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Procesé todo lo que había dicho Mark.

Lo miré compadeciéndole, había sufrido tanto como yo, aunque en situaciones distintas. Él había perdido a alguien a quien quería, mientras que yo había perdido a mi propio hermano que me maltrataba y que nunca me quiso. No sabía qué era peor.

En aquel momento, mirando sus brillantes ojos azules claros y con la furia disminuyéndose dentro de mi, me di cuenta de lo cerca que estábamos. Pecho con pecho, rodillas con rodillas. Nariz con nariz.

Olvidé la discusión por un momento y tragué saliva nerviosa, fijándome en sus apetecibles labios. Me sorprendí a mi misma al averigüar las increíbles ganas que tenía de devorarlos.

Él pareció adivinar mis pensamientos, porque se inclinó bruscamente hacia delante para besarme.

Pero no era un típico beso.

Levanté mis brazos sobre sus hombros y él dejó sus manos en mi cintura.

Era un beso fiero, apasionado, lleno de sentimientos encontrados ; Dolor, desahogo,atracción..

Rompí el beso echando mi cabeza hacia atrás y lo miré confundida.

Él ignoró eso y tras pasar su pulgar por mis labios entreabiertos volvió a acercarse.

- No - lo detuve con firmeza y Mark me miró dolido. Suspiré, porque en el fondo yo también deseaba hacerlo - Un corazón herido no puede curar a otro, Doc. Debería saberlo.

Sin importar que me estuviera viendo, eché a correr como una chiquilla asustada de vuelta a las habitaciones.

Una vez estuve en la mía, cerré la puerta con fuerza y me recosté contra ella tratando de recuperar la respiración.

Escondí la cabeza entre las piernas y dejé salir todas las lágrimas.

Lloré por mi, lloré por él.

La asesina de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora