Michael sólo necesitaba una cosa en la vida; ser entendido.
sus reacciones, su temperamento y sus repentinos cambios de humor, tenían un origen y necesitaba entender a Michael para poder ayudarlo. necesitaba saber ése origen, necesitaba conocer a la persona que amo.
habíamos salido del tren hace pocos segundos, y ahora caminábamos por la fría calle.
pasamos más o menos 20 minutos caminando, cuando vimos una solitaria banca rodeada de flores marchitas alrededor.
Michael tomó mi mano y me encaminó a la pequeña banca. eran las 9 de la noche. el cielo nublado era el culpable de las noches sin estrellas, pero ¿qué más podría pedir? estaba con Michael y tenía sobre mí la bella luna. lo necesario para hacer aquel escenario divino.—Sentémonos aquí. no me ejercito, así que no tengo condición física.—sonrío.
—no te preocupes. —solté una risita y como era costumbre, nos quedamos en silencio unos minutos.
—Micaela...
lo miré.
—¿qué pasa?
—¿alguna vez, te has sentido... quiero decir, te has sentido como si no le importaras a nadie? —me dijo nervioso, como si mi respuesta fuera ser importante para él.
—cada día de mi vida, Mike. —le dije sinceramente. había veces, que me sentía sola. mi madre, mis amigos, nadie me entendía. mi padre me abandonó cuando era pequeña. mi adolescencia fue difícil, ya que era antisocial y no cabía con las demás personas y es la etapa en donde te puedes encontrar, o te puedes perder a ti mismo.
—Mic, ¿te has preguntado porqué soy así?— me dijo y su pregunta me tomó por sorpresa. nunca esperé que Michael por fin quisiera hablar de lo que me he preguntado desde que lo conocí.
—no te entiendo...
—mientes. he visto tus ojos cuando mi humor cambia. he visto como me miras. hasta a veces pienso... que me tienes miedo. —me dijo con voz entre cortada.
esta vez, no iba a quejarme de que Michael siempre lloraba, siempre. ya que estábamos hablando de algo con lo que tiene que luchar todos los días; sus demonios.
—solo trato de entenderte.
pasó un momento, y Michael tragaba saliva cada dos segundos, pero no le dije nada. necesitaba que me tuviera confianza, que me contara lo que sea, lo que había dentro de su alma.—cuando era niño...