Capítulo 20

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-¿Ahora sabes porque amas la oscuridad? -Zayn preguntó con una sonrisa ladina mientras observaba intensamente al ojiverde.

-Supongo -se encogió de hombros y suspiró sin saber realmente por qué.

Se sentía... ¿raro?

Tomó el popote de su malteada entre sus dedos y revolvió distraídamente el contenido rosa sin levantar la mirada.

-¿Qué sucede? -el pequeño se veía realmente incómodo.

-Extraño a Louis -sí, había pasado menos de doce horas, pero necesitaba su toque. Su pecho dolía y quería asegurarse de que, a pesar del intenso día en el bosque, Louis lo seguía queriendo tanto como él lo amaba.

-Podemos ir a verlo -sugirió el morocho sonriendo ante la idea de encontrarse con Liam.

-¿Crees que se enfade si interrumpimos en su oficina? -se removió en su asiento inseguro.

Su nerviosismo se debía a que nunca fue por iniciativa propia, únicamente iba si Louis se lo pedía. Sin embargo, ahora que lo pensaba, él nunca se lo prohibió.

-No lo creo -sacó un billete de la bolsa trasera de sus pantalones y jaló la mano de Harry.

Fue aproximadamente media hora de viaje cuando ya estaban entrando por la inmensa puerta de cristal. Los dedos de Zayn entrelazados con los suyos era un enorme apoyo para las miradas curiosas y prepotentes que los demás les dirigían. O él estaba viendo cosas o a Zayn no le importaba en lo absoluto.

-Esas personas nos ven feo, Zee -la intensa mirada de una rubia detrás de la recepción los siguió hasta que se posicionaron frente al elevador.

Ella sonrió burlona al verlos delante de las puertas de metal cerradas. Ese elevador era privado, exclusivo de los altos ejecutivos. Harry conocía eso ya que en las únicas veces que fue con Louis ellos subieron ahí y no en las demás puertas aledañas. Zayn pulsó un par de números de un tablero pequeño y sin darse cuenta de la mirada entró tirando de Harry.

-Qué se jodan, todas esas personas deberían arder en el infierno -Zayn se encogió de hombros y pulsó el botón del último piso.

Las puertas se abrieron de nuevo y caminaron hacia la nueva versión de la rubia del primer piso, sólo que con una leve diferencia de que aquella era conocida y la misma expresión de asco surco su rostro cuando los vio.

-¿Louis está solo? -no un saludo ni mucho menos palabras que no sonaran secas. Simplemente así era Zayn cuando la persona no tenía importancia para él.

-Eso es algo que no te importa -osada contestó con una sonrisa cínica.

¿Era lo único que los humanos sabían hacer? ¿Dar sonrisas falsas para sentirse mejor que los demás?

-Como quieras -Zayn sonrió y sacó su celular del bolsillo delantero-, podemos preguntarle a Liam, tal vez él pueda contestar por ti.

Llevó su celular al oído y reprimió una sonrisa cuando la mujer respondió para hacerlo colgar.

-Está solo -susurró y claramente vio que mordió su lengua para no soltar lo que tenía en mente. Una lástima, a Zayn le hubiera encantado escucharlo.

Antes de que pudiera contestar, Liam apareció en su campo de visión y sin pensarlo dos veces el ojimiel se lanzó a sus brazos para segundos después desaparecer en el pasillo.

Pero Harry no lo culpaba por dejado solo con una de sus personas favoritas.

Suspiró y frunció el ceño al sentir una despectiva mirada en su espalda, una muy conocida. Volvió su atención a la persona tras el escritorio y en ese momento se percató de una taza con café precariamente puesta sobre el borde. Por azares del destino estaba frente a la fuente de hostilidad de ese piso.

Mi Pequeño Ángel | Larry Stylinson AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora