VII

23 0 0
                                    

La miro detenidamente. Al parecer le alarmó mucho mi grito. La pobre se acaba de levantar. Llevaba una camisa alargada unos calcetines a la rodilla: su pijama.
-¿Eh?- es lo único que pude formular, y siento que mi cara es de un completo idiota al mirarla.
La chica se mete sin previa autorización en mi departamento.
-¿Qué haces?- pregunto obviamente desconcertado.
-Verificó de que no haya algún intruso aquí.
-Oh, sí que lo hay.
-¿Quieres decir que hay un ladron?
-No.
-¿Qué, entonces?
-Tú.
-Oh, cierto- dice sonrojándose. Joder, quiero saber su nombre.- perdón, no quería intromenterme.
-Descuida, gracias por preocuparte por un desconocido. Soy Scott, por cierto, ¿Cuál es tu nombre?
-Sally, perdona otra vez, me voy.
Mientras camina hacia la puerta le pregunto algo:
-¿En qué piso vives?
-En el décimo.
-¿Cómo es que viniste tan rápido?
-¿Qué no te enteraste? ¡Gtitaste por más de cinco minutos! Esos gritos llegaron hasta el décimo piso. Tuve que venir súper rápido hasta el piso dos.
-¿Quieres quedarte?, digo son las... Cuatro de la mañana, y como es sábado seguro no tienes que trabajar.
-Nah, tienes razón, pero no quiero incomodar.
-¡Para nada es una molestia! Afuera está helando. Quédate, por favor.
-De acuerdo, gracias- me sonríe tímidamente.
Pasa al interior de mi departamento y lo observa, no lo mira, sino que se queda contemplando todo; desde la puerta, hasta el sillón, del sillón hasta la cocina. Se ve muy linda así.
-¿Quieres algo? ¿Agua, té, café, malvaviscos?- agrego al último para que tenga más confianza conmigo.- Bueno,  malvaviscos no tengo.
Ella empieza a reír, de una manera que, a mi punto de vista, es muy tierno. ¡Agh! No quiero pensar en esas cosas, pero ahora que lo pienso, ¿Desde cuanto tiempo no he tenido relaciones? ¡Basta! Me doy una cachetada a mi yo dentro de mi palacio mental.
-Café caliente estaría bien- dice entre risas. Al verla de esa manera me sonrojo, y voy directo a la cocina, ella me sigue, ¿por qué?
Me tranquilizo un poco y llevo dos tazas de café caliente a mi mesa de la sala, donde nos sentamos y comenzamos a platicar. Platicamos sobre cosas comunes al inicio, luego desvariamos un poco, y todo eso en el transcurso de una hora, a ambos nos dió un poco de sueño (¿ironía? ¿Donde?) le ofrecí mi cama, yo, en cambio, iría a el sillón que está al frente de esta. Ella acepta y se duerme, yo no. Por dos razones, en primer lugar, por aquel sueño tan horrible (¿Por qué soñé eso?, pensé que sería una jugarreta de Bifimglich, pero cuando vi que no estaba lo descarté, qué raro). En segundo lugar, por Sally. Su forma de dormir tan tranquila, me pregunto en qué estará soñando, ¿en su novio? ¿En la renta del departamento? ¿Estará pensando en mudarse?
En lo que formulaba todas aquellas preguntas sin respuesta, me meto en las cobijas a lado de ella, abrazándola, y me quedo- por muy raro que suene- profundamente dormido.
Me despierto, y veo que Sally no está en mi cama ¿La habré asustado? No, ¡no quiero que piense que soy un pervertido! No lleva mucho tiempo fuera de mi cama, todavía está el rastro de su dulce olor corporal.
Rápidamente, salgo de las cobijas y la veo parada frente a la puerta.
-Lo lamento- me dirijo hacia ella.
-¿de qué?
-De lo de meterme entre las cobijas contigo, abrazándote.
-Oh, ¿de eso te preocupas? No pasa nada.- me sonríe, creo que soy la persona más feliz en este mundo, porque dicho eso, se acerca y me planta un beso en los labios. Dios, sus exquisitos labios, tan dulces como su mirada, el sabor de estos me hace sonrojarme. La llevo hasta mi cama sin separar nuestros labios, y la recuesto.
Me separo de sus labios, quienes me llaman con un llanto de desesperación. Le quito la única prenda que tiene como pijama, que es su playera, y dejó al descubierto su horrendo cuerpo.
¿Esto sigue siendo una pesadilla?
Este cuerpo es el de un ser putrefacto, y al mirarla a la cara, veo a mi putrefacto yo, me alejo para nunca más volver, pero me parece imposible. Verifico mi hipótesis, estoy atrapado en mi cerebro, hasta que alguien me sacude desde el mundo real.

Un simple tratoWhere stories live. Discover now