XVII

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7 de junio, la fecha de la próxima reunión planeada con una semana de anticipación. todavía tengo tiempo de despejar mi mente, mi próximo paciente es dentro de unos pocos días. Sé que los psicólogos, por lo que hacen, ganan demasiado, pero me hacen falta más personas, sino me quedaré sin dinero.

Tengo dos opciones: atraer a más personas o conseguir otro empleo. No estaría mal otro empleo, digo, con mis conocimientos tengo una gran gama de opciones para ganar dinero. Podría ser un doctor, un detective privado... un profesor. La idea del profesor no es tan mala, podría enseñar en la misma universidad en donde da clases Charles, darle un tour o algo parecido.

Pero ¿profesor de que? ¿profesor de historia? aburrido, ¿química? no le quiero quitar el puesto a mi amigo, ¿inglés? fácil, ¿física? ¡excelente!

Aprovecho el tiempo (las 6:00 a.m.) y escojo uno de mis sacos informales de color azul marino, una camiseta con la frase: "si alguien no queda confundido con la física cuántica, es que no la entendió bien. -Niels Bohr", un pantalón de mezclilla y unos converse negros. Bifimglich decide ser mi sombra otra vez.

Llego a la universidad, pido informes para una entrevista de trabajo y me la dan enseguida.

-Ahora dígame, señor Dankfeller, ¿por qué quiere dar clases de física aquí?

Todavía no olvido a aquel viejo barbudo. El director de la privilegiada universidad "GUENT", la mejor del lugar. Allen, se llama el señor.

-Bueno, señor- digo iniciando mi discurso- quiero dar clases desde que tengo memoria, y me encanta la física, quisiera que me de una oportunidad para enseñar aquí. Tengo la capacidad de una persona con un doctorado, y la tolerancia de un veterano.

Allen saca una hoja con preguntas y me lo entrega, lo veo, y me percato que es un examen para comprobar mis habilidades, tanto intelectuales como psicológicas. Me da 30 minutos para contestarlo, pero yo lo acabo en menos de 15, lo ingresa a una maquina y de inmediato da los resultados, y, al parecer, tengo correctas cada una.

-Me impresiona, Scott- dice el anciano-. muchos de los que hacen este examen tienen 45 de 50 aciertos, otro a parte de usted tuvo los mismos resultados, nada más que el llegó a los 20 minutos. de seguro se estará preguntando por el poco tiempo que doy, verá...

-Lo sé- lo interrumpo-, lo hace para probar las capacidades de cada uno. el examen que nos dio, en realidad, tenía diez preguntas de más, pro esas la máquina no las contó, porque eran las capacidades psicológicas, mi pregunta es esta: ¿si puedo trabajar con ustedes?

Allen se impresiona y checa las preguntas.

-si, si puede. si quiere, puede comenzar hoy. La primera clase de física inicia a las 8:00.

-Con mucho gusto- digo, y antes de irme, el señor me pide que firme un papel, otro contrato.

Apenas son las 7:30, Charles ya debería de haber llegado, camino hacia la entrada, y lo veo con anteojos redondos, lo que le da un aspecto más intelectual pero sin quitarle lo atractivo, lleva un suéter de rombos y un pantalón de mezclilla. Me acerco a él y lo saludo.

-¡Scott! ¿que haces aquí?- me pregunta Charles alegre.

-Mi trabajo como psicólogo no ganaba mucho porque no tenía más pacientes, y ya me aburrí, así que pedí empleo y hoy comienzo.

-¡Que bien! ¿me das un tour?

-Claro.

Recorrimos todo lo que pudimos (antes de las 8), lo suficiente como para que supiera en donde se encontraba su salón y en donde se encontraba el mío. Nos despedimos y me dirigí hacia mi salón. y, en un lugar a oscuras, Bifimglich reaparece, pero esta vez parece alguien distinto. Sigue teniendo ese aspecto de sabelotodo, pero más joven. Viste unos pantalones de mezclilla negros, una camisa negra de una banda de rock y unas gafas.

-¿Que onda, viejo?- dice Bifimglich, en tono relajado, tanto, que me da risa.- ¿Me dará física, o que? física cuántica, como en su playera, man- me sigo riendo, y Bifimglich también.

-¿Que te pasa?- pregunto, todavía riéndome.

-Nada más- dice esta vez normal-, quería intentar ser gracioso.

-Te funcionó- digo terminando de reír-, por cierto, Bifimglich...

-En esta forma todos me conocerán por Andrew, Scott.- menciona el Demonio.

-Está bien, Andrew. Tenemos que ir a clase.

Caminamos hacia el aula B-9, en donde hay un pizarrón que abarca casi todo la cara de  la pared, y en frente, asientos típicos de aula universitaria, en los cuales, veo que ya están sentados muchos de mis alumnos. Bifimglich se sienta hasta el fondo en una esquina.

-Buenos días, mi nombre es Scott y seré su nuevo profesor de Física- me detengo a verlos a todos y prosigo- comencemos...

Un simple tratoWhere stories live. Discover now