Tú y mis constelaciones.

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-Más rápido Sebastián... ¡Aaah! ...Más...

-Elena no puedo...

-Yo sé que si...más rápido...

No sé como pero habíamos terminado en casa de Sebastián, ambos en la cocina, preparando lo que se suponía que era una tarta para comer. Sebastián suspiro y me dio el bol que tenía toda la crema, que sería lo que usaríamos para decorara.

-No puedo creer que para ustedes sea tan fácil batir eso por casi media hora-se dejó caer sobre el sillón- No puedo batir tan rápido, además casi te tire un montón de crema encima de tus zapatillas ¡y soltaste un grito por eso!

-¡Perdón por gritar tan fuerte! -probé la crema y la saboree unos segundos en mi boca- Sebastián...

Recibí un quejido como respuesta.

-Lo lograste, la crema está bastante bien así que podemos comenzar a decorar.

Cayo del sillón, se levantó y volvió a mi lado. Sus brazos rodearon mi cuello y su cabeza choco con la mía, no de manera dolorosa. Dividí la cantidad de crema entre las dos "mangas pasteleras" que teníamos; en realidad solo teníamos una, la otra era un bolsa de plástico a la cual le habíamos cortado la punta. Sebastián decoraba arriba mientras yo decoraba los costados de la tarta. Todo surgió del aburrimiento y de querer al menos por mi parte, hacerle algo lindo a su madre, que estaba aceptando a mi gato en su casa, por parte de Sebastián, el solo quería comer algo rico.

Lo quede mirando fijamente unos segundos, su lengua estaba entre sus labios a modo de concentración máxima, sus ojos se mantenían fijos en la crema que salía de la manga y sus manos rígidas. Puse algo de crema en mi dedo y lo pase por su mejilla, no capto nada en un principio, pero al momento de luego embarrarle la nariz, reacciono y soltó un montón de crema sobre la tarta. Me miro con ojos enormes de la sorpresa.

-Cualquier cosa es tu culpa.

-¿Cómo que mía? Yo estoy decorando los bordes.

-Pero tú fuiste quien me distrajo...

Comenzó a dar pasos hacia mí y solo se detuvo cuando me tuvo acorralada, con la espalda contra le pared y su cuerpo lo suficientemente cerca de mí.

-... ¿No fue así?

Jure haber visto que sus labios se acercaban a los míos, cerré los ojos, sentí su risa y luego de eso su mano llena de crema sobre mi cara. Solté un grito de sorpresa, me saque un poco de crema de la cara y lo tire sobre el lava platos, mire a Sebastián furiosa y deseosa de una dulce venganza. Tape mi ojo derecho con mis manos y comencé a quejarme de dolor. Vino inmediatamente a mi lado a ver que me sucedía y cuando estuvo en la posición precisa pase mi mejilla por su cabello, su suave cabello ahora estaba con crema para decorar y para colmo el colorante de mi crema era rosa porque él quiso la celeste que era un poco más varonil según él. Solté una gran risa.

-Yo me preocupo por ti y mira como me traicionas.

Me levanto y me puso sobre su hombro, comencé a carcajearme mientras el caminaba por toda la casa.

-¿Podemos terminar de decorar?

-Ya está prácticamente listo, solo hay que esperar...

La puerta sonó en el momento en que se abría y dejaba a su madre entrar a la casa. Sebastián se dio vuelta para saludarla con una sonrisa, luego giro nuevamente para dejarme saludarla desde lo alto de su hombro.

-Sebastián, deja a la pobre en el suelo ¿Y por qué tienen crema en la cara?

Camino a la cocina, vio la tarta y sonrió; apunto la gran protuberancia de crema que había encima.

Palabras ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora