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Arrastré el ligero equipaje fuera del maletero y lo dejé junto a mis pies metros más alante.

Con el ceño fruncido, observé los cincuenta metros de altura que se extendían ante mi.

- Ya verás que al final lo disfrutaras - puso mi madre su mano en mi hombro y luché por no apartarla de un manotazo.

- Ya, un internado. Seguro- rodé los ojos, a sabiendas de que no podían verme.

- Solo tienes que darle tiempo,Sussane,no es tan difícil- espetó mi padre y tiró de su mujer hacia el coche- Adiós niña, pórtate bien.

- Evelyn, Michael - moví la mano en forma de despedida mientras arrancaban el coche.

Recorrí con la mirada el deportivo negro hasta que desapareció de mi vista.

Miré la bolsa en el suelo, suspiré y me la cargué en la espalda, echando a andar hacia los enormes portones del internado.

Evelyn y Michael O'connor.

Ya hacía tiempo que los llamaba por sus nombres.

Ya hacía tiempo que los había dejado de considerar como mis padres.

La asesina de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora