-Se ve que lo querías mucho, incluso ahora, después de seis años.- comenta Bifimglich cuando me desperté a las 7:00am, lo veo parado frente a mi, y me siento en el borde de la cama.
-Si.- contesto sin ánimos, su "pesadilla" fue el peor sueño de todos. Me paro, y me pongo frente a él.
-¿Quieres ver lo que está haciendo ahora?
-¿por qué lo haces?
-Bueno, digamos que se lo que se siente perder a un amigo.
-De acuerdo, gracias Bifimglich.
Bifimglich me ve de pie a cabeza y nos hacemos a un lado; coloca los dedos de ambas manos en mi sien y me hace cerrar los ojos. Puedo ver lo que hace Bifimglich. Veo lo que está haciendo Charles, no es muy interesante, la verdad, está desayunando un poco apurado y se está arreglando. No ha cambiado nada, sigue siendo el mismo chico de hace seis años: atractivo y apresurado.
Bifimglich para, y se va. Qué extraño.
Me arreglo para mí trabajo y mi cita con Sally. Lo bueno es que es una sola persona y me da tiempo para apartar una mesa en el restaurante.
El Demonio me espera en la puerta de la entrada vestido como mesero y con una gran sonrisa.
-¿Qué te pasó?
-Tengo que vigilarte de alguna manera en el restaurante para que no le digas a Sally sobre nuestro trato.-contesta Bifimglich.
-tranquilo, no se lo diré. Ni a ella, ni a nadie.
-aún así.- me abre la puerta, y cierra tras de él.
Camino derecho a mi lugar de trabajo, no es muy lejos, sólo son unas pocas cuadras de mi casa.
Espero en mi consultorio hasta que alguien toca la puerta. Me encanta mi consultorio, es rústico, con decoraciones de madera, muchos libreros, un escritorio, varios sillones y varias sillas. En lo que terminó de recorrer mi sitio de trabajo, escucho cuatro golpes en mi puerta, de seguro es mi paciente. Voy hacia dónde proviene el sonido, abro la puerta.
-¡Perdón por llegar tarde! Vine lo más rápido que pude.
Mi cerebro no reacciona, no procesa lo sucedido. Charles, la persona que vi tan apresurada, estaba ahora en mi consultorio. Ahora es mi paciente.
Quedé momentáneamente en shock.
-Oh, sí... Emmm... Descuida, pasa.
Entra mi antiguo colega y presencia mi consultorio. Ve uno de los sillones, que solo son dos, y se sienta en uno, yo en el otro.
-¿Cuál es tu nombre?- Pregunto mentras lo veo frente a frente.
¿Cómo reaccionaría si le digo quién en soy?
-Charles. Charles Peeble.
Lo anoto en mi cuadernillo. Evito una risa, siempre me ha dado risa su apellido, muy "maduro" de mi parte, lo sé; pero su pronunciación ("pibl") es graciosa.
-Bien, Charles, cuéntame que te sucede.
-Bueno, verá... Yo padezco de una enfermedad, bueno... Varias, tengo insomnio; según yo, padezco de esquizofrenia; también sufro de alucinaciones.
-Mira, Charles... -Digo mientras anoto lo que dice tener- la esquizofrenia es una enfermedad que se caracteriza por la pérdida del contacto de la realidad, eso conlleva las alucinaciones. En cuanto a el insomnio... ¿Cuánto tiempo llevas con el?
-Llevo como unos... -Charles está contando con los dedos, ¿qué estará contando? ¿Estará contando días, semanas, meses?- como unos 3 meses. Por eso las ojeras. No es insomnio como tal, es... Bueno, por eso estoy aquí, pero no duermo porque no me gusta, ¿sabe?-Sigo anotando en mi libreta.- no me gustan mis sueños. Todos los que conozco me dicen que soy inteligente, que no necesito estudiar o que debería de ser sencillo mi trabajo siendo como soy, y bueno, poco a poco lo creo; pero el punto es que, si soy tan inteligente como las personas creen, ¿no cree que debería de tener sueños más "épicos"? ¿O al menos de poder controlarlos? No duermo por no querer soportar mis sueños tan sosos. Sé que suena estúpido, pero bueno, también me dicen que necesito ayuda.- sonríe, de pena y porque algo me dice que él también lo cree.
-Nada es extraño en este mundo tan anormal, Charles.- digo con tranquilidad- si a ti no te gusta dormir por eso, te comprendo. A mí no me gusta dormir porque tengo pesadillas frecuentemente, pero, si te da sueño, tienes que dormir. Es importante que duermas.
-Lo sé, lo sé. Pero eso no quiere decir que no me guste.
-¿en qué trabajas?- pregunto, podría no parecer profesional, pero aún lo considero como un amigo y quiero conocerlo, quiero saber qué ha sido de su vida desde haces 6 años.
-Soy profesor de química, le doy clase a universotarios.
-¿y cómo crees que eres como profesor? ¿Eres un profesor mediocre, malo, bueno o excelente?
Se queda pensando por un momento, incluso cierra los ojos para concentrarse mejor. Después de unos minutos responde.
-Supongo que... Soy un profesor bueno. Un profesor que es bueno, pero no logra alcanzar la excelencia.
-Eso habla muy bien de ti.
-¿por qué?
-Porque, seas bueno o no, te tardaste en contestar, eso quiere decir que en verdad lo analizaste. Hay muchas personas que son absolutamente idiotas, y cuando les preguntan algo similar, no dudan ni un segundo en decir que son "excelentes".
-¿A usted le gusta su trabajo?
-Por favor, no me llames "de usted", me gusta que mis pacientes me tengan confianza; y sí, mi trabajo es bueno, no es tan malo como los demás creen. ¿Por qué la pregunta?
-Bueno, es que... Considerando la cantidad de personas que deben de venir a -duda un momento- tu despacho, y la cantidad de problemas que debe de tener cada uno de ellos... Deberías de tener algún problema con eso de la "confidencialidad".
-sí, por eso tengo otro psicólogo.
-oh.
Desde que Bifimglich apareció en mi vida, no he ido a ver a Patrick, mi psicólogo. Es extraño, que un psicólogo tenga a otro psicólogo, pero...
-... Es necesario- Digo en voz alta.
-¿Qué es necesario?
-El poder desahogarte de vez en cuando.
-Ya veo... -vibra su celular, lo revisa y me dice:- oh, ya es tarde. ¿Cuándo nos podemos volver a ver?
-cuando tú puedas.
-¿Podría ser en tres días?
-claro, por mí está bien.
Caminamos hacia la puerta, y al momento de abrirla para que pueda salir, Charles pregunta lo que ansiaba desde el momento en que lo vi:
-por cierto, ¿Cuál es tu nombre?
-Scott. Scott Dankfeller.
YOU ARE READING
Un simple trato
RandomScott es una persona con una rutina ordinaria, y es Bifimglich quien lo cambia; abriéndole los ojos hacia un mundo extraordinario y real, pero a un muy costoso precio; rompiendo, muy sutilmente, la cuarta pared.