Capítulo 23

4.3K 436 131
                                    


—¿Estás seguro? —Zayn dudó ante la frente manchada de rojo y los ojos hinchados.

No tenía idea que hacer. Por un lado, quería ir y cobrarle a Blake lo que hizo, pero por otro, Harry le decía que estaba bien y que no hiciera algo.

—No pasa nada —el ojiverde asintió seguro, le restó importancia porque ahora no importaba.

Zayn asintió nada convencido, pero no protestó de nuevo y en un silencio cargado de pesadez caminaron hasta el conocido auto negro.

Fue suerte que el ojimiel llegara antes de mediodía por Harry. La emoción por mostrarle lo que obtuvo por Internet se esfumó cuando lo vio llorando y sangrando.

Él se prometió cuidar de Harry y resguardarlo de todo, se sentía terrible por no poder hacer nada con la negativa del rizado. No entendía como alguien era capaz de dañar a esa pequeñez adorable y llena de rulos.

Harry entró al auto y esperó hasta que Zayn subiera. Ese lapso de tiempo fue suficiente para acomodar todas sus ideas.

Y entre toda su cabeza hecha un lío, se le ocurrió una maravillosa idea. O, mejor dicho, la elaboró con precisión ya que esa misma había pasado por su cabeza en muchas ocasiones, sólo hasta ese instante logró afinarla.

El auto se hundió casi imperceptible y el sonido de la puerta dio inicio a todo.

Harry respiró hondo y desde ahora ya no habría vuelta atrás. Se giró y vio los ojos profundos y ambarinos preocupados por él. Mas no importaba eso, su propio bienestar pasó a segundo plano.

Con un ligero vistazo Harry observó el atuendo de Zayn y las lastimosas palabras volvieron a él.

Y realmente es fea y ridícula

Zayn se veía bonito con aquellos pantalones ajustados, la chamarra negra de cuero y los lentes de sol a juego, el color acentuaba la personalidad sobresaliente dándole ese toque malo y al mismo tiempo seductor que cualquiera pediría. Sacudió la cabeza y alejó todo eso antes de empezar a hablar con una sonrisa ladina.

—Necesito que me ayudes —toda la atención que necesitaba se centró en él.

Los ojos verdes centellaron con un brillo que Zayn nunca vio. Eso era aterradoramente fascinante.

La idea de hacer algo emocionante lo alentó, por fin después de tanto tiempo haría algo realmente encantador.

(...)

—¿Se ve muy mal? —Harry preguntó sin despegarse del espejo.

—Con un poco de maquillaje podemos cubrir la herida, pero la hinchazón bajará hasta que la crema haga efecto —el ojimiel contestó desde la habitación adjunta sin despegar su atención del celular que sostenía entre sus manos.

—¿Cuánto tiempo? —giró su cabeza y vio desde otra perspectiva su sien. La sangre seca desapareció con la ducha y su ropa manchada fue reemplazada por un par de prendas prestadas. Sin embargo, el lugar golpeado tomaba un color rojizo y violeta, sin mencionar el leve abultamiento.

—Una hora, tal vez dos —Zayn se encogió de hombros.

—Está bien —Harry salió del baño, caminó lento para después lanzarse sobre la cama y caer al lado del ojimiel.

Era la segunda vez que estaba en casa de Liam y Zayn. La primera fue en los primeros días que se conocieron pues accidentalmente derramó su café sobre la polera del morocho. Harry recuerda haber sentido angustia, los segundos que estuvieron en silencio cayeron pesados sobre su pecho. Lo único que pensó fue que arruinó todo en un segundo con su descuido. Sintió tristeza porque él ya le tenía cariño a Zayn a pesar de no haber compartido mucho tiempo juntos. Era lógico que se enojaría en demasía con él, pero hasta ahora es cuando se daba cuenta que nada estando con el ojimiel llegaría a ser coherente. No esperó en ese momento escuchar una risa saliendo de los delgados labios, y después de ello una sonrisa tranquilizadora y algo sarcástico que rompió la tensión y el peso sobre Harry.

Mi Pequeño Ángel | Larry Stylinson AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora