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La misma rutina cada día comenzaba a desesperarme. Los días habían pasado monótonos y eternos. Aquél día en la estación me hizo darme cuenta de la cantidad de personas rotas que había en el mundo y que aún a éste mismo le hace falta personas que amen incondicionalmente.

Michael, ¿lo volvería a ver? Desde ese día, esa pregunta se había convertido parte de todos mis días, pensando cada segundo en qué pasaría si lo volviera a ver. No lo creía, la verdad no. Lo que sabía de él era nada. En cambio yo le dije hasta dónde vivía.

No lo creía, pero al fin de cuentas, no se veía interesado por mí, ni siquiera quería decirme su nombre. Quizá sólo habló conmigo por el hecho de no ser grosero o mal educado.

Algo que me preocupaba de verdad, era el hecho de que no había tenido noticias de Luke en los últimos días, intentaba mandarle mensajes, pero los ignoraba, llamadas, y las cancelaba. Ya no íbamos juntos caminando a la escuela ni iba a mi casa en las tardes a pasar el rato.

Era jueves y a pesar de que el domingo, lunes, martes y miércoles me evadió en la escuela, ésta vez no iba a dejar que fuera así.

—Oye. —Estaba de espaldas en su casillero, y le dije mientras lo golpeaba levemente en el hombro.
Giró sobre sus talones y azotó su casillero e hizo que varias personas comenzaran a mirar. Me miró, rodó los ojos y bajó la mirada a sus libros que tenía en las manos.

¿Y a éste, qué mosca le picó?

—Luke, ¿qué tienes? no lo entiendo.— Le dije un poco molesta por la expresión hace unos segundos.

Bajó su libro de ciencias, se quitó sus gafas y me miró.

—Micaela...— Suspiró.

—Luke. — Le dije cruzando los brazos.

— El sábado saldríamos, iríamos al cine, ¿lo recuerdas? Sí, no pude contestar cuando me hiciste la llamada, pero jamás me habías quedado mal. Llamé a tu mamá, te llame a ti cientos de veces. Supe que habías ido al supermercado y lo entendí. Pero llegué al cine 5 minutos después de la hora en la que habíamos quedado, con las disculpas en las manos por haber llegado un poco tarde — su voz sonaba entrecortada.

— Luke, sí, lo recordé, pero estaba en el supermercado y se me hizo tarde, yo...

— ¿4 horas? Incluso fui a buscarte a tu casa y no habías llegado, hasta creo que mi celular se quedó sin crédito por la cantidad de veces que te llamé. — Me miró. — Ya no era tanto el salir, estaba muy preocupado. Pero te vi llegar, Micaela, vi que llegaste a tu casa y ni siquiera me buscaste para darme una explicación o decirme qué había pasado.

Lo que sentí en ese momento fue una profunda tristeza en el corazón. Los ojos de Luke me derrumbaron y tenía toda la razón. Una llamada de disculpa hubiera bastado. Ahora entendía el porqué estaba molesto conmigo.

— Perdón Luke, lo sé, debí haberte llamado, sólo que últimamente no sé dónde traigo mi cabeza. — Tapé mi cara con vergüenza absoluta.

— Si no querías salir conmigo desde un principio, me lo hubieras dicho. Pero no te preocupes, a veces los trenes suelen saturarse de personas y eso hace que nos retrasemos.

Salió corriendo rápidamente y no me molesté en detenerlo. Le daría tiempo e intentaría solucionar todo. Tal vez le pediría salir alguno de estos días.

Es que, la disculpa debió de haber sido el sábado, no 5 días después.

tuesday. [m. g. c.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora