Queda oculto.

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Miré a Sebastián con algo de pánico, él solo encogía sus hombros y sonreía nervioso, tomó su celular del mesón de la cocina y me lo pasó. Lo miré por unos segundos y arrugué mi frente.

-No puedo llamar de tú celular.

Me fuí en busca de mi celular, si llamaba desde el de Sebastián sería demasiado notorio que algo había pasado. Volví al lado de Sebastián, revolvió mi cabello y comenzó a preocuparse nuevamente de nuestro almuerzo.

-¿No vas a acompañarme en esto?-pregunté indignada.

-Es tu madre-levantó sus manos- Sé que tu puedes.

Me dejó con el celular, sola en la sala.

¿¡Dónde están tus huevos!? ¡Cobarde!

Busque entre mis contactos el número de mi madre, esperaba que por un milagro se hubiese eliminado y tener aquella excusa de que se eliminó y no recuerdo el número, pero no, allí estaba el contacto bien guardado. Tomé aire y marqué rápidamente. Cruzaba hasta las orejas para que no contestara...

-No contestes por favor, por una vez en tu vida...

-¿Elena? Hija mía...

¿¡Esta mujer no podia cometer el error de madre de no contestar a su hija solo por una vez!?

-Hola...mamá.

Dije aquellas palabras y vi como Sebastián se asomaba riendose y luego desaparecía otra vez.

-¿Cómo estas hija mía? Hoy me llamó Diana...

-Mamá yo puedo explicarte todo...

-Bah, yo entiendo hija. Sé que estás con Sebastián, Diana me dijo que estabas con el paseando.

-Ahh, si...¡Si! Lo siento, creí que te molestaría.

-A mi para nada. ¿Lo pasas bien? ¿Ayer qué tal?

Oh pues, tomé como loca, me emborraché, vomité, besé a Sebastián pues lo normal.

-Estuvo bien, más tranquilo de lo que imaginaba.

Se creó un silencio en la línea por unos segundos, hasta que sentí un suspiro de su parte.

-Hija, por favor vuelve a la casa...tus maestros llaman preocupados porque no te han visto. Vuelve hija mía.

Volver...era un tema delicado, pero estaba faltando a la escuela solo faltando unos tres meses para irnos y poder entrar a la universidad. La fiesta de graduación...no podía perdermela por repitencia a causa de no asistir lo suficiente.

-Lo haré madre, llegaré en unas horas a la casa.

-¡Te adoro hija! Yo me encargo de tu odioso padre-soltó una risita- Te espero aqui con algo rico de cena. Nos vemos.

Corté. Sostuve mi celular contra mi pecho y solté un suspiro. El olor a la pasta con salsa llegó hasta mi nariz, olía delicioso. Puse mi mirada en la mesa, camine hasta un asiento y vi que todo ya estaba en su lugar. ¿En que momento? Seguramente cuando le daba la espalda. Su cuerpo apareció a mi lado, lo miré levantando la mirada gracias a su altura.

-¿Tendré que llevarte a tu casa no?

-¿Podrías?-sonreí tímida.

-Obviamente lo haré, también llevaremos a tu gato.

Oh mi Dios, acababa de recordar que Yang estaba aquí. No lo había recordado en estos últimos días, me sentía una dueña terrible. Aunque quise ir a verlo de inmediato, no pude, o más bien no me dejó por el hecho de que teníamos que almorzar primero.

Palabras ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora