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No sé en donde estamos, y, considerando quién me acompaña, realmente no me importa a donde voy. Me siento como en una nube de incredulidad. Si Chris no quisiera nada conmigo, no sería tan atento.

¿Verdad?

Cenamos en un pequeño lugar para nada ostentoso, es tranquilo, acogedor y huele deliciosamente a café. Me agrada.

Tomamos asiento y Chris pide un baguette y yo pido lo mismo, sólo que la mitad. Analizo alrededor con sumo detalle: El papel tapiz de rayas rojas y blancas está descolorido, y eso es lo que hace que se vea fantástico. Como si el lugar hubiese sido bañado con un tono sepia. Es lindo.

—Gracias —le digo. Me mira con el ceño fruncido.

—¿Por qué?

—Por estar ahí, creí que te irías a casa.

—¿Y por qué creíste eso? Te dije que quería acompañarte.

—No lo sé... —hago una pausa y suspiro—. Supongo que de entrada, pareces el tipo de hombre que haría eso.

Sonríe. Entrelaza sus manos y recarga su barbilla en ellas. Su barbilla... SUS MANOS...

Comenzaré a delirar en cualquier segundo.

—Eres interesante, Ellie. Creo que por eso me gustas.

La mesera trae nuestros pedidos y Chris le dedica una sonrisa de comercial de dentrífico.

Creo que por eso me gustas.

Creo que por eso me gustas.

ME GUSTAS...

Santa mierda.

Me quedo de piedra mientras lo veo devorar su baguette con tranquilidad. Yo no puedo comer un solo gramo de lo que me sirvieron.

Estoy en las nubes.

¿De verdad ha dicho que le gusto?

—¿Estás bien? —me pregunta como si nada. Como si lo que acaba de decir no hubiese causado ningún impacto en mi vida.

Aunque odie admitirlo, me he vuelto tan adicta a éste hombre que creo que él también me gusta.

Tal vez sólo un poquito.

—Sí —le aseguro—, es sólo que... las emociones de hoy y todo lo sucedido me han dejado mucho qué pensar.

—Apuesto a que sí —dice, seguido, le da una mordida a su baguette.

Hasta comiendo se ve sexy.

Mi celular timbra dentro de mi bolso. Lo saco y respondo, es tía Anne.

—¿Hola?

—Cariño, no he visto desde la mañana, ¿dónde estás? Tu coche está aquí y Joseph también. —suena preocupada.

—Tranquila, tía. Fui a ver a Scott al hospital acompañada de... Chris, y en éste momento estamos comiendo.

—Oh, de acuerdo. Te dejo para que disfrutes —murmura, conteniendo una carcajada. Sonrío.

—Gracias tía, te quiero.

—Adiós, cariño.

Cuelgo la llamada y reviso un mensaje nuevo del señor Moore.

[Ellie, regresamos dentro de un mes, ha surgido un inconveniente; la madre de mi esposa está enferma de cáncer terminal y desea pasar más tiempo con sus nietos. Gracias por la paciencia.]

Vaya, ¡eso es terrible! Le respondo diciéndole que no hay problema, luego, le envío un mensaje a Ginnie para que alerte a quienes contratamos para la restauración. Al parecer tendrán algo más de tiempo extra de vacaciones.

Te Pertenezco (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora