—¿Qué? —el ceño fruncido y la mirada de incredulidad en Louis se hicieron presentes.
Sinceridad y felicidad inexplicable se desbordaba de su corazón, tal vez lo había dicho porque ahora estaba de buen humor por haber comido. Era demasiado espontáneo y cualquier cosa que sentía la decía al instante, pero muy en el fondo de su corazón sabía que no era por eso que lo había dicho. Simplemente lo sentía y ya.
—Lo que escuchaste, no sé por qué, pero lo siento y es raro porque nunca lo había dicho antes ni sentido, ni siquiera recuerdo haberlo sentido, sabes, realmente no lo sé, pero ¿a quién le importa? —Harry volvió a tomar la caja de comida y con los palillos metió una porción más a su boca sin despegar los ojos de los celestes.
Louis deslizó su mirada a los rojos labios que lo invitaban a morder, estaban manchados en las comisuras de salsa y como buen pecador, con la punta de su lengua lamio las partes manchadas probando gustoso el líquido agridulce. Quitó de las manos del ojiverde el recipiente casi vacío y las colocó sobre su pecho.
—Tócame —su voz se deslizaba pesada y sus ojos brillaban con capricho.
Harry ladeo la cabeza confundido por la petición del castaño, pero no le tomó más importancia e hizo lo que pidió. Subió su mano derecha y apretó la respingada nariz.
—Así no, torpe —Louis quitó la mano de un manotazo, de lo cual inmediatamente se arrepintió cuando vio los ojos verdes cristalizarse—. Ay no, por favor no llores.
Harry limpió sus mejillas impregnadas de pequeñas lágrimas que no pudo contener, y preguntó con la esperanza de que si lo hacía bien quizá algún día Louis lo quisiera.
—¿Qué debo hacer? —sorbió por la nariz.
—Nada — le espetó irritado —, vete, tengo que trabajar —quitó al rizado de su regazo y de la mano lo sacó de la habitación cerrándole la puerta en la cara.
—¿Lou? —Harry intentó girar el pomo, pero el pestillo estaba puesto.
La voz amortiguada tras la puerta le gritó que se largara a molestar a otra parte.
—Idiota —murmuró Harry en dirección a la puerta—. Vete, tengo que trabajar —con su voz imitó el tono chillón de Louis.
Harry se sentía muy molesto por el repentino cambio de humor de este, por primera vez que se interesaba en ayudarlo y lo echaba sin explicaciones. Su gratitud por no haber sido un monstruo con él debía ser expresada, sin embargo, si Louis no quería, se podía ir al mismísimo infierno.
Caminó con rumbo a la cocina y antes de llegar a ella se dio cuenta de la larga escalera de mármol que no había visto antes. Si no tenía nada mejor que hacer subiría a ver lo que se escondía ahí.
Enumeró las cosas importantes que haría con los dedos y se dio cuenta que no había ninguna. Con un encogimiento de hombros subió la escalinata encontrando cinco puertas de caoba. Abrió cada una de ellas, dos a la derecha, dos a la izquierda y una al frente. Eran cuatro habitaciones y un baño lujoso. No entendía que hacía un baño afuera si cada una de las habitaciones tenía uno. La habitación del fondo era fácil reconocer que era de Louis. Su esencia estaba impregnada en cada rincón. El lugar era enorme y si no hubiera ropa en una silla, papeles en el escritorio y el armario lleno, podría haber pasado por una habitación más. Sin embargo, sería la más grande de la casa, sin duda.
El agotamiento lo estaba venciendo y el haber comido tan delicioso —después de varias semanas ingiriendo las sobras de sus cuidadores— no lo ayuda a seguir de pie. Estaba satisfecho por primera vez desde que recuerda.
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Mi Pequeño Ángel | Larry Stylinson AU
FanfictionÉrase una vez una estrella moribunda que dio vida en su agonía. Tres reinos fueron forjados, las tres tierras fueron llamados. Cada uno tuvo vida en su interior, las criaturas fueron hechas para otorgar equilibrio, sin embargo, tiempo después el cao...