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—¿Ellie? ¿Sigues dormida, cariño? —Los suaves golpes a la puerta y la voz de mi tía Anne al otro lado me hacen abrir los ojos. Cambio de idea y hundo mi rostro en la almohada

—Si tía, sigo dormida. —Respondo en un quejido, con mi voz ahogada por la almohada. Levanto la cabeza cuando escucho que tía Anne abre la puerta. Cuando logro abrir los ojos por completo, la encuentro radiante como siempre. Trae una bandeja con lo que supongo que es nuestro desayuno.

Anne Wright es la hermana de mi madre. No es casada ni tiene hijos. A sus 45 años de edad está más que radiante y caliente. Tiene pretendientes pero no se decide por ninguno. Tampoco es que le interese mucho tener un hombre a su lado. Siendo oncóloga en el hospital para niños Morgan Stanley, dudo que en su cabeza quepa la posibilidad de lidiar con un hombre.

Vivía sola en un departamento cerca del hospital —por emergencias— pero cuando murió mi padre, no me veía capaz de estar cerca de mi madre y de su estúpida actitud de repulsión hacia mí, así que la invité a venir a vivir con nosotras. Al fin y al cabo, había muchas habitaciones y su compañía era como un soplo de aire fresco para mi vida. Y así es como comenzó ésta rutina. Mi tía trayendo nuestro desayuno a mi cama los sábados y comiendo entre risas.

—No juegues conmigo, Ellie. Mira —alza un poco la bandeja—, tengo nuestro desayuno de sábado —dice con voz emocionada. Me estiro y me siento. Tía Anne deja la bandeja en el suelo para acercarse a mí.

—Buenos días, cielo. —me abraza fuerte y me dio un beso en la cabeza.

—Buenos días, tía. —Le sonrío con cariño.

—¿Cómo te fue en esa horrenda fiesta tuya? —dice al tiempo que se sienta en la cama frente a mí y pone la bandeja con comida entre las dos. Siento un cosquilleo en el estómago al recordar a Christopher Bennett y ese sensual traje que le quedaba de muerte.

—No ocurrió nada de lo que esperé. —declaro, riendo. Levanta las cejas, sorprendida.

—Entonces... ¿Encontraste a algún chico guapo? —insinúa. Abro mucho los ojos.

—¿Di en el blanco? —pregunta con voz sugerente. Suelto una carcajada nerviosa.

—Sí. No. —Suelto un bufido—. Creo que sí. Pero eso no es importante... ¿Puedes creer que Holly llegó ayer y no nos avisó? Estuvo en la fiesta.

—¡Qué niña tan grosera! —Exclama tía Anne con sarcasmo—. ¿Y cómo está? Extraño verla por aquí.

—Perfecta. Creo que se ve incluso mejor que cuando se fue.

Soltamos una carcajada.

—Ahora sí. Cuéntame del muchacho.

Suspiro.

—¿Por dónde empiezo? —Hago una pausa, ni siquiera sé por dónde—. Supongo que por el principio... Tía, es... muy guapo.

Mi tía enarca una ceja. No le parece suficiente mi descripción.

—De acuerdo —cedo—. Es muy sexy. Muy, muy sexy y masculino.

Ella comienza a reír con la boca llena de fruta. Cuando vacía su boca, yo lleno la mía con fruta y algo de yogurt. Tengo mucha hambre.

—¿Cuál es su nombre? ¿Lo conozco?

Trago mi comida y respondo.

—Es uno de los hijos de los Bennett. Su nombre es Christopher.

—Oh, sí lo conozco. —hace una pausa, perdida en sus pensamientos—. El muchacho es muy guapo. —afirma con la ceja enarcada, luego suelta una carcajada.

Te Pertenezco (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora