Dirigió sus pasos hasta donde un guardia se encontraba custodiando la sala aledaña. No tenía ni idea de donde salieron sus ansias de salir de ahí con su presa en brazos. Al encontrarse a unos pasos cerca al enorme monstruo de traje negro y lentes a juego metió su mano a la bolsa del pantalón y sacó su billetera.
—Lo quiero —Louis le lanzó una tarjeta dorada—. No me importa cuántos tengan que desaparecer, lo quiero para mí.
No necesitó más que eso para que supiera a cuál de ellos quería, sus ojos hablaban por él.
Salió del salón principal sin importarle que la pasarela seguía su curso, para él fue suficiente y más ahora que fantaseo con las blancas piernas interminables, sólo quería llegar a casa y empezar a darle uso a su nueva adquisición. Casi podía saborear el triunfo en sus labios.
Sus pasos resonaban en el amplio pasillo decorado en oro y blanco, el bullicio dejado atrás era solamente susurros que hacían hastiar a Louis. Un recorrido corto lo llevó a una sala decorada de tonos blancos y rosas que conocía como un viejo amigo, uno fastidioso e irritante porque tenía que soportar a los demás que esperaban, ansiosos o con suerte igual de aburridos que él, a los pequeños serafines. Algunos más afortunados los tenían ya en sus regazos esperando la autorización a firmar y poder llevarse a casa a sus bebés.
Al entrar a la sala la mayoría que no estaba entretenidos toqueteando a las blancas criaturas lo saludaron con un movimiento de cabeza. Le gustaba el respeto y el poder que tenía. No era solo temido por ser hijo del líder y uno de los siete, era conocido más que nada por sus propios méritos y su linaje era un extra para que nadie se pusiera en su camino. En esta situación era muy beneficioso ya que sabía que tenía ganado por mucho al delicado rizado.
—Señor Tomlinson —el dueño del lugar lo llamó saliendo de una puerta doble al fondo—, acompáñame, por favor.
El estrecho pasadizo no tenía mucha luz y lo único que alumbraba era un foco rojo en lo alto, el camino era corto y agradecía por ello. El oscuro llamado Elliot era alguien muy refinado y con modales exquisitos, alguien que no parecía liderar el negocio más abyecto conocido. Al final llegaron a una gran oficina que anteriormente pisó, sin embargo, esta vez era un poco diferente.
No pasó mucho tiempo y papeleo para que oficialmente lo que deseaba pasara a sus manos.
—Sabe lo que recae sobre usted al hacer eso ¿Cierto? —ojos grises observaron cuidadosamente a Louis. El asentimiento y la dura mirada azul provocó una sonrisa al contrario— De acuerdo, sabe las condiciones y los términos, si se aburre, no hay devolución ni reembolso. Fuera de aquí haga lo que quiera con su compra.
Cuando todo estuvo listo y Elliot sonó una campanilla finalizando el acuerdo, de una puerta diferente el enorme guardia que vio Louis antes empujaba al rizado que llevaba los ojos vendados. Louis lo observó detalladamente para comprobar que no lo habían lastimado en el transcurso de la compra. Su juguete debía ser nuevo y exclusivo. No era desconocido que algunos guardias solían aprovecharse de los pequeños antes de entregarlos a sus dueños. Lo de revisar su producto antes de salir era algo inhumano pero el dinero era considerado más importante que las criaturas blancas.
El serafín estaba vestido con la misma ropa de la pasarela, sus manos seguían atadas al frente, sus bonitos pies estaban descalzos y temblaba un poco de frío y otro de miedo por lo que sucedería con él, un bonito puchero se formaba en sus labios tratando de contener el llanto. Louis en un par de segundos se deleitó y asintió conforme.
—Es todo suyo, disfrútelo —sonrió descarado el elegante oscuro. Algo que definitivamente asqueó a Louis— Apuesto que ya tiene planes para esta noche, y las siguientes también.
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Mi Pequeño Ángel | Larry Stylinson AU
FanficÉrase una vez una estrella moribunda que dio vida en su agonía. Tres reinos fueron forjados, las tres tierras fueron llamados. Cada uno tuvo vida en su interior, las criaturas fueron hechas para otorgar equilibrio, sin embargo, tiempo después el cao...