"yo sí" ♪ l.s.

♪ Dolores y tormentas

xx.

Las nubes parecían tan pesadas ese día, enormes y blancas en la parte superior, casi como pretendiendo ser inofensivas. Más en la parte de abajo, negras y redondeadas puntas las terminaban. 

Estaban cansadas y degradadas hacia el suelo, tanto como yo. 

Con esa fuerza de atracción, ese gran pesar dentro suyo impulsándolas hacia la tierra.

Estaba por llover y la acera me congelaba el trasero.

Apoyé el cigarrillo a mi costado. Levanté el brazo. Ojeé el reloj. 

Todo fue en cámara lenta.

Mi vida duró años desde ese momento en que dejé a Louis en el parque... Recuerdo cada pensamiento que tuve desde ese exacto segundo hasta el que vivo ahora.

Volví a tomar el cigarro y lo calé. 

La primera vez profundo, sosteniéndolo con tres dedos, observando de reojo como las llamas comían pedazos del papel en voz baja, tragando todo el humo.

La segunda vez, levemente. Casi como si suspirara ese aire grisáceo hacia adentro de mi boca. Y lo dejé salir, haciendo una "O" pequeña con los labios. Dejándolo por completo salir.

Ya habían pasado 2 días desde la última vez que lo vi. Hoy sería el tercero y sí, había estado faltando a clases.

Mañana debería volver, y con un tremendamente-bien-hecho certificado falso.

Solo hacían falta un par de días. Solo el tiempo suficiente como para que la soledad obligase a Louis a hacer nuevos amigos. Solo el tiempo suficiente para que la rabia lo obligase a odiarme, y mi breve ausencia a olvidarme.

Pero, por supuesto, no el tiempo suficiente como para retrasarme otro jodido año.

Me reí para mí mismo, dándole otra pitada a mi Lucky Strike. 

"Ya sé que no es gracioso que me hayan retrasado un año, Gemm." le dije al cielo, imaginando cómo mi hermana se enojaría ante mi actitud.

Siempre tan despreocupada.

Pero es que ella no sabe que me preocupo. Me preocupo demasiado. Más de lo que podría imaginarse.

Me preocupo tanto que no duermo por las noches. Tanto que salgo a dar largos paseos solo solo para poder pensar. Me preocupo tanto que me ahogo en letras y pinturas porque sí, podré ser sordo, pero eso solo significa que tengo una eternidad de escuchar nada más que mis pensamientos.

Mis pensamientos oscuros y asquerosos y malditos y molestos.

Y yo no puedo refugiarme en la música como solía hacer, ahora todo está jodido y ya no tengo nada en lo que refugiarme.

Cada vez fumo más y me arruino más y Louis- Louis.

Louis, demonios. 

Louis.

Louis era tan estúpidamente apuesto, como salido de un libro.

Y él no era un cliché como yo. Él no jugaba a ser el chico malo. Él no estaba triste. Él no era pequeño y dulce e indefenso. Él no estaba dentro de ningún estereotipo.

Y yo sé que debería haber sido su amigo. Debería haber estado ahí para él porque estoy seguro de que me necesitaba. Debería haber sido un buen "bro". Un compinche, un compadre.

Pero no podía. Definitivamente no podía pretender ser su amigo durante un minuto más.

Porque estaba a su lado y me sentía tan bien, quizás mejor que cuando tenía oídos funcionales porque él era un conjunto de emociones y sensaciones tan grande que reemplazaba cualquiera de los sentidos. Y yo sabía que si permanecía a su lado como amigo terminaría prefiriendo vivir inválido para siempre que dejar de tenerlo cerca.

Pero no podía. Y no puedo. No voy a enamorarme esta vez.

Me levanté del cordón de la vereda y un auto pasó por enfrente tan rápido que me hizo saltar hacia atrás, y en algún punto en medio del susto hice un extraño movimiento de brazos. Resultado: me quemé el brazo con el cigarrillo. 

Mi piel estaba en carne viva, ardiendo como nunca. Roja, casi tanto como el fuego que la hirió. 

Sorprendentemente, fue un dolor agradable. Placentero. Casi me hacía sentir poderoso, fuerte.

Apreté mi puño para soportarlo, con mis nudillos furiosamente blancos colisionando. Sentía las cenizas todavía encendidas cavar un hueco en mi blancuzca piel. 

Estaba a punto de doblar mi cuerpo para irme cuando sentí dos manos en los ojos, un par de conocidos labios en el oído, y un sorpresivo pero supuesto olor a marihuana.

Habló contra mi oreja, y puedo apostar que lo hizo por pura maldad, para que sintiese su tacto, sensual, como de costumbre. Yo lo reconocí al instante.

De repente el dolor causado por el cigarro parecía nulo, comparado con el dolor de tenerlo tan cerca. 

Mi esqueleto entero tembló y se aflojó en ese preciso momento, y me di la vuelta increíblemente despacio. Admito que esperaba que no estuviese ahí. Que fuese una ilusión, a lo sumo un sueño.

Pero estaba, y tan pronto como mis orbes conocieron las suyas, su boca se aventuró en la mía.

Mis manos muertas a mis costados mientras él me atacaba en un beso, tomándome por las mejillas y detrás de las orejas. No sabía qué hacer, así que solo permanecí.

Permanecí durante lo que no sabría distinguir entre si fueron milésimas de segundo o años. Mi cavidad, apenas abierta tímidamente mientras él jugaba con su lengua dentro.

Hasta que se separó de mí y decidió mirarme fijo. Sus manos se elevaron para moverse de manera perfecta y ensayada.

Dijo "¿Me extrañaste?"

Y carajo, SÍ.

Claro que sí. 

Lo extrañé tanto que pasé incontables meses de mi existencia gritando hasta que mi garganta se enrojeció lo suficiente como para que además de sordo, me quedase semi-mudo.

Pude sentir como las lágrimas llegaban, frívolas y amenazantes. Y suspiré. 

"Ni. Por un. Jodido. Segundo." hablé cortado, porque si formulaba una oración completa mi corazón se destrozaría. Giré sobre mis talones dispuesto a irme, y no me siguió.

Porque ¿por qué necesitaría hacerlo?

Estaría por los alrededores de todas formas. Oh sí, seguro que lo estaría.

Era como una maldita piedra que jamás me podía quitar del zapato. Siempre regresando.

"NO ME BUSQUES" vociferé, sin mirar atrás. Con los brazos cruzados y caminando contra el feroz viento de tormenta que se había desatado.

"No lo haré" señó en respuesta el del cabello blanco como la nieve, cuando miré atrás. "Confío en que tú me buscarás a mí, Princesa."