XXIII

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Una cerveza. Aún puedo recordar mi primera cerveza, era más joven, como de unos 18 años, tome una y, apenas la acabé, ya estaba mareado; pero esto es diferente, me volví una especie de peso pesado en el ámbito cervecero.

Bifimglich apenas había bebido un sorbo de la suya.

-¿Los demonios alguna vez han tomado cerveza?- pregunto rompiendo el silencio.

-Soy el primero, de hecho. Mis ideas "extravagantes" fueron las que me impulsaron a ser el primero en casi todo aquí.- contestó el muy narcisista demonio.

-Oh, bueno. ¿alguna vez te has emborrachado?

-No, sus bebidas no tienen efecto en alguien tan evolucionado como los demonios.

-¿Qué beben ustedes? ¿también tienen bares? ¿bebidas alcohólicas o intoxicantes?

-La respuesta te podría sorprender, nosotros tenemos bebidas similares. Les llamamos- aquí hace una especie de sonido gutural, incomprensible- pero los humanos los podrían llamar como "spiggel". Es un nombre que le acabo de dar, de hecho.

-Así que... spiggel, ¿eh?, bueno, pues quiero probarlo. ¿A cambio de qué?- pregunto intrigado- no es tan dañino para los humanos, ¿o sí?

-No, pero no querrás despertar mañana, te lo digo por aquel sujeto de antes, ¿sí lo recuerdas?

-Ajá.

-Pues ese se suicido al día siguiente, pero convengamos, aquel sujeto era un desequilibrado mental, posiblemente sólo tengas depresión por algunas horas. Lo cual es suficiente para hacerme feliz con tu desgracia. ¿Aceptas?

-Claro.

En ese instante, después de mirarme con una sonrisa pícara, saca un bolígrafo similar al mío. Bifimglich se dispone a rayar mi pared lo que parecía una forma ovalada del tamaño de una persona promedio hasta el suelo.

-¿Vienes?- me preguntó con medio cuerpo de aquel agujero.

Sin responder, caminé hacia dónde él estaba y nos adentramos a aquel mundo, o lo que creía que era uno.

Vi un lugar bastante decente, un lugar no muy elegante pero con un ambiente de cabaña , totalmente distinto de lo que yo me imaginaba (un lugar sucio y con olor a podredumbre, con un aspecto cavernoso), pero nada más alejado a la realidad; ese lugar tiene el aspecto de un bar inglés, un pub.

Nos sentamos cerca de una barra.

-¿En dónde estamos?- pregunto desconcertado, se parecía a la Tierra.

-Estamos cerca de mi planeta, de hecho, es una de sus lunas, ésta es la más lejana. Créeme, este lugar es totalmente distinto a mi planeta, si creías que estábamos ahí.

En ese momento, empezó a hacer unos sonidos similares a los anteriores, y antes de que preguntara por lo que estaban diciendo, Bifimglich me dio algo, una pastilla negra.

-Es un traductor universal, y cuando digo universal, me refiero al universo, no a los diferentes idiomas de mi planeta.

-Sí, ¿a que más te podrías haber referido con "universo"?

-Pues en tu planeta hay un concurso para la "Miss universo" y no veo a un demonio ahí.

-En fin, ¿En tu planeta hay diferentes idiomas?

-Claro que los hay, pero a diferencia de tu planeta, nosotros acordamos tener un idioma mundial. Los otros son para preservar la cultura. Si te preguntabas lo que le dije al sujeto de ahí- refiriéndose al tipo de las bebidas, supongo- era un par de spiggels.

Miro la pastilla detenidamente, tiene una marca extraña de color blanco, pero hago caso omiso y me la trago sin más, y aquellos murmullos raros ahora son más claros, como si estuviera en la Tierra.

Aquel sujeto, al que apenas lo miro detenidamente, ha decidido portar una figura similar a la nuestra, o mejor dicho, a la mía. Adoptó la forma de una chica, tal vez conoce mi especie.

Al fin nos dan nuestras bebidas, están en un vaso ancho y alargado. Éstas son color rosa, azul y un poco de negro. Dudo un poco en beberlo, se ve raro y no me da confianza y, no hay que olvidar, son de otro planeta, y sus consecuencias...
Me lo bebo.
Tenía un sabor parecido a una mezcla de RedBull y café, mucho café. Sin embargo, tenía un sabor adictivo y delicioso. También, noté un sabor parecido al tabaco.
-¿Por qué todo esto sabe como lo qué hay en la Tierra?-pregunto antes de darle otro sorbo a la bebida para quedar con un mostacho de espuma.
-Mi planeta se creó antes que el tuyo, lo correcto sería "¿por qué los sabores qué hay en la Tierra son tan parecidos a los de Muerte?". Además, se podría decir que son lo mismo, con diferente nombre y localización.
Después de varios sorbos del spiggels ya estaba totalmente mareado.
Algo "bueno" de esta bebida, es que, lo sucedido con los efectos de ésta, no se olvida, sí se guarda en la memoria.
Es gracioso que gracias a este tipo de bebidas se hace lo que uno más quiere que, por tanto que se desee, no se hace sobrio porque, o no sería legal, o sería espantosamente vergonzoso. Lamentablemente lo mío fue lo segundo. Pero eso después, todavía es joven la noche, estaba mareado pero no "ebrio", además, esta cosa no sabe a alcohol.
-¿Qué tiene esta bebida?- pregunto con curiosidad.
-Se le puede llamar en tu planeta como- habla la " chica" que nos dio nuenuestros sppigels- Vodka, café, enerjetizantes y mariguana. Se llaman distinto y se producen de distinta manera, pero el punto es que saben igual y tienen los mismos efectos.
-¿De qué especie eres?-pregunté.
-Soy de la misma que éste- dijo moviendo ligeramente la cabeza en dirección a Bifimglich.
-¿Has ido a la Tierra? Ya sabes, la del sistema Solar.
-¿Bromeas? ¡Ahí van de vacaciones todos los demonios!
-¿En serio?- preguntó, sorprendentemente, Bifimglich.
-Sí- respondió la chica- desde que te fuiste por primera vez, nos hizo preguntarnos que tan bueno sería ir a la Tierra. Tal vez uno que otro te haya copiado, ya sabes, la idea de ser su "Satán".
Nadie dijo algo, pero se nota que a Bifimglich no le agradó lo que dijo. Hizo una mueca de desagrado y unos gruñidos ininteligibles que, supongo, deberían ser palabras de su idioma natal.
-¿Cuál es tu nombre?- pregunté para romper la tensión.
-Me podrías llamar...-se quedó un rato pensando.- Elisabeth.
-¿Por la reina de Inglaterra?-preguntó Bifimglich con desagrado.
-Sí.
-¿Cuáles son los efectos de beber esto?- pregunto.

-El otro se suicidó- dijo Bifimglich con desgana.
-Sí, pero ese dijiste que era un enfermo mental, ¿a una persona cuerda que le podría pasar?- pregunto nuevamente.
-Eso lo sabremos contigo- dijo Elizabeth.
Doy un sorbo, pero, en lo que trago, me percato de que esta ropa, la ropa con la que me fui a la casa de mis padres y con la que me decepcionaron, es muy incómoda.
Termino de tragar.

-Ahora vuelvo- digo.

-Tárdate lo que necesites.- dijo Bifimglich, algo resignado.

Camino hacia donde pienso que están los sanitarios, cuando me topo con ellos, veo, en vez de unos letreros para dividir los baños de damas de los de caballeros, veo un letrero que dice "Adelante". Tal vez no sean los baños. Entro.

Es un muy espacioso, un baño en el que bien, podría caber otro. Había un retrete (como no), un lavamanos, incluso una regadera; casualmente había un perchero, una silla y un espejo grande ¡Genial!

Me desvisto y me veo en el espejo. No me haría nada mal algo de ejercicio para tonificar los músculos.

Busco entre mis bolsillos mi pluma, mi primer deseo. Hace mucho que no la uso. Supuestamente se utiliza con el pensamiento y con algo de habilidad manual. Me hinqué y, como una costurera o una diseñadora de modas, manos a la obra, me dispuse a diseñar mi vestimenta: un saco bastante grande para poner dentro una sudadera posteriormente diseñada, de color negro y de sierre; unos pantalones casuales negros y los zapatos... Bueno, los zapatos que traigo me servirán. Después de vestirme me veo en el espejo, y, sin modestia alguna, me gusta lo que veo.

Salgo de aquel cuarto.

Un simple tratoWhere stories live. Discover now