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-No sé. La verdad es que no vengo a menudo, pensaba que esto era nada más un bar, pero ya no sé.
Revisa el menú mientras que yo me mantengo al tanto de los pequeños de atrás: Andrew y Amy.
-Creo que pediré... Pizza, ¿quieres compartir una pizza a la Mexicana conmigo?
-Claro, si- afirmó a mi, ya más tranquilo, amigo.
-¿Qué tal l familia, Scott?- me pregunta Charles.
-No muy bien, desde que me mudé de ahí no los he vuelto. Ver.
-Eso serían muchos años, ¿no, Scott?
-Si. ¿Sabes qué? Los visitaré este sábado. Espero que me reciban como cuando iba en la secundaria y llegaba tarde, ¿recuerdas?
-Claro que si- recordamos con una sonrisa-, no era porque salíamos por ahí de fiesta, sino que íbamos al parque central a estudiar astrología, y, obviamente, de noche es mucho mejor.
-¿Recuerdas aquella vez que te persiguió una ardilla?- comenzábamos a reír a causa del pasado y luego de unos minutos, la comida había llegado.
Cada uno agarró una rebanada de pizza y continuamos con otro tema.
-Bueno, ya me preguntaste sobre mi familia- digo- ¿Qué tal la tuya?
-Ya sabes, mi madre falleció hace un par de semanas.
-¿Y estás bien?
Conozco a mi amigo, no es de esas personas que le toma mucha importancia a la muerte, pero, bueno, una madre es una madre... Esa clase de muerte si duele.
-Seguro- dijo con una calma que no parece real, sé que en lo más profundo de su ser le duele, pero una capa externa le reprocha lo inútil que es llorar-. Las personas mueren a diario, cuando conoces eso dejas de ver muertos y lo sustituyes con números.
-De cuerdo, ¿De qué murió, si puedo preguntar?
-Paro cardiaco.
Lo curioso de esto, por más mínimo que sea, nosotros y la mesa de Bifimglich guardamos silencio, incluso Amy, quien, de seguro, no sabe ni por qué guarda silencio.
Pasaron los minutos.
-¿Qué tal tu pizza?- no soy un experto en romper el silencio.
-Bien, ya sabes, suave y poco picosa, como me gusta.
-Que bien. ¿Qué tal las clases?
-¡Excelentes! Mis alumnos parecen adorarme. Son atentos y respetuosos e inteligentes. Me hubiera gustado estudiar en esta escuela.
-La verdad es que fueron geniales esos tiempos universitarios. Debiste de estar ahí en las "temporadas oscuras". Ocurrían entre octubre y noviembre. Hacían esculturas, pinturas y otras cosas simbólicas en esas fechas, cosas aterradoras.
-¡Que bien! Sólo hacen falta unos dos meses para que lo pueda ver con mis propios ojos.

Un simple tratoWhere stories live. Discover now