Palabras Prohibidas

Adolescente v/s Adulto

Se acercaba la fecha de mi cumpleaños y estaba nerviosa...nerviosa, ansiosa, emocionada y también asustada. Asustada por el hecho de ser una adolescente a la que le agregaran más cosas por hacer en su vida, por más responsabilidades, no faltaba mucho para ser mayor de edad y que pudiera tomar mis decisiones, claro que con el consentimiento y apoyo de mi madre dah. El simple hecho de que mis familiares comenzaran a preguntarme cosas como "¿Y que harás con tu vida cariño? ¿Qué deseas estudiar? ¿Ya elegiste una universidad?"  Ya me daban ganas de darme la cabeza contra el suelo o salir arrancando de allí por la ventana como toda una doble de riesgo, pero además de verme ridícula haciendo eso y del posible dolor que vendría después, mis padres me castigarían hasta que me jubilara.

Suspire, por suerte hoy era un día sábado, mi madre me dejo estar acostada en mi cama viendo televisión hasta medio día, ella arreglaría todo para que la familia viniera, me saludaran y que luego de esa formalidad pudiera estar tranquila con Diana en la sala de estar. Los adultos se quedarían en el patio de la casa para seguramente hablar de cosas tanto del pasado como del futuro.

Cuando decidí que era una hora prudente para levantarme, tome una toalla y partí a darme un baño. Con unos jeans, una blusa blanca con chaleco color crema encima y mis fieles zapatillas, estaba lista para enfrentar lo que venía por delante. Creo. Baje las escaleras a ritmo de galope, mi madre y mi padre me dedicaron una sonrisa. Al verme con el cabello un tanto húmedo mi madre hizo una mueca, pero sabía que yo no me llevaba bien con los secadores de cabello. Almorzamos, yo con una gran alegría, mi padre estaría presente en mi cumpleaños, había dejado su trabajo por estar presente este día. Su empresa le tomaba gran parte de su tiempo y disponía de muy reducidos tiempos libres para compartir pero que en familia los aprovechábamos hasta en lo más mínimo. Comenzamos a acomodar las cosas de comer, todos los snacks y el alcohol suave que los adultos tomarían cuando creyeran que era el momento adecuado. Pronto llegarían mis familiares y esperaba ansiosa a que podría responder gracias a sus preguntas sobre un futuro incierto ante mis ojos. Sentí que golpeaban la puerta, abrí de inmediato sin necesidad de que me mandaran a abrirla. Vi el rostro de mi tía, la hermana casi gemela de mi madre, eran demasiado parecidas, apareció detrás de ella, su esposo, mi tío y era quien mejor me simpatizaba. Los deje entrar luego de que mi tía depositara sonoros besos en mi rostro, mi pequeño primo venia detrás, con un montón de juguetes dispuesto a entretenerse toda la tarde. Saludaron a mis padres y se sentaron a la mesa esperando a los demás, mi primo me dio una espada de plástico para que pudiera jugar con el, claramente el quería ser el mas poderoso y yo debía fingir que perdía porque era una débil adversaria. Mientras chocábamos las espadas mis familiares llegaban, mis abuelos, mis tíos, todos estaban allí, incluso había llegado Diana.

-¡Hola cumpleañera!-dijo abrazándome fuerte- estas vieja mujer.

-¿Cómo que vieja?-entrecerré mis ojos.

-Ya supéralo, eres mayor de edad así que por favor-rodó los ojos- Toma tu regalo.

Me dio una pequeña bolsa, con puntos negros y un moño azul de decoración, dentro tenía un chocolate de un gran tamaño, con almendras. Mis ojos seguramente brillaban por tal regalo que estaba en mis manos. Si, yo moría por las cosas dulces, sobre todo el chocolate. La abracé y de inmediato abrí el papel dorado que envolvía mi precioso chocolate, escogí el cuadrado que mas tuviera almendras y lo lleve a mi boca. Era una delicia.

-Hija ¿Por qué no vienes a la mesa?-dijo mi madre.

Hice una mueca pero termine asintiendo y aceptando la tortura que podía venir. Diana se sentó a mi lado sonriendo y saludando a mi familia, ya todos la conocían, era prácticamente como mi hermana, era parte de la familia. Comenzaron hablando muy normal, de como iba toda su vida, el trabajo y cosas por el estilo, hasta que llego mi turno.