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Crumble de Salmón con puré de papas es lo que cenaré ésta noche junto con Chris a la luz de unas velas. Es muy romántico.

Chris rellena mi copa con Bollinger y bebo un sorbo.

—Éste es mi champán favorito, ¿lo sabías? —pregunto enarcando una ceja. Chris levanta la mirada de su plato recién llegado

Ver ese par de ojos me daba felicidad. Saber que brillaban por mi causa me hacía sentir extasiada de felicidad.

¿Cuándo me dirás a la cara que también me quieres?

—Lo presentí —responde una vez que termina de masticar—. La verdad es que le pregunté a Lena y ella me dijo —se sonroja un poco—. Quería sorprenderte con algo.

—Tú me sorprendes todos los días, no es necesario que le preguntes a mi nana cuál es mi champán o vino favorito. Sé que lo habrías adivinado de una u otra forma.

—Probablemente sí —me guiña el ojo y se concentra en terminar su plato. Yo prosigo con lo mismo y cuando termino, lanzo un suspiro.

Una suave y tranquila melodía jazz ameniza la cena. Chris y yo platicamos de cosas y él me hace preguntas que no deberían hacerse en una cita sin número.

Sin número porque ya no recuerdo qué número de cita es ésta.

—Hay algo que quiero comentarte —me dice con seriedad tras beber el restante de su champán.

—Te escucho —le digo, dedicándole toda mi atención.

—Por ser vicepresidente de Bentco, me veía obligado a asistir a eventos para nada de mi agrado, incluso llegué a escaparme de algunos por la manera en que parecía que denigraban a los demás, por la forma de hablar me refiero.

Asiento con la cabeza, incapaz de adivinar a qué va todo.

—Pero hubo una que captó toda mi atención, una en la que escuché hablar de la mítica señorita Eleanor Hamilton.

Frunzo el ceño.

—¿De qué demonios hablas? —le pregunto, tal vez un poco más ruda de lo que pretendo escucharme, pero ya es tarde. Chris continúa.

—No es mi intención ponerte en contra de tu madre, sólo quiero que sepas la manera en que supe que existías. Tu madre sólo se quejaba de lo mal que la tratabas y lo poco que manejaba ella sobre la herencia total de tu padre. Te pintó como una chica arrogante, egoísta y petulante.

Sonrío.

—¿Esas fueron exactamente sus palabras? —le pregunto con curiosidad.

—No, tal vez le esté agregando algo de mi cosecha —dice con una sonrisa—. El punto aquí es que... Me alegró saber, de una u de otra forma, que no eras así como te había pintado, ni mucho menos, como los demás creen que eres.

—¿Cómo crees tu que soy? ¿Crees que me conoces del todo?

Se queda pensativo y responde:

—No, eres como ella te describió y para mi ya supone un cambio. Y no... No te conozco aun del todo, pero espero me des la oportunidad.

Habla tan serio que no puedo evitar sentir un brinco en mi corazón. Realmente quiere esto, entre nosotros, ¡lo quiere!

No respondo. Terminamos la cena en silencio y cuando finalizamos, Chris le hace una seña al camarero.

Suspiro, con una sonrisa.

—Todo estuvo delicioso, gracias por esto, Chris.

—Lo mejor para mi preciosa señorita Hamilton —estira su brazo y captura mi mano para llevársela a los labios. Me sonríe de esa manera tan sexy que provoca que miles de mariposas surjan de la nada—. Ahora, vamos a mi casa, te tengo una sorpresa —murmura, lanzándome una mirada lasciva que me hace sentir desnuda.

Te Pertenezco (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora