Elena ¿Qué haces?

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Mis ojos se abrieron más de lo normal, casi sentí que se salían de mis órbitas oculares. Mi pulso se aceleró al punto de que casi podía oírlo. Mis labios temblaron al susurrar su nombre y mis pensamientos pasaban por mi mente a mil por minuto. ¿Qué quería a estas horas? ¿Qué le digo? ¿Le digo lo que ocurrió o lo ocultó por ahora?

"Hola Sebastián, no estoy en mi casa y no puedes ir a la mía porque mi padre te odia, dulces sueños. Adiós."

No.

Miré a Kevin esperando a que me ayudará pero antes de que dijera algo dejó de vibrar aquel aparato en mis manos. Suspire aliviada, pero volvió a vibrar. Lo dejé sobre la cama de un golpe, miré asustada los ojos de mi amigo. Contesta, moduló con sus labios. Tomé mi celular y toque en la pantalla aquel cuadrado que decía contestar. Estaba nerviosa porque no sabía que decir y al mismo tiempo deseosa de saber que necesitaba de mi.

-¿Sebastián?-tartamude.

-Elena, que bueno que te encuentro.

Podía imaginarme su sonrisa en su rostro aunque no pudiera verlo en este momento.

-Tu madre vino a dejarme a tu gato-aclaró su voz- no me molesta pero ¿sucede algo?

-¿Mi gato allá?-batí mis pestañas- ¿Dónde estas?

-Camino a verte...

-¡No! Pues, no estoy allí, yo estoy de viaje con mi tía y vuelvo en unos días así que por eso te dejo a mi gato a ti.

-Oh bueno, pensé que algo...

-Algo malo había pasado, no paso nada malo, bueno debo irme ¡Adiós! Cuidalo.

Colgué y lance el celular a la cama de Kevin para no tener que verlo. Tape mi rostro con mis manos y comencé a lamentarme en mi cabeza. No podía creer que estuviera mintiendole a Sebastián, a quien me da su apoyo incondicional. ¿Y si se entera de mi mentira y se va de mi lado? ¿O si se comienza a alejar de mi y a odiarme?. Mentirle a alguien no es la mejor opción que podemos tomar, pero no sabía como diablos explicarle toda la situación, siendo que incluso yo tampoco entendía todo en su totalidad.

-Elena...-sentí una mano en mi cabeza- ¿Te sientes bien?

-Estoy algo nerviosa. No se que haré, contarle no es opción, tal vez tomé la decisión de alejarse por el "bien de mi familia"-rodé los ojos.

-Por ahora vamos a dormir, mañana saldremos, llamaré a Diana, así tal vez pueda despejarse un poco tu mente.

Asentó de acuerdo con la idea.

-Pero vuelves aquí, no quiero que vuelvas a tener algún problema en casa-sonrio- te quedarás aquí unos días.

-Pero...

-Anda, mi madre te alimenta sin problemas, Diana puede venir a verte aquí, si quieres te presto un sin fin de camisas pero no te mueves de aquí hasta que te diga lo contrario.

Sonreí. Tomé mi celular y le mandé un pequeño mensaje de buenas noches a Sebastián, lo respondió casi al minuto después, bastante rápido. Seguramente aún estaba un tanto preocupado. Apague el celular y lo conecte para que pudiera tener batería para mañana. Kevin se acostó en la cama de abajo y yo en la de arriba. Me di vueltas y vueltas por unos minutos, pensando en como realmente decirle a Sebastián que mi padre prácticamente lo odia. Pero no encontraba modo.

Me dormí entre mis pensamientos, abrazando la almohada que me sobraba en la cama, tapada hasta el cuello, resguardandome del frío que invadia la habitación.

Los rayos del sol entraban sin permiso por la ventana y sin piedad se posaban sobre mi rostro, específicamente mis ojos. Miré hacia el suelo y Kevin no estaba. Suspire. Encendí mi móvil y me fijé en la hora.

Palabras ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora