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Entro a mi habitación con la intención de desnudarme y descalzarme estos zapatos infernales, para después darme otra ducha. El suave viento que corría en el viñedo hizo que el polvo se levantara. Lo sentía como una segunda piel, por no mencionar que casi me levanta la falda.

Pero claro... Mis anteriores planes tendrían que esperar.

Esas dos mujeres están esperando detalles de mi "cita", sentadas en mi cama.

—Por Dios... ¿Es que no puedo tener un momento de tranquilidad con mis pensamientos? Estoy agotada. —espeto una vez que me meto a la habitación.

Tres horas calzada en estos zapatos. Mis pies me estaban matando.

—Ellie, no seas arisca. Queremos saber los detalles sucios. —murmura Holly, frotando sus manos entre sí. Remata con sus ojos de cachorrito y tía Anne suelta una carcajada. Sabe que no soy inmune a esa mirada y lo usa a su favor.

Suspiro profundamente, aceptando mi destino.

—De acuerdo —ruedo los ojos—. ¿Dejarán que me duche rápido?

Ambas asienten con la cabeza. Entro al baño y cierro la puerta tras de mí.

•••

Cuando salgo de la ducha, me seco el cuerpo y tomo mi bata del perchero. A continuación, tomo una bolita de algodón de mi pequeño neceser con escasos cosméticos y le vierto un poco de aceite desmaquillante para eliminar lo que quedó en mi rostro.

Demasiadas formalidades, si. Pero si salgo así, Holly me soltará su ya muy conocido sermón de que dejarse el maquillaje daña el rostro.

Abro la puerta y me dirijo a la cama, metiéndome entre las sábanas bajo las miradas ansiosas de esas dos mujeres. Me preparo para el bombardeo de preguntas.

—¿Y bien? ¿Qué es lo que quieren saber?

Se quedan pensando un momento. Tía Anne es la primera en hablar.

—Cuéntanos por tu cuenta. —pide.

—Él... No dejaba de mirarme el cuerpo —me quedo sin aliento al recordar su intensa mirada. Holly lanza un pequeño grito de victoria y la fulmino con la mirada—. Eso no quería que ocurriera. —Hago una pausa. Las mujeres me miran expectantes—. Me preguntó si yo tenía novio.

—¡Oh! —exclama Holly, cubriéndose la boca con ambas manos.

—¿Qué le dijiste? —pregunta mi tía con la sorpresa reflejada en su rostro.

Creo que nadie esperaba ese movimiento.

—La verdad —digo como si nada—. Hablamos de diversas cosas.

Evito mencionar la parte donde lo mandé al demonio. Eso me lo guardaría para mi propia satisfacción personal.

—¿Y después? —masculla Holly con impaciencia.

—Me comentó que quiere que le eche un ojo a su casa. Mañana iremos y me dirá qué planes tiene. —me encojo de hombros.

Me parece absolutamente innecesario que interrumpa su mañana para conducirme a su casa. Aun siendo sábado, me da algo de pena.

Me doy cuenta de que hablé en voz alta cuando Holly comenta:

—Eso es muy considerado —enarca una ceja.

—Sólo intenta ser amable —respondo, restándole importancia.

—Puede ser, pero lo hará porque así lo desea —comenta mi tía.

Te Pertenezco (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora