Capítulo 4: Miradas.

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Pov Donghae.

Me pasé la mañana durmiendo plácidamente. Desperté con los ladridos de la perrita de Hyukjae que quería salir a hacer sus necesidades. Como pude me las ingenié para cojear sin muletas, esas cosas realmente eran una molestia.

-Buenos días, preciosa –la saludé cuando llegué hasta donde estaba. Ella me respondió con un ladrido moviendo la cola. Salimos al patio de atrás y ella corrió hacia el césped para aliviarse. La dejé que siguiera jugando en el exterior, la pobre debía de pasársela encerrada en el departamento de Hyukjae por eso estaba tan feliz con el espacio que tenía aquí. Miré el reloj y vi que ya era hora de almorzar más que de desayunar, pensé un poco y decidí mandarle un msj a Hyuk preguntándole si hoy también vendría a almorzar.

'¿Vienes a comer?'

Tardó cerca de cinco minutos en leer el mensaje, mientras fui al baño a lavarme la cara. Debería también ducharme, pero todo estaba en el cuarto de arriba. Quizás encontrara algo limpio en el cuarto de lavandería. Iba camino al lavadero cuando sentí el teléfono vibrar.

'Lo siento, hoy estoy tapado de trabajo. Regresaré a la misma hora de ayer =('

Una decepción muy grande me invadió. No vendría... vaya forma en la que cuidaba de mí. Al menos tenía a Choco.

'Ok. ¿Qué debo darle a Choco?'

Sentí que el mensaje era algo cortante, pero de repente me había enfadado.

'Arriba de la heladera dejé la bolsa con su alimento. Debes darle sólo un puñado, te pedirá más, pero es lo que ella debe comer.'

'Ok.'

Me abstuve de poner algo más en el mensaje. A mí me fastidiaba enormemente que me contestaran con un 'ok', pero no tenía ganas de ponerle un 'Hasta luego' o algo por el estilo.

Un rato después, llegó otro mensaje suyo.

'Por favor, ten cuidado. No subas las escaleras ¿sí?'

Esta vez sencillamente no contesté. Que se enterara que había leído el mensaje por los tildes azules.

¿Que no subiera? Él pensaba que yo tenía todo lo necesario para sobrevivir aquí abajo y no era así. De repente se me antojó que me bañaría en mi habitación, arriba. Pero primero comería algo, me ejercitaría un poco y luego me sometería a la tortura de bañarme haciendo equilibrio.

Me preparé un sándwich y un vaso con leche de fresa. Al lado de la bolsa de comida de Choco, estaba también su platito. Le serví un puñado y lo puse en el suelo, al lado mío para que nos hiciéramos compañía. Me pregunté por un momento en qué lugar del jardín se encontraría escondido Dino, la tortuga macho de tamaño considerable que Yesung me había regalado hacía dos años. Dino parecía más un oso pardo que una tortuga, hibernaba igual o más que los osos.

-Tu padre no viene, pequeña. Dice que tiene mucho trabajo –le dije mientras Choco comía -¿Suele dejarte todo el día solita? Pobre de ti, debe ser muy aburrido ¿verdad?

Choco ni siquiera me miraba, estaba muy concentrada en su comida. Suspiré y me comí mi sándwich. Cuando la perrita acabó su comida me señaló el plato para que le pusiera más, pero en vez de eso, le puse agua para que bebiera.

-Bueno, preciosa, es hora de poner a trabajar lo que acabamos de tragar.

Caminamos hasta el salón de gimnasia. No podría usar la caminadora ni la bicicleta ni nada por el estilo, pero al menos podía hacer algo de abdominales y un poco de barra. Comencé ejercitando los brazos subiendo y bajando en la barra. El yeso pesaba bastante y tenía que esforzarme más. Los abdominales fueron más sencillos, pero tenía el cuerpo un poco entumecido. Acabé realizando una sesión ligera, suficiente por hoy. Ahora tocaba el baño. Sonreí perversamente mientras me dirigía a las escaleras; el pensamiento de desobedecer a Hyukjae era demasiado divertido. Sabía que me costaría subir las escaleras, llevándome de la experiencia anterior, pero no me fue tan difícil como pensaba, lo que me puso aún de mejor humor. Esta vez tomé todos los recaudos antes de darme un baño, por lo que no tuve problemas. Contento decidí que ahora que me estaba manejando tan bien, podría ir a cuidar de mis plantas tranquilamente. Pero me enfrenté ante un nuevo dilema: sabía subir las escaleras, pero no bajar. Intenté hacerlo de manera natural, agarrándome de las barandas, pero era demasiado incómodo. Así que me di la vuelta para bajar de espaldas. Fue la idea más estúpida de toda mi vida. Casi a mitad de los escalones había tomado 'confianza' en mi método y comencé a hacerlo con menos cuidado. Resultado: rodé dos metros de escaleras de forma estrepitosa, impulsado por el peso del yeso que me jalaba con fuerza. El peor golpe me lo llevé en la parte izquierda de la cintura y cadera. El dolor me dejó sin aire por un rato, así que me quedé tendido en el suelo un buen rato, dejando que unas lágrimas cayeran ahora que nadie me veía. Choco corrió a mi lado y se puso a ladrar, traté de reponerme rápido por ella, para que dejara de preocuparse. Estaba bien, tendría un morado encantador en mi zona izquierda, pero nada más. Me senté en el suelo y tomé a Choco en mis brazos.

Sexto Sentido (EunHae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora