q u é.
yo le gustaba a Michael.
yo.
Michael gustaba de mí.—Michael... —dije yo intentando encontrar las palabras correctas. no sabía qué decirle. no sabía ni siquiera lo que yo sentía. ¿me gustaba? no lo sabía, demonios, su cara, a pesar de las ojeras marcadas, y su rostro desgastado, solamente yo lo podía ver de maravilla. sus ojos, tan tristes y muertos, que a menudo soltaban ruidosas lágrimas de hielo; seguían siendo la creación más perfecta que haya visto.
Michael era casi perfecto. casi.—Micaela, dime algo por favor. —suplicó y sus ojos comenzaban a aguardarse.
no, Michael, no llores.
—Michael, yo... —suspiré. —no sé qué decirte. —bajé la mirada.
una lagrima rebelde cayó por su mejilla, pero Michael la retiró con brusquedad. se estaba molestando.
—Michael,— me acerqué a él y retrocedió desesperadamente. —¡Michael!
—MIERDA MICAELA. NO ES FÁCIL PARA MÍ, ¿SÍ? ME GUSTAS Y NO ES COMO QUE SE LO DIGA A CUALQUIER CHICA, MICAELA ERES UNA HIJA DE PUTA ESPECIAL, MICAELA, ERES LO ÚNICO QUE TENGO. —me gritó. estaba enojado, pero a la vez triste.
lo apuñalé.
yo entendía lo difícil que era para Michael hacer ésto. expresar sus sentimientos, pero me molestaba que el mundo no es sólo él. ¿qué rayos le iba a decir? estaba confundida. no sabía qué sentir.
—ESCUCHA MICHAEL, EN PRIMERA, NO ME GRITES Y EN SEGUN...
—¡CÁLLATE, MIERDA! —me interrumpió, y lloraba más fuerte.— púdrete Micaela Saints. ¡PÚDRETE!no dijo nada más.
sólo salió corriendo de mi casa azotando la puerta.
lo único que hice fue tirarme al piso,
y llorar.