Epílogo

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Chris

Ahí está ella, más hermosa de lo que jamás imaginé. Siempre que la veo todo alrededor se opaca, dejándonos solamente a nosotros dos. Como si irradiara luz propia.

Pero hoy, hay una excepción. La señora Wright está detrás de ella, evaluando mi expresión.

—Cuídala —me dice.

—No necesita decírmelo, lo haré. Se lo aseguro —le respondo. Ellie abraza a su tía y cuando por fin la libera, camina hacia mí. Escucho que la puerta se cierra.

—Luces más que preciosa —le digo, echándole un vistazo a como luce su cuerpo con el vestido que elegí para ella.

—¿Y qué hay de ti? Luces extremadamente sexy, quizá demasiado para mi gusto —dice en tono serio. Y ahí está, ese fruncimiento de labios del que no es consciente y que me vuelve loco. Le sonrío aun más y la acerco a mi cuerpo para darle un leve beso.

—No quiero arruinarte los labios, pero se ven tan apetitosos... —murmuro en un intento por alejarme de ella.

—Vamos a cenar —me interrumpe—, y verás que perderás el hambre por ellos.

No creo que eso suceda.

—Tal vez sí —la provoco. Ellie levanta una ceja—. Vamos entonces, señorita Hamilton.

Enlazo su brazo con el mío y caminamos hacia el coche en donde le abro la puerta y la ayudo a subir.

Soy un hijo de puta con suerte.

•••

Me veo obligado a confesar que tuve que pedir información sobre su champán favorito, pero me veo bien recompensado con una sonrisa de su parte. Cuando la cena termina, pido la cuenta y veo la duda flotar en sus ojos. Que ni siquiera piense en querer pagar algo de la cena.

En su lugar, se disculpa y se da la media vuelta en dirección al baño. Saco mi celular para ver el motivo de las vibraciones. Un mensaje de Rhett.

[Tienes que alejarte de ella, Chris. Las amenazas no van a parar, necesitamos más tiempo. Aun no tengo información de la persona, pero parece que alguien está dispuesto a colaborar. Si no te alejas, las cosas no se quedarán solo en amenazas.]

Aprieto el celular con fuerza entre mi mano y lo guardo en la chaqueta. El ansia del puto cigarro vuelve a mi y aprieto los dientes. Maldita sea. Desde hace varios días que no lo hago. La presión de todo se esfumaba en el momento en que Ellie fijaba sus enormes ojos en mí.

¿Alejarme de ella sólo para complacer a un jodido enfermo o enferma? No. Jamás.

Mientras la veo regresar, más me convenzo que no puedo dejarla. Tengo que estar a su lado para protegerla.

Nos vamos del restaurant en dirección a mi casa. Al menos al ver su rostro cuando vea las flores que traje especialmente para ella, todo valdrá la pena.

Al abrir la puerta y encender la luz, mis ánimos se reducen a nada. Los tulipanes están esparcidos por toda la casa, los jarrones quebrados, los muebles volcados... todo está destrozado.

Mi puto coraje va en aumento. Necesito alejarla de mi antes de explotar. La levanto en brazos para que no se encaje ningún cristal y la llevo a la habitación. Una vez fuera de ahí, me dirjo a mi estudio en donde puedo desahogarme. Tomo todo lo que está a mi alcance y lo hago añicos contra la pared. Cuando coraje disminuye, llamo a Rhett.

—¡Entró a mi jodida casa! —le grito—. Cumplirá sus amenazas. ¿Por qué mierda no la has encontrado? ¡Esto ya se salió de control!

—Cálmate, Chris. Ya te dije lo que tienes que hacer. La chica corre peligro, no puedes seguir a su lado.

Te Pertenezco (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora