-Espero el día en que pueda dejarte en el basurero ¡y no verte más!Fulmine al despertador con la mirada cuando volvió a sonar con ese molesto ruido. Lo único que quería en ese momento era despedazarlo pero si lo hacía no tendría como despertarme mañana y los días que seguían.
-¡Elena!-escuche el grito de mamá- ¡Levántate querida!
-¡Estoy despierta!-grité devuelta.
Me levanté y me estiré. Tome una toalla del armario de las cosas de aseo, partí al baño y cerré la puerta con seguro. Lave mi cabello con un shampoo olor a chocolate y miel mientras tarareaba una de las canciones que mamá cantaba en el día, solo cantaba dos lineas de toda la canción, esas dos lineas las cantaba todo el día y como no me dejaba saber que era lo que seguía de la canción, estaba obligada a cantar esas mismas dos lineas. Cuando estuve segura de salir de la ducha y asegurarme que el plástico que le había puesto a mi mano con venda estaba seco o al menos seguro, saqué el seguro de la puerta y me fui a mi habitación a ver qué ropa usaría hoy. Unos vaqueros, una blusa negra holgada, mis zapatillas converse negras y una chaqueta verde musgo. Me dolió la mano al momento de pasar mi mano por las mangas de la chaqueta pero nada que no puedo soportar el resto del día. Baje las escaleras con el cabello aún un poco húmedo pero como el chico del tiempo dijo que hoy sería un día soleado, no tenía preocupación.
-Elena ¿llevas dinero?-preguntó mamá.
-Suficiente-sonreí- ¿Y papá dónde está?
-Se fue temprano-sonrío triste- ¿Te parece que luego de la escuela veamos una película en casa? Yo compro las palomitas.
-¿Y también las haces tú?-entrecerré mis ojos. Si no, no habría trato.
-Las haré yo-rodó los ojos- ya vete a la escuela que llegaras tarde-besó mi frente- Nos vemos.
Bese su mejilla y le di una sonrisa antes de salir por la puerta. Saque mis llaves para abrir el portón, luego de salir me dispuse a cerrar el portón con llave, a mamá no le gustaba estar sola y con puertas sin llave, suspire.
-¿Y ese suspiro Elena?-escuche una voz a mi espalda.
-¡MIERDA!
Me di media vuelta y tape mi boca con mis manos. Sebastián estaba de pie apoyado en su auto plateado, con una sonrisa asomada en sus labios y sus ojos puestos sobre los míos. Esos ojos marrones miraban mis ojos verdes.
-¡Me haz dado un susto de cojones!-solté molesta, o más bien avergonzada.
-Lo siento, no intento asustarte pero siempre te encuentro de espaldas -miro el suelo sonriendo- ¿Nos vamos?
-¿Cómo supiste d-donde vivo?-tartamudee.
-Preguntando se llega a muchas partes.
Fruncí los labios para reprimir la risa por la imagen que se me estaba formando en la cabeza. Un chico alto, con cuerpo bien fornido y con unos ojos penetrantes, preguntando por mi casa "Hola, ¿sabe dónde vive Elena?; Disculpe señora ¿Sabe dónde vive una chica llamada Elena?; Hola niña, ¿Sabes dónde...? ¡No! ¡No corras! Yo no hago daño"
Abrio la puerta del copiloto, subí y cuando estuve sentada, deje mi bolso sobre mis piernas. Cerró la puerta y se dio la vuelta frente al auto para subirse en su lado. Encendió el motor del auto y arranco camino a la calle principal. Mire mi casa alejarse e hice un puchero, me daba pena dejar a mi madre sola cuando mi padre no estaba y aunque sé que ella se divertía viendo televisión, ordenando todas las especias que tenía en la cocina o intentando organizar su armario, me daban ganas de quedarme con ella haciéndole compañía.

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Palabras Prohibidas
Novela JuvenilElena, una chica completamente normal como cualquier otro adolescente, odia los lunes como todo el mundo, tiene una familia y amigos que la quieren y su vida es totalmente tranquila. Pero llegara un suceso, un alguien que comenzara a hacerla sentir...