Los días pasaban y conforme a ello mi mano iba mejorando en su estado. Ya no estaba horriblemente rojo como el primer día, volvía a tener mi tono de piel. Sebastián me llevaba de vez en cuando a su casa a que su madre revisará la quemadura pero no se cómo pero siempre terminaba en la mesa comiendo alguna cosa que su madre cocinara. No sé si me veía delgada o si llevaba cara de hambre, pero terminaba comiendo. Sebastián había logrado presentarse como el amigo que él quería, me acompañaba a la escuela, iba a tomar café donde él trabajaba, si, a tomar café, no iba por él; me había vuelto amiga de Alessia, una de las chicas del café, quien resultaba ser de las más dulces y simpáticas de la ciudad.
Si bien con Sebastián no teníamos mucho tiempo de conocernos, el tiempo que pasábamos juntos en la cafetería, en su casa, en el auto de camino a la escuela o a casa era motivo para conversar y eso logró que construyéramos una gran confianza. Me sentía cómoda junto a él, podía hablar las cosas que yo quisiera y sabía que el entendería. Me cuidaba siempre que iba al café a tomar algo, cuando bajaba del auto el abría mi puerta la mayoría de las veces, si no lo hacía era porque se lo negaba.
-¿Harás algo en la noche?-preguntó rascándose la nuca.
-¿Qué tramas?-puse todo mi peso en una pierna.
-Mi madre-suspiro- quiere que vayas a la casa.
-Si. Seguro es tu madre-sonreí- Tu madre siempre me da comida, creo que ya subí de peso.
-Te aseguro que estás bien-se agacho- vamos, anda, veremos una película.
Mis bellos se erizaron al escuchar la palabra pe-li-cu-la. Soy fan de las películas, de las palomitas y de ver series largas tirada en mi cama y no podía pagar Netflix por ahora, solo me quedaba la caridad de este buen y raro hombre jirafa y de su madre que me quiere engordar a toda costa. Fruncí mis labios mientras decidía si ir o no ir.
-¿Puedo elegir yo la película?
-No lo sé. Tal vez elijas algo de niñas y que Barbie y el lago de los cisnes, My Little Pony y la magia de la amistad...-hizo una mueca de desagrado.
-Te dejo comprar la comida-negocie.
-...Hecho.
Salí del auto sin dificultad. Bajó la ventana del auto y se acercó tanto como lo dejaba el cinturón de seguridad.
-Pasa al café. De allí nos iremos a comprar las cosas y veremos películas.
-Pero no puedo llegar tarde a casa...
-Es viernes Elena, dudo que tú madre se enoje por eso.
Se fue en su auto perdiéndolo de vista, no sabía dónde iba pero lo más probable es que hoy trabajará en la tarde, había pasado de largo del café.
-Wow realmente quiere ser tu amigo-dijo Diana- A mí ni me acompañan a comprar a pie.
Sonreí. Kevin estaba esperándonos en la entrada principal, sonrío al ver que ya estábamos por llegar a su lado, revolvió mi cabello cuando estuvo lo bastante cerca.
-¿Y el novio que tal?-preguntó juguetón.
-No tengo novio, lo sabes-solté molesta.
Entramos a la sala y nos instalamos en nuestros asientos. Hoy era un día agotador, Lenguaje, Matemáticas e Historia se habían unido en un solo día ya que la semana anterior el profesor de Lenguaje había faltado cuando más tenía horas con los cursos de toda enseñanza superior y tenía que recuperar el tiempo perdido. Por lo menos tenía un buen panorama para la tarde y por más que Diana quisiera o intentará cambiar mis planes para irme con ella a comprar cosas, llámese ropa, maquillaje y cosas nuevas para el celular que nunca usará; yo ya había quedado con Sebastián.

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Palabras Prohibidas
Teen FictionElena, una chica completamente normal como cualquier otro adolescente, odia los lunes como todo el mundo, tiene una familia y amigos que la quieren y su vida es totalmente tranquila. Pero llegara un suceso, un alguien que comenzara a hacerla sentir...