13 años y cuando aún vivía con mis padres. Veo a mi yo antiguo, sentado en una banca del parque  poco conocido por los habitantes de esa ciudad, leyendo un libro.
Veo un señor acercándose hacia el yo joven. El anciano se veía con una mirada nostálgica, pero a la vez tenía una sonrisa.
-¿Me puedo sentar?- dice el anciano.
-Claro- contestó mi trece añero yo.
-¿Qué libro lees?
-Es un libro de ciencias, para el colegio, señor.
-Oh, muy bien. Siempre me ha gustado que las nuevas generaciones se interesen por la ciencia.
Un silencio incómodo se apoderó en ese momento entre el niño y entre el señor.
-¿Te puedo ofrecer un consejo este pobre anciano?
En ese momento, el señor se veía débil, muy cansado, pero sobre todo, se veía muy triste.
-Con mucho gusto lo escucharé, señor.
En ese momento lo recuerdo todo. Este no es ni un sueño ni una pesadilla. Esto es un recuerdo. El recuerdo que marcaría toda mi vida. Recuerdo que en ese momento comencé a tener estos horribles terrores nocturnos.
-Algún día- prosigue el veterano- alguien te podría ofrecer un trato. Uno que parecerá bueno. Parecerá, de hecho, una muy buena oferta. Pero deberé hacer una pregunta: ¿Valdrá la pena? Habrá que tener en cuenta lo que tendrás que perder. Porque, yo soy....
En ese momento, el señor empezó a toser desesperadamente, y con esos tosidos, el señor escupe sangre por la nariz y por la boca, sofocándose. Éste se cae, sin dejar de toser, cuando de repente cesa y se tranquiliza, pero solo es por el hecho de que le ha dado un paro cardiaco.
Veo a mi yo de 13, con preocupación, angustia y miedo. Enseguida llegaron los paramédicos y prosigo a contarles lo ocurrido. Me dieron las gracias y se lo llevaron, pero no tenía caso, ya que al día siguiente, en las noticias, publican que el señor murió, y según la autopsia, no hubo nada que pudo haber causado su muerte. Lo único que pude notar, fue como poco a poco despertaba de esa visión del pasado, que me atormentaría en forma de pesadillas.

Un simple tratoWhere stories live. Discover now