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La luz del día que se cuela entre las cortinas de mi habitación me molesta en la cara. Frunzo el ceño e intento girarme para evitar la luz, pero me es imposible. Abro los ojos de golpe con sorpresa al encontrarme enroscada en el cuerpo de Chris Bennett.

Enroscada. En el cuerpo. De Chris Bennett.

Santa madre.

—Buenos días —dice Chris, levantando el rostro de mi estómago.

—Buenos días, no creí que estuvieras despierto. —respondo, mientras intento estirarme.

—Digamos que la vista era demasiado buena como para desperdiciar un segundo —responde con una sonrisa. Baja la mirada de nuevo y traza varios círculos en mi ombligo que me hacen cosquillas.

—¿Chris?

Levanta la vista.

—¿Qué sucede? —su cabello revuelto luce tremendamente sexy.

—¿Tienes hambre? —le pregunto con una sonrisa.

—Sólo de ti —responde y me besa justo debajo de mis costillas. Siento una dulce tensión en mi vientre.

—¿Por qué? —la pregunta sale de mi boca antes de tener oportunidad de detenerla. Diablos.

Chris frunce el ceño y me sonríe de lado.

—Porque eres hermosa, inteligente, y tienes un cuerpo espectacular. —sube por mi cuerpo y deposita un beso entre mis pechos.

—Entonces, ¿sólo me quieres por mi cuerpo?

—También por tu manera de expresarte, Eleanor... —dice con una ceja enarcada. Golpeo su brazo.

—¡Hey! Eso es agresión al prójimo. —exclama, con falso dolor.

—Odio que me digan así.

—Bueno, es yo no lo sabía —se defiende. Ruedo los ojos.

—Vamos a desayunar—propongo—. Supongo que no tienes nada que hacer hoy, porque son las nueve y media y aun sigues en cama. —le digo mientras intento zafarme de su agarre, cosa que no logro.

—Supone bien, señorita Hamilton. —me lanza una enorme sonrisa y me siento derretir—. Me apetece mucho disfrutar de un desayuno en su compañía, aunque me gustaría tenerla en la cama, desnuda, para poder disfrutar de su cuerpo. —suspira teatralmente—. Eso tendrá que esperar.

Me guiña el ojo. Cuando e levanta me da un suave beso en los labios, casi casto. Me río en silencio mientras lo veo entrar al baño; y pensar que lo que hicimos parte de la noche no fue para nada casto...

•••

Tengo la perfecta visión de Chris tomando una taza de café y leyendo el periódico en una de las mesas con sombrilla que están cerca de la alberca. Hasta cuando levanta la taza y se la lleva a la boca se ve increíblemente atractivo.

Tía Anne me lanza miradas insinuantes, me limito a asentir cuando me pregunta si me cuidé.

—Por Dios, niña. ¿Qué le has hecho al pobre chico? Ayer parecía algo... Exaltado.

—No sé qué pasó, lo juro. Entró a mi habitación y al segundo ya estaba sobre mí.

—No necesito detalles, gracias. —dice, levantando una mano—. Por cierto... Holly llamó hace un rato. Scott despertó y dice que no te preocupes, que te mantendrá informada.

Suspiro de alivio y doy gracias al cielo por ayudar a Scott.

Me concentro en Chris; parece relajado analizando su celular. Me alegra saber que está tan relajado gracias a mí. Ahora levanta la vista y m ira ausente a la silla en la que se supone que debo estar sentada, acompañándolo en el desayuno.

Te Pertenezco (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora