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Me lavé la cara sudorosa con agua. Me encanta gimnasia, pero nunca dije que amara correr como una perra.

Cuando apagué el grifo y me volví a colocar el moño frente al espejo, escuché un sollozo contenido.

Toqué la puerta del único baño con la puerta cerrada, y enseguida se escuchó la cisterna del váter y la puerta abrirse.

- ¿ Zanahoria ? - le pregunté confundida al verla llorar.

Ella me echó una mirada rencorsa.

- Déjame en paz, ¿ quieres ? Ahora vas a preocuparte de mi,estúpida - espetó antes de salir dando un portazo.

Furiosa, corrí por los pasillos hasta alcanzarla y le di una bofetada que hizo que se tambaleara hacia la pared.

- A mi no vuelvas a hablarme así, metro cincuenta. Métete con alguien de tu tamaño- siseé entrecerrando los ojos.

Todos los que caminaban por ese pasillo apartaron la vista de la escena en cuanto les fulminé con la mirada. Nadie quería meterse en problemas.

La asesina de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora