XIX

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De cualquier persona... Nada mal, debo admitir, pero ¿De quién? ¿Deben ser los dos ojos? ¿Y cuanto dura el efecto? Sospecho que el efecto debe ser por una sola noche. ¿Sabrán bien los ojos humanos? A decir verdad, ni me gustan los ojos de distintas especies.

En fin. Saliendo del metro, Bifimglich y yo regresamos a casa y, en lo que yo me arreglaba para el encuentro con Charles, Bifimglich, con un teléfono sacado de quien sabe dónde, comienza a teclear súper rápido y sin cesar. Como siempre, no le di importancia alguna.

Bifimglich me prometió (y espero que cumpla) que no se aparecería ni arruinaría mi reunión con mi amigo, así que supongo que no me debo de preocupar por él.

Me decido por una camisa estilo leñador y unos pantalones de mezclilla negro, con unos converse negros, miro el reloj que está en la pared al lado de la puerta y veo que son las 3:00 apenas.

El aburrimiento se apodera de mi. No se que hacer. ¿Hablar con Sally? no es que no me agrade, pero no quiero que ella coma con nosotros (nada personal), ¿Ver la TV? tengo demasiada flojera como para encenderla, ¿Hablar con Bifimglich? suena interesante, siempre saca temas de conversación interesantes.

-¡Bifimglich!

-¿Que quieres ahora, humano?- me pregunta luego de desaparecer su celular.

-No, nada, sólo quería que me platicases acerca de algo. De cualquier cosa.

-¿Cómo qué? 

-No sé, cuéntame una historia.

Guarda un poco de silencio para después proseguir.

-En una noche sin estrellas un día de invierno, un joven solitario se dedicaba a escribir en un pedazo de papel. Este joven era una de las personas más solitarias en el planeta; se había quedado huérfano desde que nació, ya que su madre se murió al dar a luz, y su padre- desolado con su pérdida- le importó muy poco su engendro y se suicidó.

>> Creció siendo una persona muy reservada y muy inteligente, pero, como dije anteriormente, solo.

>> Vagaba por las calles de una ciudad elegante, triste y con pensamientos suicidas. Se oyeron gritos, había un gran disturbio en un edificio alto, el más grande de por ahí; vio hasta la cima y percibió la silueta de una dama a punto de caer, apunto de hacer lo que él había pensado hace unos cuantos minutos.

La cara de Bifimglich se había tornado muy seria, más que de costumbre.

>> El chico, sin importar las apariencias, corrió hasta alcanzar la entrada del edificio, subió hasta la punta, y se dirigió hasta la chica, quien, sin dudarlo de más, saltó, pero él fue lo suficientemente ágil como para agarrarla del brazo antes de que iniciara su caída, la impulsó hacia él, y la miró con sorpresa y con curiosidad, la chica llevaba puesta una máscara con un corte a la mitad de su cara. -¡¿Por qué haz intentado hacer tal acto de cobardía?!-pregunta el joven- ¿Por qué?-. La joven, con lágrimas en los ojos, le responde: -¿Por qué todas las personas en esta ciudad son tan crueles con alguien como yo?- se quita la máscara y ve que todo su ojo era negro, con muchos puntitos blancos y morados ("¡Es el cosmos!" pensó aquel caballero, enamorado)- ¿Por que no me aceptan tal y como soy? Desde que nací, todos me han excluido, mi miraban con gestos de disgusto... Me fabriqué esta máscara, ocultaba mi deformidad y era aceptada por los demás, pero no me sentía a gusto, soy infeliz, señor-. 

>> Aquel pedazo de papel, que mencioné al inicio, era una carta suicida, escrita antes de que saliera a la calle, y justo en ese momento, en ese lugar, recordó que lo llevaba con él; la sacó y se la encontró a aquella damisela y ella lo leyó, y lo que decía fue su presentación, la razón por la que quería morir y, al final: "Madre, si el cielo en verdad existe, perdóname."

 >> -¡¿Ves?! ¡No somos diferentes!-. dice el muchacho. La chica lo ve después de leer la carta, le da un abrazo y él se lo devuelve desesperado, besa a aquella chica, y le susurra al oído "saltemos juntos", y con los ojos llorosos,  (ambos tomados de la mano) saltaron, y, durante su caída, ambos se unían a través de sus labios. 

En ese momento tenía un nudo en la garganta. El tono con el que lo contó, con las pausas adecuadas y su rostro serio eran los aspectos que casi me hicieron llorar.

-Bien, ¿Te gustó?- Dice Bifimglich, más tranquilo.

-Fue una historia muy bonita, ¿Que hora es?

-Cuarto para las 4:00.

-De acuerdo, me retiro.

-Te acompaño- dice antes de transformarse en Andrew.

En el transcurso del camino, le pregunté el por qué de su repentina transformación, el me respondió que, como es su deber vigilarme, decidió una figura nunca antes vista por Charles.

Llegamos a "Demian" y me senté en una de las mesas que están más lejos de la puerta, y cuando hice esto, Bifimglich se sentó en una mesa de a lado, ordenando, nada más y nada menos que una hamburguesa. Después de unos minutos más tarde, Charles llega a mi mesa, me saluda y se sienta.

-Hola Scott- saluda Charles.

-Hola Charles, que bueno que hayas venido.

-Bien, ¿De qué quieres hablar?

-¿Estás interesado en Sally?- pregunto sin más, y escucho que Andrew se ríe, pero no le doy importancia.

-No, además, si lo estuviera, estaría mal de mi parte, ya que se nota que tu si.

-¡Que alivio! De acuerdo... ¿Algún consejo que me puedas dar? Es que... ¡No se que hacer! En verdad la quiero a mi lado y...

-Lo que puedes hacer es pedírselo a la antigua, se nota que ella también está atraída hacia ti, no entiendo por qué tanto problema- me dice. 

-Muchas gracias, Charles. Bueno, eso no era por lo que te invité hoy, quiero pasar un tiempo a solas con mi amigo, Dime, ¿Alguna chica en especial?

-No. Por lo único que me preocupo es por mis carreras, ¿Sabes? Es mucho como para tener a alguna novia, aunque, afortunadamente, no ha aparecido nadie.

-¿Me debo de preocupar por ti o...- me detengo al oír algo que me es familiar.

--¡¿Vez?! ¡No somos diferentes!-. dice el muchacho. La chica lo ve después de leer la carta, le da un abrazo y él se lo devuelve desesperado, besa a aquella chica, y le susurra al oído "saltemos juntos", y con los ojos llorosos, (ambos tomados de la mano) saltaron, y, durante su caída, ambos se unían a través de sus labios.

-... o...-sigo diciéndole a mi amigo, aunque se ve confundido.

Sigo escuchando la voz.

-Oh, Andrew, que hermoso.- esa voz... Me es familiar... Me doy la vuelta y veo a Amy: mi alumna.

Miro disimuladamente la escena, y, aunque parezca imposible, Andrew (¡Bifimglich!) toma a Amy de la cadera y la acerca a sus labios.

-... ¿Que?

-¿Qué pasa, Scott?- Me pregunta Charles.- Pareces distraído, ¿Ocurre algo?

-No, nada, voy al baño y regreso, es que bebí mucho café.

-Oh, claro. No te preocupes.

En vez de ir al baño, veo la escena desde un ángulo perfecto, pero me percato de que no es un simple beso, es uno apasionado, y se ve que Bifimglich lo disfruta. Andrew junta aún más su cuerpos, como si tuviera deseos mortales. Ambos se separan y vuelven a platicar, mientras regreso hacía mi amigo.

-¿Qué quieres ordenar, Charles?

Un simple tratoWhere stories live. Discover now