-Scott. Scott Dankfeller.
Su reacción es justo como me la esperaba... O algo así. Me miró, confundido; me dio una sonrisa sincera y me abrazó y le devolví el abrazo, justo como la última semana que nos vimos; después de un rato, escuché unos sollozos y sentí el tibio líquido que salía de los ojos de Charles.
-Te extrañé, Scott. ¡No sabes cuanto!
-creeme, lo sé. Yo pasé lo mismo durante 6 años.
-Oh, Scott.
Se separó de mi, y me sonrió.
-¿Que quieres hacer ahora?- pregunta Charles.
-Bueno... Yo tengo una cita con una chica al rato. ¿Que te parece vernos hoy al rato?
Un deprimido amigo dice:
-Bueno, si quieres cambiamos números telefónicos.
-claro.
Después de esto, platicamos un rato, como en los viejos tiempos. Sonrisas, una que otra carcajada... Recuperé a mi amigo. Hasta que, en una de las paredes color café de mi despacho, vi en el reloj que eran las 2:45, me estaba atrasando.
-bueno- comienzo a hablar-, ¿tienes algo que hacer ahora?
-no mucho, ¿sabes?, estoy de vacaciones por el momento.
-¿quieres ir a un restaurante conmigo? Me voy a encontrar con alguien ahí, y como te acabas de mudar (o eso supongo) no tienes más que un amigo, o sea, yo. ¿Que te parece?
-si no incomodo, voy- su cara dejó de ser la de un chico deprimido y solitario, y se transformó en la de alguien contento y emocionado.
Salimos de el consultorio y nos dirigimos al centro de la ciudad.
-y dime, ¿a que restaurante iremos?- pregunta Charles.
-es uno que acabo de conocer, "Demian", que buen nombre, ¿no crees?
-Demian. De-mi-an... Suena a libro alemán.
-Ah, ¿si? No tenía idea. ¿Sabes de que trata?
-algo así- dijo mientras estábamos a la mitad del trayecto-. No lo leí más que la contraportada, no es muy interesante. Es una novela que habla sobre el paso de la niñez a la madurez del personaje, bastante aburrido.
-Oh, ya. Así que... Profesor de química, ¿eh?- cambio de tema.
-Bueno, también soy profesor de química, principalmente me dedico a otras cosas, como, por ejemplo, a la biología.
-Así que se podría decir que tenemos aquí a un científico, ¿no?- comienzo a reír, gracias a las estúpidas frases de el internet, solía odiarlas.
Llegamos a él restaurante. Nos sentamos en la mesa más alejada del establecimiento, saco mi teléfono y le mandó un mensaje a Sally diciéndole en que parte estamos, seguido de una respuesta casi inmediata de "ya voy".
-¿como se llama tu amiga?- pregunta Scott sin interés, como si lo hiciera para tener un tema de conversación.
-Sally.
-Oh, ya veo. ¿Desde cuando la conoces?
-desde hace algunos días. ¿Recuerdas cuando hice un vago comentario acerca de mis pesadillas?
-Sip- hizo un sonoro sonido con la "p".
-bueno, es que yo sufro de terrores nocturnos, y una noche en particular, soñé que me "automutilaba" mis extremidades. El dolor, aunque no lo creas, era real (o al menos así lo sentía); al parecer, mientras dormía, estaba gritando, lo que hizo que alguien tocará a mí puerta; cuando la abrí, allí estaba ella...
-siento la demora- dice Sally. Al parecer, es una moda el llegar tarde.
Cuando estaba a punto de pararme a saludarla como es debido, Charles se adelanta y hace el saludo que yo estaba a punto de hacer: le estrecha la mano, y jala su silla para que se pueda sentar, como todo un caballero.
-Gracias- Sally se veía confundida-, peerdona mi descaro, pero ¿quien eres?
-El es mi amigo de la infancia, Charles. Hace años que no nos veíamos, por cuestiones personales, pero hoy nos topamos, ¿no importa?
-no, no hay problema- Sally hizo exactamente la misma cara que hizo Charles cuando le conté sobre mi cita con ella.
-Cuentenme, ¿por que llevan años sin verse?
-Bueno verás... -habla Charles- hace seis años, cuando Scott y yo teníamos 17, mi padre falleció de cáncer, y el, por desgracia, era el sustento de la casa, de mi casa; por fortuna, mis abuelos paternos nos ofrecieron una grandiosa oportunidad: Estados Unidos.
>> Cuando se lo conté a Scott no me creyó al inicio, pero después, cuando vio que era en serio, no se separó de mi durante una semana. Antes de que me fui.
-¿Y que estuviste haciendo ahí?- pregunto.
-después de entrar a la universidad dos años antes de lo habitual, decidir mi futuro no era una opción. Aunque tenía muchas más ventajas en todas las carreras que todos mis colegas, no hubo una que me llamara la atención. Pero una idea brillo como un relámpago en mi cerebro: estudiaría todas las carreras que pueda durante seis años, y así pude completar, con honores, la carrera de arquitectura, medicina, filosofía y química. Sonará exagerado, pero terminar cuatro carreras en seis años no es imposible.
>>Aún así seguía aburrido, de vez en cuando daba conferencias, una que otra vez me llamaban para dar clases, y ahí vino la maravillosa idea de ser profesor, ¿de que otra cosa aparte de mi ciencia favorita? Así que regresé a mi ciudad natal, para volver a ver a mi mejor amigo y dar clases aquí mismo.
-¿desde cuando estás aquí?-preguntó Sally, yo aún no me podía creer que haya regresado por mi.
-desde hace algunos meses. No me quería precipitar a ver a Scott.
>> Primero fui a conseguir empleo en una universidad, a la que hubiera asistido de no ser por el incidente; después, fui a ver a un psicólogo, porque creo tener algún problema; y después de esto, tenía planeado visitar de una vez por todas a Scott, pero sin darme cuenta, mi psicólogo resultó ser Scott, ¡vaya golpe de suerte!
Me miró y me dedicó otra sonrisa, ese sujeto siempre me ha caído bien.
-¿listos para ordenar?- pregunta una persona desde atrás, pero al voltear veo a Bifimglich, con su atuendo de mesero y un bolígrafo.
-¡Bifimglich! -dice Sally contenta- ¿que haces aquí?
-aquí trabajo- responde, vaya mentiroso.
-¿no puedes quedarte un rato a charlar con nosotros?
-Deja checo.
Bifimglich se aleja por un momento, de seguro solamente se quitará el uniforme y se regresará inmediatamente.
-¿Bifimglich?- pregunta Charles-, un nombre muy inusual, ¿no creen?
-Le queda perfectamente, no es una persona muy común.
-¡Listo!- regresa Bifimglich.
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Un simple trato
RandomScott es una persona con una rutina ordinaria, y es Bifimglich quien lo cambia; abriéndole los ojos hacia un mundo extraordinario y real, pero a un muy costoso precio; rompiendo, muy sutilmente, la cuarta pared.